Entre La Razón Y La Piel

Entre La Razón Y La Piel

Muriendo en el interior (+18)

...[ P R E L U D I O ]...

~Liam

___________

Sujetaba su brazo con bastante firmeza, luchando entre mis principios y la tentación que me provocaba esa maldita.

—Allison, deja de hacer eso.

Dije, tratando de contenerme todo lo que pude. Pobre de mí, una loca estaba acosándome y hacía con mi cuerpo lo que placía. Todavía me quedaban fuerzas para decidir y quitarla con un movimiento de determinación. Y aquellas fuerzas me fueron arrebatadas cuando dijo lo siguiente...

—Está... muy dura —sonrió, complacida de saber lo que estaba causando.

Y a mí me mató.

Vete al diablo, Allison. No digas cosas así. Qué querías hacer de mi frágil mente.

...----------------------------------------------------------------...

...[ Un par de meses atrás ]...

~ Allison

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En el primer mes de clases de este año, para celebrar el aniversario de la institución, la facultad de Derecho organizaba una conferencia en donde participarían figuras renombradas de la abogacía a nivel nacional. Se sabía que la espera de la decisión sobre la persona que representaría a la universidad con un discurso, tardaría aproximadamente una semana o dos.

Se dice que la elección final no fue nada sencilla. Y no me extrañaba. No por nada mi nombre estaba entre los dos últimos candidatos. Pero al final, la selección no fue a mi favor. Y ese día pude entrever una sonrisa en el rostro de Liam Morelli dentro de esa calurosa y minúscula sala, seguramente le complacía ver cómo la humillación me carcomía por dentro.

¿Cuál era la necesidad de solicitar mi presencia específicamente para notificar que mi solicitud había sido rechazada? Entiendo que pudo haber sido meramente cortesía, pero lo único que habían conseguido con eso era que fuera la burla de este payaso, por ese momento y lo que quedaba del semestre.

—Igualmente, mis felicitaciones por haber sido casi elegida.

Casi, qué palabra tan vacía. La profesora me había extendido la mano y yo se la había estrechado por puro compromiso. Pero ¿Perdona? No quería sus felicitaciones de lástima y consuelo, el conformismo definitivamente no era lo mío, y si no iba a ser la mejor, prefería no haberlo intentado en absoluto.

—Estoy cansada de ti —musité al salir del despacho.

Traté de contenerme para no azotar la puerta en la cara de mis superiores. No lo miré, sabía la sonrisa que se dibujaría en su rostro al confirmar mi enojo.

—Ni siquiera sé por qué te importa tanto, ¿acaso estás celosa?

Preguntó el imbécil a mi costado mientras me seguía los pasos como un perro molesto. Yo reí de inmediato y con entonación sarcástica

—¿Celosa? Evidentemente, esta selección no fue objetiva.

Al escuchar mi comentario, sentí que se detuvo detrás, cuando giré me estaba mirando con rabia.

—¿Estás insinuando que no lo merezco?

Lo cierto era que, sobre Liam, los rumores abundaban. Era tan fácil como preguntarle a cualquiera que compartía clases con él, cómo engatusaba a las viejas roñosas que tenía por tutoras, a sabiendas o no, el hecho es que las tenía a sus pies. Y la doctora Baudelaire, la persona repudiable que había tenido la poca decencia de llamarme hasta aquí solo para hacer el ridículo, no era la excepción.

—¿Vamos a fingir que las miradas que te ha dedicado todo el rato en ese salón —señalé la puerta detrás—, son muy éticas de su parte?

Eso le molestó, supongo que estaba ofendiendo su raciocinio.

—Tú sabes que no es cierto. Soy el estudiante con las mejores calificaciones en toda la universidad —me apuntó con el dedo. Dios, qué nefasto. Todo el tiempo hablando con una condescendencia que me sacaba de quicio—. Pero eso no te deja tranquila porque tú eres solo una petulante insoportable que no puede evitar meterse en mis asuntos.

Increíble. Siempre era “yo”, “yo”, “yo”. El chico claramente tenía el ego del tamaño del mismo campus.

—En fin, la verdad es que no tengo tiempo para discutir contigo estas niñadas —le corté.

Me giré para marcharme y lo dejé de pie ante la nada. Le escuché murmurar algo por lo bajo pero no le presté demasiada atención. Por mucho que él pensase que era el más inteligente, también era un inmaduro y a veces, la única forma de lidiar con sus posturas, era ignorándole.

Liam se pasó el día entero, y el que le seguía a ese, indignado por mi comentario. El jueves estaba en su asiento, ojeando su cuaderno, cuando ingresé a la clase. Le vi levantar el rostro cuando pasé por su lado, y también me di cuenta de cómo lo bajó rápidamente para pretender que no me había visto en absoluto. Como si yo tuviera la mínima intención de querer interactuar con ese sujeto.

Pasando las horas, cuando todos estaban en receso, noté desde lo alto de las gradas, al maestro haciendo apuntes en su laptop y, al mismo tiempo, felicitando efusivamente a Liam, que se había sentado a centímetros de él como el adulador que era.

Al cabo de un rato, bajé los escalones, intentando aminorar mis pasos para afinar mis oídos ante su charla. Torcí los ojos hacia atrás. Al parecer, no era suficiente que tuviese encantadas a todas las mujeres que rondaban los más de treinta años. Y si iba a ser de esa forma con todos los maestros, durante todas las clases restantes que compartía con él –que no eran pocas–, me tentarían con saltármelas esta semana.

No, haciéndolo solo le daría la razón, y eso no lo haría jamás.

Regresé después de unos minutos, y me senté en las bancas fuera del aula para despejarme, a la vez que subrayaba las anotaciones que había hecho en mi libreta, luego de comprar un batido de mango y deambular por los jardines para quitarme el estrés de los hombros.

El maestro ya no estaba en su escritorio, y el idiota se había movido de su lugar. Quién sabe hacia dónde, probablemente a seguir presumiéndole a los demás para dejar que le llenen el orgullo con sus palabrerías. Sin darme cuenta, estaba agitando mi pie con fuerza y ahora que estaba consciente, ya no podía detenerme.

—Deja de comportarte así —le oí decir a mis espaldas, apareciendo de la nada.

Dejé de sorber el juguito para voltearme y mirarlo por un momento. Después, me volví a girar para hacer rayones en las hojas. Me coloqué los cascos para hacer mute su voz en mi cabeza y le subí tanto el volumen que es probable que él pudiese escuchar perfectamente la canción. Todavía miraba su silueta por el rabillo del ojo, esperando que se rindiera y se largara en algún momento; no lo hizo. En vez de eso, le vi caminar hasta quedar frente a mí. Quería obligarme a mirarle. Me quitó los audífonos sin que yo tuviese tiempo de reaccionar.

—¿Qué quieres? —pregunté cortante—. Estoy ocupada, ¿lo ves?

Se quedó ahí plasmado, admirándome con frustración. Me estaba poniendo bastante incómoda con su actitud de desdén y superioridad, ¿qué es lo que pretendía exactamente?

—Quisiera que dejaras de hacer esos gestos insolentes cada vez que algún profesor se acerca para felicitarme. Sé que estás irritada porque soy yo quien fue seleccionado para representar a la facultad, pero no tienes por qué tomarlo tan a pecho.

Ja, y ahora intentaba darme lecciones de conducta, como si él fuera un ejemplo excelente.

—Liam, cada uno a sus asuntos, ¿sí? —le desplegué mi mano para que me devolviera los cascos que todavía tenían la música a volumen alto—. ¿Sabes lo que quiero decir?

—Pero sigues metiendo la nariz en donde no te llaman —me dio los audífonos con brusquedad—. ¿Por qué no simplemente dejas de preocuparte por mi vida y te concentras en la tuya?

—Perfecto —le sonreí con falsedad—. Ahora, si no te importa —le hice un ademán, todavía con la esperanza de que se apartara de mi vista.

Sentí sobre mí su mirada de desaprobación antes de que decidiera volver a ingresar al aula. Odiaba que hiciera eso, quería que yo me sintiera como una niña regañada y me enojaba que me viera de esa forma en su pobre mente, porque lo hacía con toda la intención.

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Comments

Bettzi Iseth Nieto Peralta

Bettzi Iseth Nieto Peralta

éste prndejo no sabe cómo llamar la atención de la chica 🙄

2025-01-10

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