NO RENUNCIARÉ A NOSOTROS.

Alejandro.

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La Vi sonreír mucho durante la fiesta y aunque no pudimos compartir mucho tiempo juntos fui feliz mientras la vi feliz disfrutando su momento especial.

Antes de irme a la cama ayudé a mi madre, con sus últimos quehaceres, se veía cansada y al día siguiente tendría que volver a madrugar, mi madre es una mujer muy trabajadora, me ha sacado adelante sola, con su esfuerzo y su sudor y yo anhelo recompensar todo su esfuerzo y amor, me prepararé, estudiaré y seré alguien importante, quiero ser empresario y cuando eso pase sacaré a mi madre de trabajar, le compraré una hermosa casa y le pondré empleados para que la atiendan, ella se merece eso y mucho más porque ni con todo el oro del mundo yo podría pagarle todo lo que ella hace por mi.

Casi a las cuatro de la mañana me acuesto en mi pequeña cama, y al cerrar los ojos lo último que imagino es el bello rostro de la chica que me tiene loco, por ella también me superaré, quiero ser alguien, darle todo lo que ella merece, la haré mi esposa y seremos muy felices.

La alarma suena y me doy cuenta de que apenas han pasado dos horas y ya veo como mi madre se coloca de pie para iniciar su día laboral, su cama está en el otro extremo de la habitación que compartimos en la casa de empleados, ordena su cama y se mete al baño, intento volver a dormir, pero ya no puedo, así que me pongo de pie y acomodo mi cama, espero a que mi madre salga del baño para luego entrar yo, mientras tanto me paro junto a la ventana para admirar el bello amanecer, me encanta el sonido de los animales, el canto alegre de los pájaros, el cacarear de las gallinas, el relinchar de los caballos y el bramido del ganado, la hacienda ya está despierta, todos se preparan para un nuevo día.

Mi vista se pierde hacia el bosque que se esconde detrás de la gran hacienda, inevitablemente me llevo los dedos a los labios, recordando los besos que le di el día de ayer a Luciana, su boca es dulce y deliciosa.

_ Buenos días, hijo. _ saluda mi madre cuando sale del cuarto de baño perfectamente arreglada y lista para trabajar, son diez años que llevábamos aquí.

Mi madre es joven, pero se le ve cansada, deseo poder tener dinero para que ella ya no trabaje más, quiero verla más linda de lo que es, descansada y arreglada.

_ Buenos días, madre ¿Cómo amaneces?

_ Bien mi amor, _ se me acerca y deja un beso en mi frente. _ ¿Porqué no duermes un poco más? hoy es domingo.

_ No, iré a ver en qué ayudo hoy. _ ella sonríe, soy igual a ella, no me gusta estar sin hacer nada y ya me acostumbré a levantarme muy temprano.

Aunque no nos parecemos mucho físicamente, si lo hacemos en la personalidad, mi madre es de tez morena, con los ojos marrones y de cabello lacio y negro, mientras yo soy de piel trigueña, ojos azulados, con el cabello castaño oscuro, supongo me parezco más a mi padre físicamente, digo supongo, porque no lo conozco, ni siquiera sé cómo se llama, he descubierto que es un tema del que le cuesta mucho a mi madre hablar, por eso no le insisto en saber de él, con ella tengo suficiente, además supongo que sí ella no me cuenta de él tal vez él no sea un buena persona, en fin con mi madre me basta y me sobra.

_ ¿Hiciste tus tareas? ya mañana tienes clases.

_ Si, madre las hice el viernes por la noche. _ ella sonríe ante mi respuesta.

Se despide de mi y sale de la habitación, yo entro al baño, orino, me lavo los dientes y luego me ducho para alistarme e irme a las caballerizas, me encanta ayudar a atender a los caballos, también cada mes me dan una pequeña bonificación por mi ayuda que es los fines de semana y los días de semana en las tardes, no es mucho, pero me ayuda.

Al llegar a las caballerizas, Pablo el capataz me pide alimentar a los caballos y obedezco rápidamente, después de un par de horas ya está todo está listo, Petra, una de las empleadas y esposa de pablo nos indica que podemos ir a desayunar y yo soy uno de los primeros en ir en busca del comedor de empleados.

Al entrar al comedor observo la larga mesa servida, hay huevos rancheros, tortillas frescas y salsa casera, también hay café, leche y pan dulce, la mayoría de los empleados presente toman asiento, entre esos, yo.

Después de desayunar sigo ayudando a Pablo, mientras realizó mis tareas mi mente no deja de divagar en Luciana, me pregunto si tal vez ya se habrá despertado o, por el contrario, aún dormirá como una bebé, me inclino más por la segunda opción, se acostó, tarde y supongo estará cansada de tanto bailar.

Al medio día, después de almorzar me dirijo cerca a la casa grande para ver si puedo verla y la encuentro en una de las terrazas tomando limonada, sus mejillas están sonrojadas por el calor, me encanta admirar su belleza delicada, como no veo a nadie cerca hago ruiditos con mi boca para que voltee hacia donde estoy yo y ella lo hace, cuando nuestras miradas se conectan me sonríe feliz, así que le hago señas en dirección al bosque y ella asiente, me lanza un beso y se adentra a la casa, mientras tanto yo me voy caminando rápido hacia bosque.

En menos de cinco minutos llega hasta el árbol frondoso de mangos, tomo su mano y corremos hasta llegar a la orilla del riachuelo en el que corren aguas claras y frescas.

_ Te he echado mucho de menos en este día. _ digo envuelto en su aroma.

_ Y yo a ti. _ como de costumbre beso su frente y ella me mira con en ceño fruncido. _ Ya tengo 15 años. _ se queja y entiendo lo que quiere decirme.

Tomo su delicado rostro entre mis manos y beso sus labios con delicadeza, me siento nervioso.

_ Dame otro. _ vuelve a pedir y yo no le niego lo que pide. _ Me encanta que beses mi frente, pero me fascina que beses mi boca.

Me abraza escondiendo su cara en mi cuello.

_ Huelo a caballos. _ le digo.

_ Me encanta el olor a caballos. _ me abraza más fuerte y yo a ella, me encanta el olor de su cabello.