Emma y Ethan han sido inseparables desde que tienen memoria. Sus padres, amigos íntimos, los han visto crecer juntos, compartiendo risas, juegos y sueños. Sin embargo, al finalizar la secundaria, ambos sienten que la amistad ha evolucionado en algo más profundo, una atracción que ninguno se atreve a confesar por miedo a las posibles reacciones de sus familias.
Durante su segundo año de universidad, Emma, cansada de ocultar sus sentimientos, decide confesarle a Ethan lo que realmente siente. Con el corazón acelerado, se dirige al departamento de Ethan, solo para encontrarlo en compañía de una de las chicas más populares de su clase. Desconcertada y herida, Emma toma una decisión drástica: pide a sus padres que la envíen a estudiar al extranjero, con la esperanza de dejar atrás sus sentimientos no correspondidos.
Años después, Emma regresa y los sentimientos que creía olvidados también lo harán.
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Distancia
Ethan sintió una mezcla de pánico y culpa mientras viajaba en el taxi, porque su automóvil no había querido arrancar. ¿Qué había pasado para que Emma tomara una decisión tan drástica?. Cuando llegó al aeropuerto, corrió hacia el mostrador de información, respirando con dificultad.
-¿Por dónde salen los vuelos internacionales?- preguntó, tratando de no sonar desesperado. La asistente señaló una dirección, y Ethan corrió hacia allí, escaneando la multitud en busca de Emma o alguien de su familia. Finalmente, las vio cerca de la puerta de embarque. Emma estaba de pie, con una expresión tensa, mientras Annia la abrazaba, despidiéndose de ella.
-¡Emma!- gritó él, su voz resonó en el bullicioso aeropuerto. La muchacha se giró al escuchar su nombre, reflejando en su mirada una mezcla de sorpresa y dolor. Ethan se acercó a toda velocidad, con su corazón latiendo con fuerza.
-Emma, ¿qué está pasando? ¿Por qué te vas?- preguntó, ella lo miró, sus ojos verdes estaban llenos de lágrimas contenidas. Annia se alejó de ellos para dejar que se despidieran, y se dirigió hacia el estacionamiento donde Kyle se encontraba con sus otros dos hijos.
-Ethan, vi algo ayer que me hizo darme cuenta de que no puedo quedarme aquí. Te vi con la pelirroja de la clase de literatura- confesó Emma- Vi cómo la besabas.
Ethan sintió que el estómago se le hundía. Se dio cuenta de lo que había hecho y cómo eso había afectado a Emma.
-Emma, no... No sabía que te habías enterado. No quise que te enteraras así. No quise herirte. Emma negó con la cabeza, sus lágrimas finalmente escapando.
-No puedes decirme que no quisiste herirme, Ethan- replicó ella- Lo que vi me hizo darme cuenta de que no puedo seguir aquí, fingiendo que todo está bien. Necesito distancia, necesito tiempo para encontrarme a mí misma sin estar atada a estos sentimientos.
Ethan dio un paso adelante, tratando de tomar su mano, pero ella se apartó.
-Emma, por favor, no te vayas así. Déjame explicarte- dijo casi suplicando. Emma respiró hondo, tratando de mantenerse firme.
-Ethan, he tomado mi decisión. Necesito hacer esto por mí. Tal vez algún día podamos hablar de nuevo, pero ahora mismo, necesito este tiempo y espacio.- dijo la muchacha conteniendo su llanto. Ethan asintió lentamente, entendiendo aunque no queriendo aceptar la realidad.
-Lo siento, Emma. De verdad lo siento- le dijo sintiendo un nudo formarse en su estómago. Emma lo miró una última vez, con tristeza pero también con determinación.
-Adiós, Ethan- dijo. Y con eso, se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta de embarque, dejando al joven parado allí, sintiendo que su mundo se desmoronaba. Mientras la veía alejarse, supo que tendría que encontrar la manera de vivir con su decisión, esperando que algún día, tal vez, las cosas pudieran arreglarse entre ellos.
Ethan se quedó de pie, observando a través de los grandes ventanales del aeropuerto mientras el avión que llevaba a Emma despegaba. La imagen del avión alejándose se grabó en su mente, y sintió una punzada de dolor profundo en su interior. No podía creer que Emma realmente se hubiera ido. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, incontrolables, mientras la realidad de su ausencia se asentaba en su corazón.
Se sentó en una butaca vacía cercana, llevando las manos a su rostro en un intento de contener la angustia que sentía. La sala de espera, llena de gente en movimiento, parecía distante y borrosa, como si estuviera en un mundo aparte.
-Emma... -murmuró entre sollozos, su voz apenas audible.
Se quedó allí, perdido en su dolor, durante lo que parecieron horas. La angustia lo consumía, y cada recuerdo compartido con Emma pasaba ante sus ojos, haciéndole sentir aún más la magnitud de su pérdida.
De repente, sintió unas manos acariciando suavemente su cabello. Alzó la mirada y vio a Annia de pie frente a él, con la tristeza reflejada en su rostro. Sus ojos, llenos de comprensión y compasión, lo invitaban a encontrar consuelo.
-Ethan, hijo-dijo Annia con voz suave- ven con nosotros a casa. No tienes que pasar por esto solo.
Ethan asintió, con su voz atrapada en su garganta por la tristeza. Se levantó lentamente y siguió a Annia, sintiendo su mano cálida en su hombro. Mientras caminaban hacia la salida del aeropuerto, Annia trató de ofrecerle palabras de consuelo.
-Sé que esto es muy difícil para ti, Ethan. Emma es como una hermana para ti, y perderla así... no es fácil.
Ethan se detuvo un momento, respirando profundamente para controlar sus emociones.
-No solo es como una hermana, tía Annia. Creo que la amo. Y verla irse, sabiendo que la herí... es insoportable.
Annia lo miró con ternura y comprensión, comprendiendo ahora los verdaderos motivos de la decisión de su hija.
-El amor puede ser complicado, Ethan. Pero a veces, las personas necesitan espacio y tiempo para entender sus propios sentimientos. Emma necesita esto ahora.
Ethan bajó la mirada, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con volver.
-Pero ¿qué pasa si nunca vuelve? ¿Y si nunca me perdona?
Annia le apretó el hombro con más fuerza.
-No podemos preveer el futuro, cariño. Todo lo que podemos hacer es respetar sus decisiones y esperar que el tiempo sane las heridas. Lo importante es que Emma sepa que siempre estarás ahí para ella, pase lo que pase.
Llegaron al coche y Annia abrió la puerta para que Ethan entrara. Kyle, estaba al volante, esperando pacientemente. Sus ojos se encontraron brevemente en el espejo retrovisor, reflejando una tristeza compartida.
-Vamos a casa, Ethan- dijo Kyle suavemente- Todos necesitamos un poco de tiempo para asimilar esto.
Durante el trayecto, el silencio en el coche era pesado, cargado de emociones no expresadas. Ethan miraba por la ventana, observando cómo el paisaje pasaba rápidamente, sintiendo que su vida se había detenido en el momento en que Emma había decidido irse. Recordó cada momento, cada risa, cada confidencia compartida con ella, y el dolor se intensificaba.
-Nunca quise herirla- dijo finalmente, rompiendo el silencio-. Nunca imaginé que ella vería... que se enteraría de esa manera.
Annia, sentada a su lado, le tomó la mano.
-A veces, hacemos cosas sin pensar en las consecuencias, Ethan. Lo importante es aprender de nuestros errores y tratar de ser mejores. Emma te quiere, lo sé. Pero también necesita encontrar su propio camino.
Kyle habló entonces, su voz era calmada y reflexiva.
-Ethan, lo que más necesita Emma ahora es sentir que tiene el control de su vida. Se ha sentido perdida y confundida, y esta oportunidad de estudiar en el extranjero le dará el espacio para descubrir quién es y qué quiere.
Ethan asintió, aunque el nudo en su estómago seguía presente. Sabía que Kyle tenía razón, pero el dolor de la separación era demasiado grande para ignorarlo. Finalmente, lo dejaron en la casa de sus padres y ellos regresaron a la suya propia.
Mientras la noche caía, Ethan se quedó en su habitación, mirando una foto de él y Emma tomada años atrás. La sonrisa en sus rostros le recordó los tiempos felices que habían compartido y le dio la fuerza para afrontar el futuro incierto con esperanza y determinación.
-Emma, donde quiera que estés, espero que encuentres la paz y la felicidad que buscas-susurró al aire- Estaré aquí, esperando por ti.
Y con esa promesa en su corazón, Ethan se permitió cerrar los ojos y, por primera vez desde que Emma se había ido, sintió una pequeña chispa de esperanza ardiendo en su interior.
Que Dios te siga bendiciendo, para disfrutar de los frutos de tu enorme talento. Sinceramente :Felicitaciones y muchas muchas gracias!!!