La Archiduquesa Se Esta Volviendo Loca.

Una semana después de que Conan partió hacia la guerra, entre la madre y los hermanos de Maleja idearon un plan en el que el pobre mayordomo de nombre Javier sería quien resultaría perjudicado. Fue acusado de robo y, por más que él declaró una y otra vez que no había sido él, sus declaraciones no tuvieron peso, ya que era acusado por varias personas. Teniendo tanto en su contra, no le quedó más remedio que salir de esas tierras.

A medida que pasaba el tiempo, Javier, desde lejos, solo era un espectador viendo cada suceso que pasaba en las tierras del ducado de la familia Greco, tierras que antes eran bendecidas y prósperas. Se podría decir que entre su gente eran los más afortunados en todo el Imperio. Desgraciadamente, lo peor que se pudo hacer fue abrirles las puertas a esa mala mujer y su maldita familia. Desde que ella puso un pie en las tierras, todo no hizo más que decaer.

Con toda la pena y el dolor en su corazón, el mayordomo Javier tuvo que partir, pues no podría seguir viendo y mucho menos deambulando por esas tierras. Gracias a Maleja, él no era bienvenido y sin la presencia del Duque, era mucho menos requerida su presencia. Así que, sin más, partió.

A medida que pasaban las semanas, supo por rumores que circulaban en todo el Imperio que decían que el emperador Ramsés había anulado el matrimonio de su primo Conan y la señorita Maleja. Después de unas semanas, había desposado a Maleja, convirtiéndola en la primera concubina en el palacio. Había tres concubinas más, pero esta fue convertida en la principal.

Después de un mes, misteriosamente, la que antes se supo la muerte de quien era la Emperatriz, por circunstancias poco claras, le dio un infarto a su corazón, quedando claro y sin sospechas de que alguien fuera su causante. Además, desde días antes, se podía ver que esta tenía problemas en su corazón y que incluso el embarazo que ésta tenía podría ser muy riesgoso para su salud. El embarazo la deja sin energía, ya que este le consumía todo, dejándola así sin fuerzas para seguir.

Y poco a poco termino dándole una muerte así.

Entonces, con el puesto de Emperatriz vacante y con el acoso de los señores de la corte que recalcaban que este no podía seguir sin estar ocupado, así que debían poner a una nueva Emperatriz Regente.

Ramsés no le vio problema en subir al poder a Maleja, ya que en el poco tiempo en el que estuvo en el Palacio pudo llegar a congraciarse y crear muy buenas alianzas con varios nobles.

Teniendo así el apoyo de estos para subirla al poder.

Y como desde el primer momento ella quería y había dicho, terminó por convertirse en la Emperatriz del Imperio ICO.

En tan solo 15 días y después de la dichosa muerte de la antigua Emperatriz, Maleja fue coronada y puesta al poder.

Quienes no cabían de la dicha eran los hermanos y madre de esta que únicamente daban gracias a quien escuchara sus agradecimientos y no se cansaban de repetir que todo lo que ellos querían, por lo que tanto trabajaron, dio sus frutos para recoger bendiciones y eso era entrar a la familia real como hermanos y madres de la Emperatriz.

El mayordomo empezó a tener un poco de miedo, ya que aquella mujer al poder le sería muy mal a todos los plebeyos y no podía sacarse de su mente a los pequeños que eran hijos de esta y de su amo.

En el Palacio preguntó si había niños con la Emperatriz, pero dijeron que no, que todos estaban a la espera, porque ese mismo día en el Palacio estaban festejando que la en ese entonces su Emperatriz había dado la noticia que estaba embarazada.

El próximo hijo de Maleja sería el príncipe o la pequeña princesa. Cada vez que escuchaba una nueva negativa de aquellos por los que preguntó razón alguna por los niños, su cuerpo se erizaba, pues no podría evitar tener un mal pensamiento sobre ellos sin poder tener el apoyo del Duque, ya que se encontraba en guerra y no podía evitar tener cierta rabia por la maldita mujer que se hacía llamar su esposa.

Pues mientras que él luchaba por este mismo Imperio, la mujer que él dejó como su esposa se revolcaba en la cama de su nuevo esposo, cosa que Conan no sabía, ni siquiera que se había anulado su matrimonio y mucho menos que sus tierras fueron decomisadas.

El mayordomo Javier, después de buscar por todo el Palacio y de preguntar y mirar por 15 días por la mansión alguna sirvienta que le avisara, y al ver que no tenía ninguna pista de los pequeños Duques, se fue directamente hacia las tierras del Condado a preguntar.

Cuando llegó ahí, fue duro para su viejo corazón y sin poder evitar, salían lágrimas de sus ojos, pues ya que había vivido en las tierras desde que era un pequeño, incluso el padre y el padre de su padre habían vivido en esas tierras y nunca antes las había visto así, tan destruidas, tan desoladas, daban lástima. Al llegar a la que antes era la mansión Greco, prácticamente estaba desolada, puertas y ventanas rotas.

El escenario no era nada bonito para la que previamente era una grandiosa mansión, y con dolor en su corazón, tenía que seguir avanzando y sobre el destino de los pequeños. Mientras avanzaba, una parte de su mente tenía un poco de miedo, pero la otra parte le decía y exigía saber qué podía hacer por los niños. A las pocas personas que quedaron en las tierras, preguntó y dijeron que nunca más los vieron, incluso pensaron que los ospino les tentó su corazón y se los abrían llevado. Pero la verdad es que ninguno supo dar razón de aquellos. Mientras avanzaban en la mansión, solo le faltaba la parte del ático, y con gran dolor, consiguió llegar hasta encontrar la última puerta. Claramente se podría ver que tenía un candado por fuera, evitando así que alguien saliera o entrara en esta.

El candado que estaba sujeto a la puerta tenía la llave en esta. Así que, obviando el leve olor que salía de la habitación, Javier al abrirla y ver aquella escena, pudo sentir como de la nada perdía sus fuerzas en sus piernas y caer de rodillas, pues ni en sus pensamientos más locos imaginó lo que se encontraba delante de él. Sus ojos se veían en una pequeña cama de aspecto mugriento, ni siquiera los mendigos podrían utilizar para dormir. Ahí, en esa cama, se encontraban los dos pequeños Duques.

Como pudo, en la misma posición de rodillas, se descalzó hasta alcanzar esa cama. En esta se podría notar que, lastimosamente, los niños estaban quietos como dormidos, pero la triste realidad era que se encontraban muertos. Pues el color y olor inconfundible que desprendían los pequeños era aterrador para quien estuvo allí sus primeros años de vida.

El color que habían adquirido era aterrador. Su corazón se lamentaba una y otra vez que, si solo tal vez él no hubiese partido hacia otras tierras sin importar qué maldad lo hubiese echado, si solo tal vez él hubiese quedado aquí, estarían vivos. Este solo podía notar cómo los niños estaban quietos y varias almohadas habían caído bajo la cama. Al analizar aquella escena una y otra vez, fue muy fácil para su mente adivinar cuál habría sido la forma en que los niños habían muerto.

Con las pocas fuerzas que le quedaron, se levantó. Mientras iba a las tierras que estaban detrás de la mansión, dos pequeños huecos en los que podría sepultarlos. Mientras hacía aquella tarea, no podía evitar derramar lágrimas. Ellos no merecían morir de esta forma. Su mente únicamente tenía preguntas sin respuestas y se preguntaba cuál era la necesidad y razón para hacer aquel acto. Pero, lastimosamente, no encontraría respuesta. Únicamente pensaba en su corazón por sus pequeños amos.

Con el pasar del año y medio, se dio fin a la guerra. Había terminado cuando Conan quiso volver. Tenía frente a él lo que antes eran sus tierras y al enterarse por todo lo que pasó en su ausencia. En un principio, no le importó que no tenía tierras. Nunca le importó al enterarse que la gente lo odiaba, no le importó que sus soldados se fueran. Nada de eso fue de su importancia. Él solo quería saber una cosa y era dónde estaban sus hijos.

Javier, al ver el estado de desesperación en que estaba su amo, lo tomó de la mano y lo condujo hasta dónde se encontraban aquellas tumbas y explicándole qué era lo que había pasado. Conan únicamente lloró en una noche por completo arrodillado en las tumbas de sus hijos.

No importó la lluvia que caía en ese momento, no le importó nada. Aquel hombre lloró. Su desesperación fue tanta que, sin importar nada lo que le pasara a él, en su cabeza solo podía existir venganza, sin importar qué era lo que pasara con él. Ya sabía qué era lo que haría.

Dos días fueron los que le bastaron para saber todos y cada uno de los movimientos de quien antes fuera su suegra, sus cuñados y también la mujer que fue llamada a su esposa, aquella que amó tanto y de la cual estuvo cegado. Desgraciadamente, hacia su vida lamentable una y otra vez se reprochaba lo estúpido e ingenuo que fue antes.

Cuando ya todo estuvo pensado, que era lo que iba a hacer, se adentró a las habitaciones del palacio, buscó y se llevó lo que según pensaba, le pertenecían. Y esos eran la vida de aquellas porquerías.

Podría decir que todo pasó muy rápido. Un lunes desapareció la madre, el martes desapareció uno de los hermanos y el miércoles desapareció otro de los hermanos de Maleja. En el Palacio no se sabía qué hacer. Por más que regulaban la seguridad, siempre terminaba desapareciendo alguien. Maleja se lo hacía todo muy raro, pero ni pensamiento de que tal vez fuera Conan.

Este, al saber que no tenía tierras y no tenía la entrada permitida hacia el palacio, podría ser, pero el odio en su corazón y sin importar que incluso Maleja se estaba en la misma habitación que el emperador, este entró y le dio un golpe muy fuerte en la cabeza, la tomó y se la llevó.

El viernes sería el día en que todo se llevaría a cabo. Mientras esas cuatro personas se encontraban en las mazmorras de aquí en la que antes fuera la mansión, se encontraban todos inconscientes. Pero Conan, con ayuda de Javier, les arrojó agua fría. Esto causó que despertaran.

Maleja no se cansaba de decir que lo que él hacía era traición y que cuando su esposo se diera cuenta, lo mandaría a ejecutar. Que su cuello quedaría divino por el filo de la horca, decía esta, mientras que la madre y hermanos estaban callados. Ya que ellos habían vivido el terror de las torturas que podía ocasionar el Duque días antes.

Todo pasa tan rápido. El Duque ya no quería seguir con esto, así que de un momento para otro, mientras se acercaba a Maleja con un cuchillo, le preguntó:

-¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué mataste a los niños?

Maleja, desconcertada, solo lo miraba con interrogativas, preguntándole:

-¿De qué me hablas? No sé de qué hablas.

A lo que Conan solo repetía lo mismo, pero esta vez un poco más alterado.

-¿Por qué lo hiciste? ¿Porque mataste a los niños?

-¿De qué me estás hablando? Yo no maté a nadie -decía, un poco perdida e incluso se podía notar el desconcierto en su rostro.

Su impresión fue tanta que por un momento se quedó solo mirando a sus hermanos. La vista de sus hermanas solo van a echar la mirada, pues ya que esto le habría dicho a su hermano que los encierra en la habitación y luego mandaría a Javier por ellos, más en ningún momento mandó matarlos. Ya sin poder hacer nada y mucho menos evitar y teniendo el destino ya trazado de todos y cada uno, Conan se dirige al hermano de esta, pues había visto la señal que esto se habían dado. Se decidió en que sería el primero en degollar, luego siguió con el otro hermano y poco después la madre de estos.

Maleja, al ver el destino de cada uno y al mirar cómo la vida de su madre se extinguía, no dudó en gritar y gritar. Mientras que la mansión Greco era invadida por todos los soldados reales, al llegar al calabozo ya era muy tarde. Pues en una esquina se encontraba Maleja desangrándose, intentando llevar sus manos hacia el cuello tratando de detener la herida, pero sería imposible. Mientras que los soldados e incluso el emperador solo alcanzaron a ver cómo Javier y Conan consumían una copa de vino cada uno. No era difícil de saber lo que aquellos estaban consumiendo, pues sabrían el destino que tendrían al ser atrapados. Así que decidieron beber veneno para terminar con sus vidas.

Así fue la trágica historia de una familia. Para Conan, al final no hubo familia ni una nada. "Qué libro tan patético", pensó en su cabeza Lorena al terminar de leerlo.

Para ella, Conan no merecía ese final, ni mucho menos los niños. Recuerda que al terminar de leerlo, lo calificará de una muerte innecesaria para los niños y demasiado injusta. Pero no podía hacer nada, ya que ella no había sido quien había escrito, y esto solo era una fantasía de alguna loca. Pero ¿quién sería ella para juzgar? Ese mismo día, su enfermedad le ganó la batalla, dejando como último pensamiento: "Si tuviera la oportunidad, no sería tan estúpida como Maleja".