Princesa Asesina

Bosque infinito.

 En el fuego abrasador de una fogata una joven esbelta sentada en cunclillas acercó sus manos al fuego tarareando una canción dulce.

Su rostro a través del fuego abrasador se reveló, sus rasgos son finos como una orquídea en la primavera encantadora pero dulce como la miel, sus ojos dorados otoñales llenos de astucia podían cautivarte con solo mirarlos una vez, levantando ligeramente las camisuras de sus labios sonrió con picardía es como una belleza única e incomparable.

– ¡El fuego está listo! “Hum, hermano mío ¿piensas que Ali puede ser fácil de atrapar? ¡Sueñas! No me obligarán a casarme con un hombre que no conozco” – su voz dulce pero dominante resonó por todo el bosque.

La joven esbelta que disfrutaba del fuego fue alertada por los pájaros que salieron huyendo de los árboles como si algo peligroso se acercara.

Sintiendo el mismo sentimiento que los pájaros la joven se levantó de forma abrupta, mirando a su alrededor presentía que algo se acercaba hacia donde estaba.

Antes de que pudiera recoger sus cosas varios hombres de negro encapuchados descendieron de los árboles que se encontraban a su alrededor.

– ¡oh, no me atraparon! – lo pensó mordiéndose el labio con fuerza mientras buscaba una oportunidad para escapar.

Uno de los hombres encapuchados se acercó sosteniendo su espada en la palma pero no la desenvaino.

– ¡princesa Alia Kalisto, vuelva conmigo al palacio imperial! – habló fríamente.

La joven esbelta de belleza incomparable es Alia Kalisto, la única princesa del imperio Kalisto.

Retrocediendo lentamente Alia miró al hombre que le había ordenado regresar – ¿y si no quiero volver?

Justo cuando estaba por poder escapar uno de los hombres encapuchados le detuvo el camino, casi tambaleando Alia dio la vuelta mirando al hombre encapuchado con el que había chocado con una sonrisa nerviosa.

Mirando a su alrededor Alia sabía que no tenía escapatoria, todas sus posibles salidas fueron cerradas por los hombres encapuchados rodeándola en círculo.

– ¡hermano mayo! Eres realmente malvado…. ¡No estoy dispuesta a aceptarlo! Aún tengo que buscar a mi maestro se que tal vez me esté esperando ¡no me rendiré, ni me casaré! – murmurando como una maldición cerró los ojos tocando su pecho con dolor.

Sin embargo al instante los abrió de manera abrupta revelando en sus ojos dorados una luz astuta.

Sonriendo de forma traviesa levantado la cabeza de manera orgullosa – ¡parece que no tendrán la oportunidad de llevarme! – soltando estas palabras movilizó su mano sacando de su pequeña bolsita que colgaba en su cintura un extraño polvo rojo brillante.

El polvo rojo brillante fue rociado por todos los hombres encapuchados como copos de nieve que se habían convertido en sangre.

Tosiendo sangre uno de los hombres cayó al suelo.

– ¡no lo huelan, es veneno! – gritó el hombre quien le había ordenado a Alia que volviera con él al imperio.

Mirando a sus compañeros caer uno tras otro a pesar de haberse tapado la nariz sintió una vaga sensación de temor, su cuerpo que parecía estar bien también comenzó a debilitarse tambaleando para mantenerse desenvaino su espada enterrándola en la tierra.

Su cuerpo agitado parecía estar cubierto de la ira de la muerte pero su mente le impedía detenerse su misión era importante si no lo lograban morirían a manos del príncipe heredero quién es conocido por su lado cruel.

Cayendo al suelo el hombre encapuchado miró con ojos rojos a la figura hermosa que se mantenía de pie.

Alia quien ya estaba por escapar sintió un escalofrío recorrer su cuerpo mirando hacia atrás se encontró con los ojos sedientos de sangre del hombre encapuchado no parecía estar aterrada por esa mirada solo caminó con pasos elegantes hacia donde está.

Agachándose su mano blanca como la nieve tocó sus labios rosas fascinaste, su sonrisa astuta se reveló al instante murmurando las siguientes palabras – ¡no te molestes! Esto no los matara solo los paraliza por un tiempo, no me busques más o sino …. – levantándose colocó su pie en la espalda del hombre – ¡los mataré! Sé que mi hermano es un hombre cruel vete y no vuelvas dile que te puse un veneno paralizante a mi hermano se le ha olvidado que yo incluso si no tengo un despertar no soy del todo una inutil,  ¡soy la mejor en el veneno si yo quiero puedo decidir tu muerte ahora mismo! – habló de manera dominante.

El hombre encapuchado al ver la espalda hermosa alejarse se sorprendido nunca pudo creer que la princesa inútil más conocida del primer mundo fuera una chica astuta, dominante tan decidida a matarte si te metes en su camino por primera vez en su vida en entendió por qué el príncipe heredero la trataba como un tesoro inigualable vagando por su mente al final quedó inconscientemente.

Mientras tanto Alia quien se encontraba tranquila caminando como una diosa se detuvo apoyándose sobre un árbol con la mano en su corazón.

– ¡estuvo cerca! Es muy difícil, maestro me habías dicho que nunca tuviera piedad de alguien es solo que realmente no me atrevo a matar tengo algo de miedo, lo bueno es que se veneno, lo aprendí de ti sino me hubieran atrapado, ¡debo huir! Incluso si se van mi hermano vendrá personalmente por mi,  sé que lo hará siempre lo hace – susurró muy nerviosamente recordando las veces que quiso escapar.

En lo más profundo de su mente recuerda vívidamente como su hermano después de atarla a una cuerda la llevó volando al cielo temerosa aunque terca se negó admitir la derrota total ¿qué podía hacer? Después de todo es una inútil sin un despertar.

Exhalando aire Alia asintió con la cabeza de manera determinada salió corriendo a toda prisa ocultando sus huellas para que su hermano mayor no la encontrara cuando viniera a buscarla.

Corriendo por el denso bosque en la alta noche le es difícil de ver a simple vista lo único que le quedaba es continuar su camino.

En el momento que dio un paso al frente,  el suelo bajó sus pies comenzó a hundirse en tan solo unos segundos.

– ¡No! –gritó Alia tratando de sostenerse, sus ojos miraron al vacío el cual parecía no tener fondo algo le decía que si caía no sobreviviría.

Sus manos que se hundieron en la tierra no soportaron más, presa del pánico cerró los ojos esperando no encontrar una bestia antigua como en los libros del palacio imperial.