Sinopsis
Enzo, el hijo menor del Diablo, vive en la Tierra bajo la identidad de Michaelis, una joven aparentemente común, pero con un oscuro secreto. A medida que crece, descubre que su destino está entrelazado con el Inframundo, un reino que clama por su regreso. Sin embargo, su camino no será fácil, ya que el poder que se le ha otorgado exige sacrificios inimaginables. En medio de su lucha interna, se cruza con un joven humano que cambiará su vida para siempre, desatando un romance imposible y no correspondido. Mientras los reinos se desmoronan, Enzo deberá decidir entre el poder absoluto o el amor que nunca será suyo.
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Capítulo 4: Dilemas y Revelaciones
El siguiente día en la escuela pasó como una mera formalidad para Michaelis. Sus pensamientos estaban lejos de las lecciones y los quehaceres cotidianos. La visión del Inframundo y la presión que sentía estaban afectando cada aspecto de su vida. La conversación con Adrian el día anterior seguía resonando en su mente, y la conexión inexplicable que sentía con él solo intensificaba su confusión.
Cuando el último timbre de la jornada escolar sonó, Michaelis se encontró caminando hacia el parque nuevamente. Necesitaba un lugar donde pudiera pensar con calma y tal vez encontrar alguna pista sobre cómo enfrentar el destino que se le estaba imponiendo.
Se dirigió a su banco favorito, al borde del estanque. El sonido del agua y el canto de los pájaros solían ser una distracción agradable, pero hoy, no podían calmar el torbellino en su mente. Mientras se sentaba, sacó su cuaderno y comenzó a escribir. A veces, poner sus pensamientos en papel le ayudaba a ordenar el caos interno.
Sin embargo, mientras escribía, no pudo evitar recordar la conversación con Adrian. La forma en que él había mostrado preocupación por ella, cómo había notado algo diferente, la inquietud que sentía cuando estaba cerca de él... Todo eso estaba causando más confusión. No solo se estaba enfrentando a su identidad secreta, sino también a un sentimiento nuevo e inesperado: la atracción hacia Adrian.
En medio de sus pensamientos, la figura de Adrian apareció en el parque, caminando hacia ella. Michaelis sintió un nudo en el estómago, una mezcla de ansiedad y anticipación. Cuando Adrian llegó, se sentó a su lado sin decir una palabra, como si entendiera que necesitaba silencio.
“¿Todo bien, Michaelis?” preguntó finalmente Adrian, su voz suave y comprensiva.
Michaelis asintió, aunque no estaba segura de si podía confiar en él. “Solo… necesitaba un momento para pensar.”
Adrian la miró con una mezcla de curiosidad y preocupación. “Si necesitas hablar sobre algo, estoy aquí. A veces, compartir lo que llevas dentro puede ayudar.”
Michaelis dudó por un momento. La tentación de contarle todo a Adrian era fuerte, pero el miedo a las consecuencias era aún mayor. Finalmente, decidió hablar, aunque de una manera indirecta. “He estado sintiendo cosas… diferentes últimamente. Como si mi vida estuviera cambiando de una manera que no puedo controlar.”
Adrian la observó en silencio, aparentemente entendiendo más de lo que Michaelis estaba dispuesta a admitir. “A veces, enfrentarse a cambios difíciles puede hacer que nos sintamos perdidos. Lo importante es recordar que no estás sola. Estoy aquí para ti, sin importar lo que pase.”
Las palabras de Adrian le dieron algo de consuelo, pero también intensificaron su dilema. Se preguntaba cómo podría alguien como él, sin conocer su verdadero yo, ofrecerle tanta comprensión y apoyo. Era como si hubiera un vínculo inexplicable entre ellos, uno que Michaelis no podía ignorar.
La conversación se desvió hacia temas más ligeros, pero la conexión entre ellos se mantenía palpable. Al final de la tarde, cuando el sol comenzaba a ocultarse, Michaelis se despidió de Adrian con una mezcla de gratitud y tristeza. No estaba segura de cómo enfrentar sus sentimientos, pero el simple hecho de hablar con alguien sobre sus problemas le dio un poco de alivio.
Esa noche, la presión del Inframundo y las visiones seguían atormentando la. Michaelis se encontraba en su habitación, tratando de dormir, cuando de repente, una nueva visión la sacudió. Esta vez, no era un simple vislumbre del Inframundo, sino una experiencia inmersiva y vívida.
Se encontró en un paisaje desolado, rodeada por el fuego y las sombras. Las llamas ardían en un horizonte interminable, y el suelo estaba cubierto de cenizas. La presencia oscura del Inframundo era más intensa que nunca, y Michaelis sintió que estaba en el centro de una tormenta infernal.
Delante de ella, apareció una figura imponente, diferente a la de la visión anterior. Esta figura tenía una presencia aún más poderosa y aterradora, y sus ojos brillaban con una luz rojiza. La voz que emanó de esta figura era como un trueno en el vacío.
“Enzo,” dijo la figura con un tono autoritario. “Tu resistencia está agotando nuestras fuerzas. Es hora de que tomes una decisión definitiva.”
Michaelis intentó responder, pero su voz se perdió en el rugido del fuego. “No sé qué hacer. Mi vida en la Tierra… mis sentimientos… todo es confuso.”
La figura se acercó, y la presión en el aire aumentó. “El poder que llevas dentro es inmenso, pero también lo es el sacrificio que exige. Debes elegir entre abrazar tu verdadero destino o renunciar a él y vivir una vida en la que nunca estarás completo. Pero recuerda, la elección no será fácil, y cada camino tiene sus propias consecuencias.”
La visión comenzó a desvanecerse, y Michaelis se encontró de nuevo en su habitación, sudando y temblando. La intensidad de la experiencia la dejó exhausta y abrumada. Sabía que debía enfrentar la realidad de su situación, pero la decisión que debía tomar era aterradora y compleja.
Mientras trataba de calmarse, el ambiente en su habitación comenzó a cambiar. Las sombras en las esquinas parecían moverse por sí solas, y un frío inexplicable llenaba el aire. Michaelis encendió una luz, pero la sensación de estar observada persistía. Cada rincón de la habitación parecía esconder algo más siniestro, y el silencio era interrumpido solo por el sordo eco de sus propios pensamientos.
De repente, un ruido extraño y débil provenía del armario. Michaelis, con el corazón latiendo frenéticamente, se acercó lentamente. Con un temblor en las manos, abrió la puerta del armario, esperando encontrar una explicación lógica. Pero lo que vio la dejó paralizada.
Dentro del armario, colgaba un viejo abrigo de cuero. Al acercarse, notó que el abrigo estaba decorado con símbolos arcanos y desgastados. No había visto algo así antes, y no podía entender cómo había llegado allí. Sintió un escalofrío recorrer su espalda, como si el abrigo estuviera relacionado con las visiones del Inframundo.
La sensación de malestar aumentó, y el frío en la habitación se intensificó. Michaelis decidió tomar el abrigo con cuidado, y al hacerlo, sintió una presencia pesada, casi como si estuviera desatando una fuerza antigua y poderosa. Los símbolos en el abrigo comenzaron a brillar débilmente, y Michaelis sintió una conexión inmediata con la esencia de lo que representaban.
Aterrorizada, pero decidida a descubrir la verdad, Michaelis se sentó en su cama con el abrigo a su lado. Sabía que esta prenda tenía que estar vinculada a su destino y al Inframundo de alguna manera. La noche avanzó, y el frío persistió, mientras Michaelis luchaba por entender el significado de su descubrimiento.
Al amanecer, Michaelis se sentía más decidida que nunca a resolver el misterio que la rodeaba. El abrigo era un indicio claro de que algo estaba cambiando en su vida, y el Inframundo estaba cerca de reclamar lo que era suyo. Su encuentro con Adrian y sus sentimientos complicados solo añadían más capas al enigma de su existencia.
Con el abrigo en su poder, Michaelis se preparaba para enfrentar la verdad sobre su destino, sabiendo que cada decisión que tomara podría tener repercusiones terribles. El camino hacia el Inframundo estaba cada vez más claro, pero también lo era el desafío que enfrentaría para reconciliar su vida en la Tierra con su oscuro pasado.