El Regalo De Federica

Novela El Regalo de Federica .

Autor : Elsa Elena Isasa 

Los cuerpos de Luna y Nicolás desnudos en la cama parecían los de dos dioses arrancados del Olimpo quemándose en la hoguera del infierno del deseo. 

El acto más atavico y primitivo de la raza humana se había prendido de sus entrañas y simplemente no podían parar. Una posición seguía a otra, movimientos cadenciosos o totalmente furiosos y descontrolados. 

Gemidos, palabras incoherentes y hasta llanto salían de esos dos seres que por casualidad se encontraron esa noche pero que aún sin saberlo, se habían buscado toda la vida. 

_ ¡Oh Dios ! ¡Por Favor Luna , no te muevas ! - Decía Nicolás tratando desesperadamente prolongar el tercer momento de esa mágica unión antes del clí***

La pasión que había despertado en Nicolás esa mujer desconocida, no tenía precedentes en sus múltiples conquistas del universo femenino. 

Su olor, su sabor, sus gemidos, su belleza , todo en ella le estaban dejando poseído de un sentimiento tan profundo que no quería salir de su interior. 

Era ella. La había buscado toda la vida. No sabía nada de su historia pero estaba conociendo cada parte de su glorioso cuerpo y todo lo que le hacía temblar de deseo. Y supo, sin que ella lo dijera, que fue con él, que por primera vez ella experimento la fuerza colosal del orgas** femenino. 

Lo supo porque ella abrió sus ojos inmensos apenas el sintió tremendas contracciones de su vientre y luego entrecerró su mirada lanzando un grito ahogado de total placer. 

Luna no podía pensar. Su cuerpo completo estaba sumergido en un río de placer nunca experimentado. Parecía una muñeca rota en los brazos de ese hombre que la cambiaba de una posición a otra para seguir amándola.

Por momentos, creía que su corazón de tanto latir enloquecido iba a parar definitivamente. Su cabello era un desastre desparramado en la cama y su cuerpo totalmente desnudo cambiaba de posición como una marioneta por las manos lascivas de ese hombre maravilloso. 

La boca de Nicolás había recorrido, chupado y mordido cada parte de su cuerpo.

Ella gemia, hablaba cosas sin sentido, gritaba su nombre enloquecidamente porque el placer le nublaba el juicio. 

Esto era un caos glorioso. El mundo real se había detenido en esa noche de Lujuria. No existía en su mente ningún pensamiento coherente. No podía pensar. La urgencia de su vientre seguía reclamando más placer y era capaz de suplicar por él. 

En todos los años que debió aguantar a su ex esposo , a sus manoseos torpes y su asquerosa proximidad , jamás ni siquiera imaginó como se sentiría tener se** con la persona correcta. Y este hombre desconocido lo era. Y no tenía nada que ver con lo que la sociedad entendía por correcto. No tenía que ver ni con posición social, intelectual o moral. . Solo era el cuerpo del hombre. Su olor , su sabor, sus movimientos sexuales, lo que le provocaba a ella. 

El tipo podría ser un ignorante, un asesino, un psicópata, un hombre corriente, un rey o un mendigo. Solo era el hombre que le gustaba tanto que quería fundamentalmente sentirlo. Y todo en el la embriagaba como una droga exquisita. 

En los pocos momentos de descanso en esa maratón suicida en la que estaba metida respiraba agitada tratando de poner un poco de paz a su interior pero su boca iba hacia el hombre que transpirado descansaba también a su lado y se prendía sedienta en alguna parte de ese cuerpo que la enloquecia. 

Y eso volvía a movilizarlo. Y el repetía su nombre : 

_ Luna , Luna.... y volvía a empezar ese exquisito calvario. 

Solo cuando fueron juntos al baño y juntos se pusieron bajo la ducha el agua que corría por sus cuerpos desnudos pareció sacar a Luna de su locura un instante. 

_ Nicolás , tienes que irte. - dijo. 

_ No puedo nena - dormiré contigo.- dijo él. 

Luna no podía amanecer con un desconocido en su habitación de hotel. Aunque no quisiera separarse nunca de él. 

_ Tienes que irte. Mí esposo llegará dentro de poco. - mintió. 

_¡ Tu esposo ! ¡Eres casada ! - él la miró asombrado y de golpe cogió una toalla y salió del baño. 

_ Nicolás espera - dijo Luna saliendo del baño también. 

El ya se vestía. Y toda su actitud era diferente. Una muralla de distancia estaba siendo construida por Nicolás. 

_ ¿Podemos vernos mañana ?- dijo Luna. 

_ Lo siento nena. Fue bonito. Pero ya terminó. No me acuesto con casadas. No destruyo familias. Y tú, si quieres un consejo , tampoco deberías hacerlo. -- dijo. Había en su mirada cierta frialdad y desprecio que dolía. 

Ella estuvo a punto de decirle la verdad. Pero se dió cuenta que sería inútil. El ya caminaba hacia la puerta y después de mirarla, salió sin una despedida. 

El primer hombre que hizo temblar a Luna se había marchado. No conocía siquiera su apellido. Ni el conocía el suyo. 

--Fue bonito , pero ya terminó - dijo él.

Luna se tiró en la cama del hotel aún arrugada y desarmada por el movimiento que allí había pasado. Sin dudas ,la mujer que había estado allí , con total libertad de su cuerpo, no era ella.

Era una persona desconocida con total libertad de emociones y de sensaciones.

Su esposo le decía que era una tabla frígida. Resultó que era mentira. Cada parte de su cuerpo tenía terminaciones nerviosas que ella ignoraba hasta esta enloquecida noche con ese hombre extraño, un total desconocido de Belmont.

Y ahora , sin él a su lado, también experimentó un sentimiento de vacío y de ausencia total, una soledad cruda que dolía, que daba frío, que producía inquietud y desesperados deseos de llorar como si una gran pérdida hubiera acontecido en su vida.

Luna, con la boca lastimada de tantos besos y la entrepierna dolorida por la invasión desenfrenada, supo que el primer amor real de su vida había llegado y después de regalarle el cielo, se había marchado quizá para siempre. Pero ese fugaz amor había valido la pena. Sin dudas que sí. Aunque tuviera que llorarlo la vida entera.