Viktor Drago, un abogado de la mafia italiana de 38 años, ha dedicado su vida a mantener el control y el poder en su organización, así como a proteger a su apellido. Su visión del amor está limitada a la lealtad que debería tener y el vacío familiar, una vida llena de dolor y sin amor. Todo cambia cuando la conoce.
Liora, una colombiana de 20 años que busca un nuevo comienzo lejos de un pasado lleno de dolor, encuentra refugio y apoyo en Viktor. A pesar del miedo a involucrarse a un mundo nuevo, Liora se siente irresistiblemente atraída por Viktor, quien representa todo lo que siempre ha soñado.
¿Podrá su amor superar las pruebas y tribulaciones del mundo peligroso en el que viven? ¿O sucumbirán a las presiones y se rendirán?
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Parte 4
Viktor
Cuando esa mujer se acerca a Liora, veo cómo sus ojos se llenan de tristeza y escucho el gemido de dolor que suelta. Mi hermano me había dicho que todavía tenía muchos moretones que tardarían un poco en desaparecer por completo.
—¿Usted cómo sabía que la habíamos sacado? —pregunto, mientras me acerco para coger la mano de la mujer y alejarla de mi cliente.
—Soy la encargada de mi hija, no debería importarle eso —responde ella. Noto cómo la enfermera que estaba con Liora se pone tensa, y yo sonrío.
—Parece que hay una rata en el hospital —dice mi hermano, Dimitri, con voz firme, lo que pone a la enfermera aún más tensa. Sonrío burlón, esto podría ser muy interesante.
—¿Ya renunciaste? —le pregunto a Dimitri, notando que ahora lleva ropa casual.
—Sí, voy a tomar tu palabra, quiero hacer otras cosas —Dimitri es un caballero, siempre cuida a las mujeres y se comporta con cortesía, pero no duda en empujar a la enfermera mientras lleva la silla de ruedas con Liora.
—Entonces puedo ir contra el hospital. ¡Qué divertido!
—Dios, siempre quieres atacar a las grandes entidades.
—Sí, es que son las que sueltan más dinero —respondo con una sonrisa, sacando las llaves de mi camioneta. Había tardado en conseguir una BMW aquí—. Revisa su hombro, su "madre" la apretó demasiado fuerte.
Dimitri me mira alarmado y, mientras ella se sube al asiento trasero, le baja un poco el vestido para ver el hombro. Gruñe cuando nota las marcas.
—Maldito animal, incluso un animal demuestra más amor —murmura en ruso con una mezcla de alemán.
—Dios, estás furioso —le digo, sorprendido por su reacción. No lo había visto así antes. ¿Estaba enamorado de Liora?
—Es que una madre no se comporta así. Una madre debería cuidar y amar a sus hijos —dijo con pasión. Quise decirle que tenía razón, pero él tuvo una madre amorosa y cariñosa. Yo, en cambio, tuve una madre estricta que quería un hijo perfecto para defender a su familia.
Noté que Liora me miraba fijamente, pero no dijo nada. Tal vez ella entendía la tristeza que yo también transmitía. No creo que necesitara palabras para comprenderme.
El silencio se instaló entre los tres mientras conducía hacia el lugar de la audiencia, siguiendo el GPS. Dimitri estaba en su celular, tratando de arreglar la situación creada por su renuncia inesperada.
Solo los Drago podíamos permitirnos el lujo de renunciar sin previo aviso y sin temor a las consecuencias. Mis padres estarían felices de saber que su hijo menor, por fin, volvería a su país.
El GPS nos llevó por una serie de calles cada vez más congestionadas mientras el tráfico de la ciudad aumentaba. El silencio en el coche era pesado, cada uno en su propio mundo. Liora permanecía sentada en el asiento trasero, mirando por la ventana con una expresión de tristeza. Dimitri seguía concentrado en su teléfono, sus dedos moviéndose rápidamente sobre la pantalla.
Finalmente, llegamos al edificio donde se llevaría a cabo la audiencia. Acomodé el coche en un lugar donde pudiera estacionar sin problemas. Mientras salíamos del vehículo, el aire frío de la mañana me golpeó el rostro, despejando un poco mis pensamientos.
—¿Estás lista? —le pregunté a Liora. Asintió con la cabeza, pero noté que estaba nerviosa. Se ajustó el vestido con manos temblorosas y respiró hondo.
—Estaré bien —dijo con un leve temblor en la voz, tratando de convencerse a sí misma más que a mí.
Un guardia nos guio a través del edificio, evitando las miradas curiosas de la gente. Dimitri tenía algo en su actitud que transmitía seguridad, pero también un aire de protección. Siempre estuvo atento a cada detalle, desde quién entraba y salía del ascensor, hasta los murmullos de las personas en los pasillos, supongo que era porque era su primera vez.
La sala de la audiencia era espaciosa, pero fría, con paredes de madera oscura y ventanas altas que dejaban pasar la luz del día. Liora se sentó junto a nosotros, mientras que los abogados de la otra parte ya estaban presentes, hablando en voz baja entre ellos. Noté a la madre de Liora al otro lado de la sala, lanzando miradas furtivas hacia nosotros. Su rostro mostraba una mezcla de enfado y desprecio.
El juez entró y todos nos pusimos de pie. La audiencia comenzó, y yo asumí el control con una seguridad que imponía respeto. Mi voz era clara y firme, cada palabra calculada para lograr el máximo impacto. Mientras hablaba, pude ver el efecto que tenía en la sala; todos me escuchaban con atención, incluso aquellos que no estaban directamente involucrados.
Dimitri le daba una sonrisa a Liora cada vez que llenaba de pánico, porque también incluía como su familia estaba dispuesta a quitarle todo el dinero y que por esa razón se llegaría a un acuerdo rápido y eficaz.
La audiencia se extendió por varias horas. ¿Todos los colombianos eran tan tercos? En algún punto regañaron a Dimitri por darle unas galletas a Liora que se estaba mareando del hambre, tuvieron que salir mientras yo seguía con esto.
No dejé que ninguna cosa pasará de largo, refutaba cada argumento de la otra parte con evidencia sólida y lógica implacable, no había espacio para dudas ni debilidades. Al final, el juez decidió a favor de Liora, estableciendo un monto de compensación que debería recibir por el accidente.
A medida que salíamos de la sala, Liora parecía aliviada pero aún algo asustada. Ya debía hablar con los abogados para que fuera todo más rápido y fuera hacia nosotros la cuenta, sabía que iban a elegir negociar con nosotros, porque el precio que se había dado era bastante grande, porque Liora podía tener problemas a largo plazo y eso al ser tan joven, siempre estaría con ella.
—Lo hiciste bien —le dije a Liora mientras nos dirigíamos al coche.
—Gracias —respondió, con una sonrisa tímida—. No sé qué hubiera hecho sin ustedes.
—No estás sola —dijo Dimitri, dándole una palmada en el hombro—. Siempre estaremos aquí para ti.
Quería regañar a mi hermano por hacer promesas que tal vez no íbamos a cumplir, sin embargo, algo en mi cabeza me dijo que podría estar mintiendo, que tal vez, las cosas cambiarían.
Es entretenida