La princesa imperial Calypso Aziel Zandell Leroy toma el trono después de la muerte de su padre, aún ella siendo la segunda en la línea de sucesión dado que su hermana la primera princesa imperial Cataleya no quiso regresar al imperio después del accidente...
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Capítulo 16 La Fortaleza De Darkstone
Calypso y su ejército llegaron a la fortaleza de Darkstone después de varios días de viaje. La fortaleza era imponente, con murallas altas y torres de vigilancia que parecían alcanzar el cielo.
Al acercarse a la entrada, Calypso notó que algo no estaba bien. La atmósfera era pesada y oscura, y los guardias que custodiaban la puerta parecían más bien mercenarios que soldados leales.
—¿Quién eres tú? —preguntó uno de los guardias, mirando a Calypso con desconfianza.
—Soy la emperatriz Calypso —dijo ella—. He venido a buscar al emperador Malakai.
El guardia se rió.
—No te vas a llevar nada de aquí —dijo—. Esto es territorio de Darkstone. Y aquí, la ley es la del más fuerte.
Calypso miró alrededor y vio que la entrada de la fortaleza estaba llena de personas de mala muerte: mercenarios, asesinos y ladrones. Todos parecían estar esperando algo, o a alguien.
—¿Qué pasa aquí? —preguntó Calypso a uno de los mercenarios.
—El emperador Malakai ha ofrecido un premio a quien pueda traerle tu cabeza —dijo el mercenario, sonriendo—. Y muchos han venido a reclamarlo.
Calypso se rió.
—No creo que ninguno de ustedes sea capaz de hacerlo —dijo.
De repente, un hombre emergió de las sombras. Era alto y delgado, con ojos fríos y calculadores.
—Bienvenida, emperatriz —dijo—. Me llamo Kael. Soy el dueño de esta fortaleza.
Calypso lo miró con desconfianza.
—¿Y qué relación tienes con el emperador Malakai? —preguntó.
Kael sonrió.
—Digamos que somos socios —dijo—. Y que juntos vamos a hacer que tú desaparezcas.
Calypso sacó su espada.
—No creo que eso vaya a suceder —dijo.
Kael se rió.
—Veremos —dijo—. Veremos.
Calypso sonrió, lista para enfrentarse a Kael y sus mercenarios. Sacó su espada y comenzó a cantar una melodía suave, invocando la magia del agua. El aire se llenó de vapor de agua, que se condensó en una niebla densa que rodeó a los mercenarios.
—¡Ataquen! —gritó Kael, sacando su propia espada.
Los mercenarios se lanzaron hacia Calypso, pero ella los esquivó con facilidad, utilizando su magia del viento para levantarlos del suelo y lanzarlos contra las paredes de la fortaleza.
Badrú, que estaba a su lado, rugió y se transformó en una bola de electricidad que se lanzó hacia los mercenarios, electrocutándolos y dejándolos inconscientes.
Calypso se acercó a Kael, su espada brillando con una llama de fuego que había invocado con su magia.
—Tú eres un traidor —dijo Calypso, su voz firme—. Y pagarás por tu traición.
Kael se rió, sacando una daga envenenada.
—No te subestimo, emperatriz —dijo—. Pero no creo que puedas derrotarme.
Calypso sonrió, invocando una ola de agua que se estrelló contra Kael, arrancándole la daga de la mano.
—Eres un necio —dijo Calypso—. No sabes con quién te estás enfrentando.
Con un movimiento rápido, Calypso golpeó a Kael con la empuñadura de su espada, dejándolo inconsciente.
—¿Dónde está el emperador Malakai? —preguntó Calypso a uno de los mercenarios que aún estaba consciente.
El mercenario tartamudeó.
—Está... está en la torre más alta de la fortaleza —dijo—. Pero tiene un ejército de guardias personales.
Calypso sonrió.
—No importa —dijo—. Voy a encontrarlo y hacerle pagar.
Badrú rugió en acuerdo, listo para seguir a Calypso en su búsqueda del emperador Malakai.
Calypso llegó a la torre más alta de la fortaleza, donde se encontraba el emperador Malakai. Al entrar, se enfrentó a un ejército de guardias personales, armados hasta los dientes y listos para defender a su señor.
Se reunió con los duques para trazar un plano y poder enfrentar a los enemigos.
La guerra duró aproximadamente cuatro meses, para poder penetrar las defensas de la fortaleza Darkstone.
Y cuando ella logro penetrar las defensas sonrió, invocando su magia de fuego. Las llamas comenzaron a danzar en sus dedos, y con un movimiento rápido, lanzó una bola de fuego que se estrelló contra los guardias, envolviéndolos en llamas.
Badrú, que estaba a su lado, rugió y se transformó en una figura etérea, rodeado de un aura de agua y viento. Con un movimiento de su garra, creó una ola de agua que se estrelló contra los guardias, arrastrándolos y dejándolos inconscientes.
Luego, Badrú invocó un viento fuerte que soplando hacia los guardias, los levantó del suelo y los lanzó contra las paredes de la torre.
Calypso avanzó, su magia de fuego creando un camino de destrucción a su paso. Los guardias caían uno tras otro, incapaces de resistir el poder de las llamas y el agua.
Finalmente, Calypso llegó a la habitación donde se encontraba el emperador Malakai. Él estaba sentado en un trono, rodeado de un aura de miedo y desesperación.
—Calypso —dijo el emperador, su voz temblorosa—. No puedes derrotarme. Tengo el poder del Imperio en mis manos.
Calypso sonrió, invocando una llama que se elevó hasta el techo de la habitación.
—No tienes nada —dijo—. Solo tienes la traición y la codicia. Y pagarás por ello.
El emperador Malakai se puso de pie, sacando una espada.
—No me rendiré —dijo—. Lucharé hasta el final.
Calypso se rio, listo para enfrentarse al emperador en una batalla final. Badrú se colocó a su lado, listo para defender a su dueña con su magia de agua y viento.
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Después de horas de lucha intensa, Calypso finalmente logró superar las defensas del emperador Malakai. Con un golpe preciso y poderoso, cortó la cabeza del emperador, poniendo fin a su reinado de terror y traición.
La habitación se quedó en silencio, solo interrumpido por el sonido de la espada de Calypso cayendo al suelo. Badrú rugió en victoria, su magia de agua y viento cesando en un instante.
Calypso se acercó al cuerpo del emperador, mirándolo con una mezcla de satisfacción y alivio. Había logrado su objetivo, había hecho justicia.
—Ha terminado —dijo Calypso, su voz firme—. La guerra ha terminado. El Imperio está libre.
Badrú se acercó a Calypso, frotándose contra su pierna. Calypso sonrió, acariciando la cabeza de Badrú.
—Gracias, Badrú —dijo—. No podría haberlo hecho sin ti.
Calypso se dirigió a la ventana, mirando hacia el Imperio. El sol comenzaba a salir, iluminando el paisaje devastado por la guerra.
—Es hora de reconstruir —dijo Calypso—. Es hora de hacer que el Reino sea un lugar seguro y próspero para todos.
Calypso se volvió hacia la puerta, lista para enfrentar el futuro. Badrú la siguió, listo para defender a su dueña en cualquier momento.
La noticia de la muerte del emperador Malakai se propagó rápidamente por el Imperio. Los soldados de Calypso celebraron su victoria, mientras que los ciudadanos comunes comenzaron a salir de sus escondites, esperanzados en un futuro mejor.
Calypso, la emperatriz guerrera, había logrado su objetivo. Había hecho justicia y había liberado al pueblo de la tiranía. Ahora, era hora de reconstruir y de hacer que el Imperio Snow un lugar donde todos pudieran vivir en paz y prosperidad.
Ella llegó al palacio del imperio Snow, llevando consigo la cabeza del emperador Malakai. La noticia de su muerte ya había llegado a la corte, y los nobles estaban en un estado de pánico.
Calypso se dirigió al salón del trono, donde se encontraban reunidos los nobles más poderosos del imperio. Al entrar, todos se pusieron de pie, mirándola con una mezcla de miedo y respeto.
—Así que ha terminado —dijo Calypso, lanzando la cabeza del emperador sobre la mesa—. El tirano ha caído.
Los nobles se miraron entre sí, nerviosos.
—¿Qué vas a hacer con nosotros? —preguntó uno de ellos.
Calypso sonrió, su mirada fría.
—Voy a limpiar la corte de todos aquellos que han apoyado al emperador en su tiranía —dijo—. Todos aquellos que han participado en la guerra contra el Imperio serán juzgados y castigados.
Los nobles comenzaron a murmurar entre sí, algunos intentando justificar sus acciones.
—No podemos ser juzgados por nuestras acciones —dijo uno de ellos—. Fuimos leales al emperador.
Calypso se rió.
—La lealtad a un tirano no es lealtad —dijo—. Es traición. Y seréis castigados por ello.
Badrú, que estaba a su lado, rugió en acuerdo.
Calypso se dirigió a los guardias que estaban en la puerta.
—Llevad a los nobles que han apoyado al emperador a la cárcel —dijo—. Serán juzgados y castigados según sus crímenes.
Los guardias se pusieron en acción, llevando a los nobles fuera del salón.
Calypso se quedó sola en el salón, mirando la cabeza del emperador.
—Ha terminado —dijo—. La justicia ha sido servida.
Pero sabía que aún había mucho trabajo por hacer. La corte debía ser reformada, y el imperio debía ser reconstruido. Calypso estaba lista para enfrentar el desafío.
—Badrú —dijo—. Es hora de comenzar a reconstruir.
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Calypso comenzó a deshacerse de los nobles corruptos que habían apoyado al emperador Malakai. Uno a uno, fueron siendo arrestados y juzgados por sus crímenes. La corte del imperio Snow comenzó a cambiar, y los nobles honestos y leales comenzaron a emergir de las sombras.
Pero Calypso sabía que no podía quedarse en el imperio Snow. Ya era emperatriz de Zandell, y no podía gobernar dos imperios al mismo tiempo. Necesitaba encontrar un candidato digno para dejarle el trono.
—Necesito alguien honesto y justo —dijo Calypso a sus consejeros—. Alguien que pueda restaurar la honorabilidad del imperio Snow.
Sus consejeros le presentaron varios candidatos, pero ninguno parecía adecuado. Calypso comenzó a perder la esperanza.
—¿No hay nadie que sea digno de confianza? —preguntó.
—Hay alguien —dijo uno de sus consejeros—. Un noble que ha estado en el exilio durante el reinado del emperador Malakai. Se llama lord Ryvlan.
Calypso se interesó.
—¿Qué sabe sobre él? —preguntó.
—Es un hombre honesto y justo —dijo el consejero—. Fue uno de los pocos nobles que se opuso al emperador Malakai. Ha estado en el exilio durante años, pero ha mantenido su lealtad al imperio.
Calypso decidió investigar más sobre lord Ryvlan. Envió a Badrú a buscarlo, y pronto lord Ryvlan estaba frente a ella.
—Lord Ryvlan —dijo Calypso—. He oído que es un hombre honesto y justo. ¿Está dispuesto a aceptar el trono del imperio Snow?
Lord Ryvlan se inclinó.
—Estoy dispuesto a servir al imperio —dijo—. Pero no soy un político. No sé si soy el adecuado para el trono.
Calypso sonrió.
—No busco un político —dijo—. Busco alguien que sea honesto y justo. Alguien que pueda restaurar la honorabilidad del imperio.
Lord Ryvlan asintió.
—Acepto el desafío —dijo—. Haré todo lo posible para restaurar la honorabilidad del imperio Snow.
Calypso se sintió aliviada. Había encontrado un sucesor digno.
—Entonces, lord Ryvlan —dijo—. Usted es el nuevo emperador del imperio Snow.
Lord Ryvlan se inclinó, aceptando el trono. Calypso sonrió, sabiendo que había tomado la decisión correcta.
Ojalá y se enamoren su hermana y él sería una unión poderosa más si recuperan el Reino😍💃