Hito es tratado injustamente por la familia de su esposa. Recibe todo lo peor, pero aun así permanece fiel por amor.
Sin embargo, con el paso del tiempo, Hito va siendo cada vez más ignorado. Su esposa incluso lo engaña abiertamente con otro hombre.
Hito es humillado y considerado un inútil que solo vive a expensas de ellos. Pero ninguno de ellos sabe que Hito es, en realidad… un soberano.
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Capítulo 5
Hito se rió a carcajadas. "¿Tu amante?" El hombre negó con la cabeza. "Ni siquiera puede comprar zapatos baratos, Velia. Yo compré todas esas cosas para ti".
Ahora fue el turno de Velia de reírse a carcajadas. Incluso la risa fue acompañada por los familiares de Andreas.
"Muy gracioso, Hito. ¿Estás soñando o tomaste la medicina equivocada?" Velia volvió a reír.
"Tu esposo probablemente esté soñando en este momento, Velia", comentó uno de los familiares.
"Mejor vete a casa, Hito. Me da vergüenza que estés aquí. No significa que porque te veas bien vestido así, pueda aceptar tu presencia". Velia negó con la cabeza. "Nunca estaré contigo".
Hito esbozó una sonrisa. "Quién querría volver contigo. Me da mucho asco volver con una mujer infiel como tú".
"Bien... al menos podemos separarnos", dijo Velia.
"Vine aquí para decir eso, pero quiero presentarme ante ustedes. Durante todo este tiempo solo he usado mi apodo. Ahora presentaré mi nombre real. Soy... Hito Wiliam Hutomo", dijo Hito.
Todos guardaron silencio, pero momentos después se escucharon carcajadas de los familiares. Se rieron al escuchar el apellido de Hito, que es el mismo que el del empresario número uno en el país B.
"Tu esposo está realmente loco, Velia", dijo otro.
"Parece que no me creen", respondió Hito.
"¿Cómo podríamos creerle a un hombre pobre como tú?", dijo Dena.
"Eres tan arrogante, Dena. En diez minutos tu compañía estará en bancarrota". Hito llamó a James. "Hola, James. Haz que la compañía de mi cuñada se vaya a la quiebra ahora mismo".
Dena se echó a reír. "Realmente parece que no está en sus cabales. Esperemos diez minutos".
Los segundos que pasaban las manecillas del reloj hicieron que todos esperaran lo que le sucedería a la compañía de la familia de Dena. Por supuesto, todos consideraron que las palabras de Hito eran imposibles.
"Ya han pasado diez minutos. ¿Dónde está...? No pasa nada", dijo Dena mientras mostraba el reloj en su muñeca.
"Tu teléfono sonará y te pediré que nos hagas escuchar a todos lo que dice la persona que llama", dijo Hito.
El teléfono que sostenía Dena sonó. Una llamada telefónica de su padre. La mujer dudó en contestar porque las palabras de Hito resultaron ser ciertas.
"Usa el altavoz. Queremos saber noticias de esa persona", dijo Hito.
Dena deslizó el botón verde y activó el altavoz. "Hola, papá".
"Dena... todo está destruido, cariño. Nuestra compañía está en bancarrota. Pídele ayuda a tus suegros para ayudar a nuestra compañía". ~ El padre de Dena.
El teléfono que sostenía Dena se cayó. Todos guardaron silencio porque lo que dijo Hito era cierto. En diez minutos, la compañía de la familia de Dena estaba destruida.
Hito se rió. "¿Ya me creen o todavía falta algo? ¿Quieren que destruya las compañías que han construido?"
"¿Quién eres tú y qué le hiciste a la compañía de mi familia?", gritó Dena.
"Pediremos ayuda a Aldo", dijo Ariel.
Hito se rió aún más al oír eso. "Otra vez Aldo. ¿No han escuchado las noticias? Por favor, investiguen las últimas noticias de la familia Aldo".
Las palabras de Hito hicieron que algunos familiares sintieran curiosidad. Algunos buscaron noticias a través de los medios de Internet. Sus ojos se abrieron al descubrir que la compañía Cc Corp está en bancarrota en este momento.
"Velia... tu esposo está diciendo la verdad", dijo una mujer vestida de negro.
"No lo creo. Déjame verlo por mí misma", dijo la mujer. Velia vio noticias sobre Aldo y su compañía. Sus ojos se abrieron al descubrir que la compañía de Aldo también está en bancarrota.
"¿Quién está detrás de ti, eh?", preguntó Velia.
"Ya te lo dije. Mi nombre es Hito Willian Hutomo".
"Denunciemos a las autoridades si hay alguien loco que dice ser de la familia Hutomo", dijo Mutia.
Hito negó con la cabeza porque los familiares de su esposa todavía no creían lo que decía Hito. Claramente, dos pruebas ya estaban frente a sus ojos.
"Adelante. Estoy esperando la llegada de las autoridades", dijo Hito mientras dejaba caer su cuerpo en el sofá. El hombre se sentó con las piernas cruzadas como un gran jefe. Por su apariencia ya era convincente que Hito era un gran jefe, pero los familiares de su esposa todavía pensaban que era solo una mentira.
"Ariel... tienes algún contacto importante, ¿verdad? Contáctalos rápidamente y haz que arresten a este yerno desvergonzado", ordenó Mutia.
"Mamá, cálmate. Ariel lo contactará de inmediato".
Mientras Ariel contactaba al comandante de las autoridades, Hito contactó a James para que llamara al general.
"Se acabó tu historia, Hito", escupió Ariel.
Hito resopló. "No yo, sino ustedes los que van a terminar".
"Ya veremos, en quince minutos te llevarán a una celda".
"Ya veremos", desafió Hito.
Quince minutos después se escuchó el sonido de un auto. Lo más pronto posible Ariel fue a recoger al comandante de las autoridades para arrestar a su propio cuñado. Ariel conocía al comandante por su difunto padre.
"Señor... arreste a ese alborotador". Ariel señaló a Hito. "Está afirmando ser de la familia Hutomo".
El comandante se acercó. Observó la apariencia de Hito de arriba abajo. "¿Tú eres el que está causando problemas?"
"No soy un alborotador, pero estoy diciendo la verdad. Solo que no me creen hasta que te trajeron aquí", dijo Hito con una mirada aguda.
El comandante se sorprendió un poco por la mirada que le dio Hito. Sintió que el hombre frente a él no era una persona común.
"Es el esposo de mi hermana. Un hombre pobre cuyo origen no está claro. Arréstelo rápidamente, señor", farfulló Ariel.
"¡No intenten tocarlo!"
Se escuchó una voz fuerte desde la entrada. Dos hombres acompañados por varios hombres uniformados. El comandante se sorprendió porque su superior también había venido al evento.
"¿Por qué viniste aquí?", preguntó el General.
"¿Me dijeron que arrestara a un alborotador?", respondió el Comandante.
"Es el hijo de la familia Hutomo. Cómo te atreves a tocarlo", dijo el General.
Inmediatamente eso sorprendió a todos los familiares, incluida Velia. Lo que dijo Hito era cierto, él es el hijo de Hutomo, el empresario y gobernante del país B.
El Comandante inmediatamente saludó. "Lo siento, señor".
"Te perdono esta vez", dijo Hito.
"Hito... ¿por qué no me lo dijiste desde el principio?", preguntó Velia suavemente.
Hito miró al General. "Lamento molestarte, General".
"No es una molestia, señor". Claramente, el General quería que su nombre siguiera siendo bueno ante una persona importante como Hito.
Hito miró a su esposa. "Velia... ¿te arrepientes de haber desperdiciado a tu esposo?"
"Perdóname, Hito. Me equivoqué", dijo Velia.
Hito sacó una tarjeta negra y luego la arrojó a la hermosa cara de Velia. "Ahí hay dinero por valor de un billón. El dinero es una compensación por mi vida que viví en tu casa. El dinero también es para mi manutención durante tres años y también como capital para tu compañía. Mañana... te espero en la corte. Nos divorciaremos".
Velia se sobresaltó. "¿Divorciarnos?"
Hito salió seguido por James, el General y otros. El sonido de los gritos de Velia llamándolo, el hombre no los ignoró en absoluto.
Continuará.
