5 familias, un amor inesperado y la traición present, hacen de este amor una tragedia.
ahora Melinda no sabe que hacer, el misterioso hombre con el que estuvo una noche está frente a ella, pidiéndole saber el nombre de sus hijos.
2 familias poderosas tendrán que unirse para mantener el orden la paz de una traición, un amor en la tragedia va surgir, el recuentro de un padre con sus hijos, los secretos salen a la luz y la tragedia se hace present.
te animas a leerla, el destino siempre hace de las suyas y nada lo hace fácil.
te invito a conocer la historia de amor de Melinda, en un mundo alterno.
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CAPITULO 05 para mayores de edad (+18)
Astaroth se sentía incómodo, el deseo que le hacía sentir lo estaba descontrolando y el alcohol en su organismo no ayudaba en nada, tartamudeando, inseguro, tratando de controlarse, le dice. – ba… basta… Meli… ¡Melinda! trata de razonar, esto no está bien, vas a hacer que pierda el control.
Melinda toma con sus dos manos el rostro de él, lo mira a los ojos con una sonrisa en sus labios, lo besa tan apasionadamente.
Astaroth trata con ternura alejarla, pero el agarre de ella era fuerte y sus besos tan intensos, que pronto perdió cualquier lógica dejándose llevar por ese beso, sus manos sin pensar acariciaban su espalda replegándola a él.
Después de un muy largo beso, Astaroth le dice con su voz entre cortada, su respiración agitada y excitado, con el poco razonamiento que le pudiera quedar. – Melinda princesa ¿Realmente quieres esto? Aún estás a tiempo de evitarlo.
Melinda respiraba agitada, desesperada le dice – deja de hablar, solo hagámoslo.
Astaroth la tomó en sus brazos como bebé, se levanta con ella y la llevó directo a la casa, en su camino Melinda le fue dejando besos en sus labios, cuello, provocándolo cada vez más; al llegar a la puerta de la casa la empuja con un pie, entra con ella en sus brazos, van directo a la única habitación de la pequeña casa.
Él la recuesta en una gran cama, se recuesta sobre ella, le da un beso en la frente, acaricia su rostro dándole un beso tierno en su boca, inseguro le dice – ¡Melinda! No estoy seguro de que debamos hacerlo, paremos aquí y vámonos a tu casa.
Melinda segura le dice. – no pienses más, solo dejemos llevarnos con esto; quiero hacer una locura y tú eres el indicado.
A fin de cuentas nunca nos volveremos a ver, no corro el riesgo de que divulgues nada y todo quedará en un bello recuerdo.
Melinda pasa sus manos por su cuello y lo jala hacia ella besándolo apasionadamente.
Astaroth se separa de ella, se quita la camisa, con dulzura le dice – trataré de no lastimarte, pero no lo prometo, me estás volviendo loco con tu seducción princesa.
Astaroth la empezó a besar en los labios, recorriendo su quijada, su cuello, le quitó su ropa, dejándola completamente desnuda; él término de quitarse la suya, los dos no dejaban de besarse y acariciar sus cuerpos, dejándose llevar por el placer, como hombre experimentado la estaba haciendo sentir un placer indescriptible.
Solo con sus caricias y besos, apenas sí sintió el dolor de su primera vez, dejándola solo con ese placer en su cabeza, exigiéndole más cada vez más; toda la madrugada se dejaron llevar solo con sus deseos carnales, hasta que terminaron agotados, satisfechos, terminaron haciéndolo más de una vez.
Vencidos por el sueño y el cansancio quedando completamente dormidos, ella entre sus brazos.
Un fuerte rayo del sol que pegaba en la cara de Melinda la despertó, al abrir sus ojos y no verlo en la cama lo busca en la habitación, pero él no estaba, se levanta, mira su ropa en el suelo, la toma, se vistió y salió del cuarto.
Mira alrededor, pero él no estaba, sale de la casa mira el carro estacionado a un lado, va directo al carro al abrir la puerta mira solo al chófer.
Melinda carraspea un poco la garganta para aclarar su garganta, insegura le dice – disculpe ¿Sabe dónde se encuentra Astaroth?
Chofer educadamente y amable le dice. – buenos días, señorita, el superior se tuvo que ir, me pidió que lo disculpara y que le dijera que espera su respuesta.
También me dijo, que independientemente de su respuesta, me dejó a su servicio, todo el día para lo que usted desee.
Si gusta ir a desayunar, de compras o visitar cualquier lugar, él correrá con todos los gastos.
Melinda sintió una punzada en su corazón, aunque no esperaba nada serio, mínimo, poder despedirse de él, no esperaba ser tratada como una más, pero su cabeza le decía: tú le incitaste, tú lo provocaste, no tienes por qué culparlo o hacer reclamo alguno.
Traga saliva para poder hablar, entra al carro, con su voz entrecortada le dice. – me podría llevar a la plaza, por favor.
(en ese momento recuerda su acuerdo, cuando él le dijo: que si le permitía llevarla a su casa era para volverse a ver, si no todo quedaría en esa noche).
El chófer la iba viendo por el retrovisor, mira como ella se limpia unas lágrimas, ferozmente sin que ella pueda evitarlas, brotan por sus ojos, aunque ella trataba de evitar que la mirara, era imposible, sus ojos no le obedecían; sus sentimientos se sentían muy adoloridos.
Al llegar a la plaza, ella baja y tranquilamente le dice. – dígale por favor en donde me dejó y que esta es mi respuesta “todo queda en una noche”; dígale también que muchas gracias por esta noche tan hermosa.
Melinda se baja del carro, pide un taxi, se va directo a su casa, al llegar mira un alboroto, estaba Didier y sus amigos de esa noche haciendo un escándalo, buscándola, estaban haciendo un desastre, quebraron las ventanas de la casa, destrozaron las macetas que estaban afuera y todo lo que se encontraron.
Didier tenía de la mano a la señora Sara gritándole horribles palabras de Melinda tratando de desprestigiarla.
Melinda le paga al taxista y baja con prisa, se va directo a donde está Didier; agarra su mano para tratar de que soltara a Sara, furiosa le grita. – suéltala, ¿Qué demonios haces aquí? Tú no eres bienvenido, ahora tú y tus amiguitos me hacen el favor de retirarse o llamaré a la policía.
Didier suelta la mano de Sara para tomar la de ella, molesto le dice – por fin apareces zorra, tú nos vas a pagar lo que nos hiciste anoche.
Melinda jala su mano bruscamente para zafarse de su agarre, molesta le dice. - yo no te debo nada, lo único que hice fue hacerte lo que tú querías hacerme o qué crees, que no sabía tu maravilloso plan de drogarme y llevarme a tu cama. Ahora será mejor que te vayas, dejen de hacer escándalo.
Didier la toma de los hombros, la acerca a él lastimándola, confundido le dice. - ¿Quién te lo dijo? ¿Cómo lo supiste?
Melinda molesta le dice. – suéltame que me lastimas y nadie me lo dijo, yo te escuché cuando llegué, estabas hablando con tus grandiosos amigos.
Felicidades, sabes pensar y hubiera sido un buen plan, si lo hubieras hecho en silencio, a mí me funcionó muy bien.
Por cierto, dime qué piensa tu familia de tus deseos sexuales, ese beso que se dieron ustedes dos y lo apasionado que se pusieron habla mucho de sus sentimientos.
Didier levanta la mano para golpearla, pero Sara lo detuvo, molesta le dice – ni te atrevas a tocarla o yo te la regreso, aquí como me ves aún puedo darte un par de nalgadas que siento que te hicieron falta de chiquito.
Realmente tus padres no supieron criarte y lo único que logran es llevarte por un camino tan degenerado. Joven será mejor que se vaya y se lleve a sus amigos.
Didier amenazante le dice. – señora, mejor métase a su casa y déjenos con esta zorra, que en este momento me va a pagar todo y será de la manera que mejor me plazca.
Sara molesta y furiosa le grita. – eso no va a pasar. Ahora, por última vez, será mejor que se vayan.
Didier molesto le grita. – vieja bruja, ¿Qué no sabes con quién te estás metiendo? Déjame en paz o te prometo que mañana tu negocio y todos tus bienes desaparecerán, lárgate.
Melinda furiosa le dice. – ¡Basta! A ella la dejas en paz, no tiene nada que ver en todo esto; Señora Sara, por favor vaya adentro y llame a la policía, yo me encargo de estos.
Sara imponente le dice. – eso no va a pasar y déjame decirte algo, antes de amenazar a alguien, asegúrate de que este debajo de tu nivel, porque te podría costar muy caras tus insolencias; ahora se retiran o no tendré más remedio que darte una lección a ti y a tu familia, enseñarle cómo educar a un hijo.
Didier estaba furioso, no quería soltar a Melinda, Sara al ver que no se iban sacó el celular y marcó un número, al ver como ella saludó a alguien.
Suelta a Melinda y empieza a forcejear con Sara para quitarle el celular, furiosa le dice. – vieja bruja, suelta el maldito celular, ancianas como tú no deberían meterse con gente poderosa como yo.
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