*Amor sin edad * es una novela romántica con toques de comedia, que narra la historia de Juliana, una joven soñadora que se enamora de Francisco, el mejor amigo de su padre. A través de situaciones cómicas y agridulces, Juliana enfrenta la realidad de un amor aparentemente imposible, marcado por la diferencia de edad. Francisco, un hombre encantador y seguro de sí mismo, se ve atrapado en un dilema emocional cuando empieza a notar los sentimientos de Juliana.
La historia también introduce a Nicolás, un amigo cercano de Juliana, quien confiesa su amor por ella, creando un triángulo amoroso lleno de humor, malentendidos y momentos tiernos. A lo largo de la novela, los personajes reflexionan sobre el amor, el destino y las decisiones que nos llevan a encontrar la felicidad, todo envuelto en un tono ligero y entretenido.
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Capítulo 4: Señales Confusas
Juliana estaba convencida de que el universo le estaba enviando señales. Desde su última interacción con Francisco en la biblioteca, no podía evitar pensar que había algo más en su trato hacia ella. ¿Podría ser que él también sintiera algo? La idea la llenaba de emoción y nerviosismo a partes iguales. Su mente comenzó a hilar una serie de posibles indicios que, según ella, confirmaban que Francisco no la veía solo como una niña.
**Un Malentendido**
Todo comenzó una tarde, cuando Juliana se encontraba en el jardín de su casa, disfrutando de un libro bajo la sombra de un árbol. Francisco llegó de visita, como solía hacer a menudo para hablar con su padre. Pero esta vez, en lugar de dirigirse directamente al despacho, se acercó a Juliana con una sonrisa.
—Hola, Juli —saludó, sentándose a su lado en el banco de madera.
Juliana sintió un escalofrío recorrerle la espalda al escuchar el apodo. Él la llamaba “Juli” desde que era una niña, pero ahora ese diminutivo le sonaba diferente. Más íntimo, más especial.
—Hola, Francisco —respondió, tratando de no sonar demasiado emocionada.
Francisco señaló el libro que tenía en las manos.
—¿Qué estás leyendo?
Juliana le mostró la portada.
—Es una novela romántica. Es un poco cursi, pero me gusta cómo describe los sentimientos, cómo los personajes se van dando cuenta de que están enamorados…
Francisco asintió, con una expresión pensativa.
—Es curioso cómo el amor a veces surge de la manera más inesperada, ¿no? —comentó, mirando al horizonte.
Juliana lo miró sorprendida. ¿Acaso estaba insinuando algo? Su corazón comenzó a latir más rápido, convencida de que Francisco estaba hablando de ellos. Quizás él también había notado que había algo especial entre ellos, algo que iba más allá de la amistad.
Durante los días siguientes, Juliana comenzó a analizar cada pequeño gesto de Francisco con lupa. Si él la miraba más de lo habitual, ella lo tomaba como una señal. Si le sonreía, su corazón saltaba de alegría. Incluso cuando Francisco le trajo una pequeña caja de chocolates que había comprado para ella mientras regresaba del trabajo, Juliana estuvo convencida de que eso significaba algo más.
—Es solo un detalle —le dijo él al entregarle la caja—. Sé que te gustan los dulces, y pensé en ti cuando los vi.
Juliana estaba segura de que había un trasfondo más profundo en esas palabras. Después de todo, ¿por qué pensaría en ella al ver unos chocolates si no tuviera algún tipo de sentimiento?
**La Realidad Golpea**
Un par de semanas después, Juliana estaba caminando por el parque, disfrutando de la brisa de la tarde, cuando vio a Francisco a lo lejos. Su corazón dio un vuelco, y estuvo a punto de llamarlo, pero se detuvo en seco cuando notó que no estaba solo. A su lado, caminaba una mujer alta, de cabello oscuro y largo, que reía despreocupadamente mientras conversaba con él.
Juliana se quedó inmóvil, observando cómo Francisco parecía relajado y feliz en compañía de esa mujer. Se sentía como si una mano invisible le apretara el pecho, robándole el aire. Trató de convencerse de que no era lo que parecía, que quizás era solo una amiga o una compañera de trabajo. Pero a medida que los observaba, la evidencia se volvió innegable: Francisco y esa mujer estaban demasiado cómodos el uno con el otro para ser simplemente amigos.
En ese instante, la burbuja en la que Juliana había estado viviendo estalló. Se dio cuenta de lo equivocada que había estado, de lo absurdo que era pensar que Francisco podría verla de otra manera que no fuera como la hija de su mejor amigo. Todo lo que ella había interpretado como señales eran, en realidad, gestos amables, cortesía, y nada más.
Juliana sintió cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos, pero se obligó a no llorar. Respiró hondo y dio media vuelta, caminando rápidamente en dirección opuesta, sin mirar atrás. No podía quedarse allí ni un segundo más, viendo cómo Francisco disfrutaba de la compañía de otra persona.
De vuelta en casa, Juliana se encerró en su habitación. Valeria no estaba disponible para hablar, así que se encontró sola con sus pensamientos y la dolorosa realidad de que su amor por Francisco era, y siempre sería, un amor platónico.
—Es tan ridículo… —susurró para sí misma, secándose una lágrima que rodaba por su mejilla—. Claro que nunca iba a funcionar. ¿Cómo pude ser tan ingenua?
Durante días, Juliana evitó a Francisco. Cuando él venía a la casa, se aseguraba de estar ocupada o simplemente se iba a dar un paseo para no cruzarse con él. Su corazón estaba demasiado herido para enfrentarse a él y actuar como si nada hubiera pasado. Sentía que si lo veía de nuevo, todos esos sentimientos que había intentado reprimir volverían a salir a la superficie, y no estaba lista para lidiar con ellos.
Finalmente, después de mucha reflexión, Juliana comprendió que no podía seguir huyendo para siempre. Tenía que aceptar la realidad y seguir adelante, por difícil que fuera. Francisco siempre sería especial para ella, pero no podía vivir en un mundo de ilusiones.
Cuando finalmente reunió el valor para enfrentarlo, Francisco notó que algo andaba mal.
—¿Todo bien, Juli? —le preguntó una tarde cuando ella salió al jardín, donde él estaba charlando con su padre.
Juliana forzó una sonrisa y asintió.
—Sí, claro. Solo he estado un poco ocupada, eso es todo.
Pero Francisco no parecía convencido. Él la miró con una mezcla de preocupación y curiosidad, como si intentara descifrar lo que estaba pasando en su mente. Juliana evitó su mirada, temiendo que él pudiera ver a través de su fachada.
—Bueno, si necesitas hablar de algo, sabes que siempre estoy aquí —dijo finalmente, ofreciéndole esa misma sonrisa cálida que tantas veces había malinterpretado.
Juliana solo asintió, sabiendo que nunca podría decirle lo que realmente pasaba por su mente. Se dio cuenta de que, aunque sus sentimientos por Francisco nunca desaparecerían por completo, tenía que ser fuerte y seguir adelante. Era joven, tenía toda una vida por delante, y estaba segura de que algún día encontraría un amor que fuera correspondido.
Ese día, cuando se fue a dormir, Juliana tomó una decisión. Dejaría de idealizar a Francisco y comenzaría a enfocarse en sí misma. Era hora de dejar atrás ese amor platónico que tanto le había dolido y abrir su corazón a nuevas posibilidades, aunque eso significara empezar de cero.
Y aunque sabía que no sería fácil, Juliana estaba dispuesta a intentarlo, un paso a la vez.
Cada autor tiene el derecho de contar la historia que desea, y la ausencia de contenido sexual no desmerece la obra. Es esencial respetar el trabajo ajeno, especialmente si una novela no se ajusta a los gustos personales. Criticar sin comprender la intención detrás de una obra suele provenir de quienes no han experimentado el reto de escribir. La literatura es un arte en todas sus formas, y cada historia tiene su lugar y propósito.