Continuación de la novela La esposa del emperador...
Marcos ha conocido a la mujer que va a ser su emperatriz y hará todo para tenerla a su lado.
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Capítulo 4
Después de ese super abrazo que se dieron padre e hija en esa habitación, ambos salieron del despacho y se encaminaron hacia las escaleras. Al llegar a ellas, Rogelio ve a su asistente y le dice que prepare su carruaje que va a salir.
Cuando termina de decir esas palabras, continua con Ema hasta su habitación, cuando llegan pueden ver que la puerta estaba abierta, por lo cual entran. Ema se dirige al armario y de dentro de él saca una valija, la cual rápidamente es llenada con las pocas prendas que están en condiciones de llevar. Su padre, al ver la ropa que estaba empacando, no lo podía creer.
Él todos los meses le daba dinero a su esposa para que le comprara ropa nueva, a Luisa y a Ema, Y al ver el armario de esta última era obvio que desde hace rato, no le estaban dando su lugar, apenas instalara a su hija con su ex cuñada, se encargaría de darle un escarmiento a su esposa.
Cuando ya Ema tenía todo listo, ambos bajan las escaleras.
-Espérame aquí un momento.
Dice su padre y se encamina en dirección a su despacho, dejándola allí. Un momento después aparecen los tres insoportables, quienes la estaban esperando.
-¿Qué fue lo que le dijiste a padre?
Pregunta enojada Luisa.
Antes de que siquiera Ema pudiera abrir la boca, Antonia se da cuenta de la maleta a los pies de Ema, por lo que la pregunta:
-¿Y esa maleta?
-Ema saldrá una temporada de vacaciones, por eso la maleta.
Dijo su padre regresando a la habitación, ahorrándole la conversación con esa mujer.
-¿Y a dónde piensa ir?
Pregunta Antonia, mirando a Víctor para que él se oponga.
-Yo no sabía nada de esto.
Dice él algo dudoso.
-Eso es porque yo soy su padre, conde Víctor, y yo decido si dejo a mi hija ir o no de vacaciones.
Responde, tajante, el padre de Ema, haciendo que ninguno de los tres pudiera argumentar nada más.
-Vamos, hija, se nos hará tarde y es largo el camino.
Dijo Rogelio y ayudó a su hija a cargar la maleta hasta el carruaje. Los dos salieron sin saludar a nadie. Ella porque nos le importaba ninguno de los tres en lo más mínimo y él porque estaba enojado por lo que empezaba a sospechar al ver el armario de su hija y la preguntadera que habían hecho cuando iban a salir. Él amaba a su esposa, llevaba años casado con ella, pero algo le decía que ella no había sido buena madre con su hija y si eso era así, no se lo perdonaría.
El viaje se les hizo un poco cansador, pues tardaron dos días en llegar a destino, la propiedad de su tía Daniela estaba cerca de un bosque, por lo cual estaba algo alejada del pueblo más cercano.
Cuando en el lugar se escuchó que se acercaba un carruaje, Daniela salió en compañía de algunos de sus soldados, a ver quien se acercaba a sus tierras. Se llevó una gran impresión al ver el estandarte de la casa de su ex cuñado, en el costado del carruaje. Más aún se sorprendió al ver a Rogelio y a una joven bajar de él.
Ella se acercó y abrazó a su sobrina, a la que reconoció de inmediato, ya que se parecía mucho a su difunta hermana. Después de tomarse el tiempo de saludarse, los tres entraron al interior, donde Ema le contó por qué estaba aquí. Le dijo lo mismo que a su padre y Daniela se lo creyó al verla bien, pues ella estaba muy delgada.
Su padre se quedaría con ella dos días y luego regresaría a sus tierras. No podía dejar sus negocios tirados y debía darle el espacio que su hija le pidió para sanar. Además, tenía que averiguar que era lo que hacía su esposa con el dinero que le daba para que le comprara cosas a su hija.
Justo en el momento en que los dos se estaban despidiendo en la entrada de la propiedad de la Daniela, Ema abrazó a su padre y le dijo que se cuidara mucho que el viaje podía estar lleno de peligros. Aunque dijo viaje, ella se refería a la casa, no estaba segura si su padre estaría seguro regresando allí solo, pero como ella no había revelado nada de lo que Antonia le hacía, él debía estar bien.
Rogelio le dijo que no se preocupara que él estaría bien y abrazo a su hija. Antes de subirse a su carruaje, saco un pequeño maletín y se lo paso a Ema.
-Úsalo con cuidado.
Le dijo y se subió al carruaje, el cual emprendió camino de inmediato.
Ema al entrar de regreso a la casa fue hasta la habitación que su tía le dio y abrió el maletín encontrando que estaba lleno de dinero.