De una manera misteriosa, Serena y su amiga terminan en un mundo diferente al suyo, y ambas toman cuerpos distintos al suyo.
Serena es la Omega despreciada, mientras que su amiga Katia es una sirvienta de la mansión.
Ambas tendrán que sobrevivir, y ser débil no será la manera.
Las tienen el mismo objetivo, vengarse, salir adelante y también tener un marido.
Todo estaba claro para ellas, pero sin querer, ambas terminan metidas en las vidas de quienes menos imaginaban.
¿Qué puede salir mal en un mundo desconocido?
Acompañame a descubrirlo
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En su nueva vida
Ambas jóvenes llegaron al carruaje, y en cuanto estuvieron dentro, que cerraron la demacrada puerta, comenzaron a hablar en un susurro.
—Amiga que se supone que haré con mi vida, no soy buena en las tareas domésticas, más bien no sé ni hacer un huevo frito, esto es una tragedia, al menos soy una belleza y tengo buen cuerpo, no está todo perdido— se lamenta Susana con apenas un susurro, su amiga se ríe, pues Susana siempre ha sido muy perezosa en cuanto hacer los labores domésticos.
Susana, al igual que su amiga, es hija de padres fallecidos, y sus padres eran dueños de una cuantiosa fortuna, y ambas son de la misma edad, Susana era la segunda al mando en la organización, era su mano derecha y también su confianza.
Ella al ser la única hija de sus padres, a diferencia de Serena, no siguió del todo los pasos de ellos, y aunque es una excelente profesional en todo lo que hace, no es tan buena en esa área.
—Que no cunda el pánico, no te vas a morir por hacer las tareas de una doncella— dice ella entre risas.
— Claro que sí, ¿qué me dices de ti? Eres hija de la familia Ortega, y te tratan como un perro, y todo por ser una Omega que es de la raza de los lobos, y aunque son hermanos de los perros, son diferentes y son más geniales. Supongo por tu apariencia, todos han de ser papucho —explicó ella emocionada y Leyla dejó de reír.
—Al parecer estoy destinada a morir en un año, solo porque un hombre se fija en mí, qué ridículo. Como no tengo planes de morir joven y virgen, me iré de este imperio al imperio que la madre de esta chica le dejó una propiedad. No voy a esperar que la muerte venga a buscarme por segunda vez, en esta vida tengo que casarme, así sea con un jardinero— dice Leyla con mala cara.
—Lo del hombre está bien. Tampoco vamos a huir como dos gallinas; debemos de ser más inteligentes que estos cavernícolas. Usaremos todo nuestro conocimiento para defendernos, no en vano se nos ha dado otra oportunidad— opina nuevamente Katia.
—Claro, eso es lo que haremos, nos iremos de este cuchitril de imperio, pero primero tomaremos venganza de esa familia, tomaremos esto como una misión de vida— dice Leyla muy emocionada.
—Será así, yo también quiero un esposo, pero ¿qué hay de mí? Esta joven solo es sirvienta, no ves mis flácidos brazos, si se arma una trifulca, voy a morir— dice ella con pesar.
—Deja eso en mis manos, por suerte la madre fallecida de esta joven, la preparó bien y es una joven poderosa, en sus recuerdos pude ver qué tiene más fuerza y poder que sus hermanos, pero aun así sigue siendo una Omega, ese es el rango más bajo que existen en la raza de los lobos, tengo magia de tierra y electricidad, como también la capacidad de curar heridas de cualquier índole— explica.
—Bueno, me haré fuerte también, no dejaré que nadie me haga daño, no quiero ser damisela, las villanas son más hermosas— afirma Katia y ambas se toman de las manos mientras ríen con malicia.
La plática terminó entre ellas, y una hora después, el carruaje se detuvo en una mansión grande, la cual se ve hermosa, lástima que los dueños sean unas ratas despreciables.
Ambas salen del carruaje para enfrentarse a lo que sería su nueva vida a partir de ese día, el cual ya estaba terminando.
Cómo tienen recuerdos de esos cuerpos, ambas caminan hasta llegar a la parte trasera de la mansión, esa era la entrada de la servidumbre.
Las dos entraron al lugar, y el cochero trajo consigo las compras.
Dentro, había una joven con apariencia enojada, esa era la hermana de Leyla.
—Tú… Omega, te he estado esperando durante mucho tiempo, necesito que vengas a mi habitación y me ayude a lavarme— grita la mujer, quien debe de tener unos 20 años, es hermosa, pero tiene más veneno que una viuda negra.
Sin hablar, Leyla se va hasta donde estaba aquella chica de pie.
Sin más, ambos se ponen en movimiento, y en poco tiempo llegan a la habitación de Débora, la cual era lujosa.
Cómo sabe qué hacer, la joven va a hacer su trabajo, y preparó la bañera para ayudar en el baño a la «manca» de su hermana.
Después, va hasta ella y la ayuda a quitarle ese vestido de niña estúpida que tiene.
Al finalizar, ella y Débora se fueron al baño y allí la joven comenzó a hacer su trabajo. Claro, con mucho asco.
Durante todo el baño, aquella chica se quejaba por todo, y eso tenía de mal humor a Leyla, quien no planea vivir toda su vida como una sirvienta de aquella familia, prefiere ser mendiga a hacer algo como eso.
Cuando terminó de bañar a esa mujer, la ayudó con su vestido, y luego salió de allí y se fue a la cocina, en dónde estaba su amiga tratando de limpiar los platos.
Ella va hasta ella y la ayuda, ya que su pobre amiga no es buena en las labores domésticas.
Cuando las dos terminaron, ayudaron a la cocinera con la cena.
Después de mucho rato, por fin habían terminado de hacer la cena, y la cocinera les entregó a ambas amigas un plato de lo que parece comida.
Digo lo que parece, por qué en realidad no es más que una agua con algunas verduras, o intento de estas.
Sin darle importancia, ambas tomaron sus platos y se fueron a cenar a la habitación que comparten, porque sí, la servidumbre tiene que compartir habitación entre ellas.
Después de comer, ambas se turnan para darse un baño, y el agua estaba como el hielo.
Sin más remedios, se terminan bañando y después de eso se ponen su ropa de dormir y se acuestan en su dura cama, con la intención de tener un sueño placentero.