Adam es un gángster y una madrugada, cae en una trampa, al descubrir que estaba siendo traicionado por su novia, con su mayor rival, durante esta trampa, termina gravemente herido y es salvado por Samantha, una mujer sencilla, que más tarde descubre que trabaja en uno de sus hoteles, ella es una hermosa mujer que está pasando, como él, por una desilusión amorosa. Después de que Samantha le salve la vida, Adam empieza a protegerla de su rival, que se entera de que le ha salvado la vida y se obsesiona con ella.
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Segunda mafia
Finalmente, el médico dio de alta a Adam, escuchó todas las precauciones que debía tomar, como mantener abstinencia sexual por un tiempo, entre otras recomendaciones y salieron de la clínica, ya le indicó a Caio que fuera directo al hotel, quien no cuestionó, siguiendo su orden.
Samantha trabajaba tranquilamente en el mostrador, por unos momentos, consiguió olvidar la madrugada que había pasado, pero recordó todo cuando su cuerpo protestó por la falta de horas dormidas y el estrés.
Estaba bajando los ojos, cuando oyó una voz firme y profunda que la llamaba por su nombre.
- ¿Samantha Navarro?
Levantó la vista rápidamente, con la intención de ver quién la llamaba, el hombre que la llamaba, no lo conocía, era guapo y bien vestido, pero había algo siniestro en esa mirada, no sabía de qué se trataba, pero contestó.
- Sí, soy yo, ¿en qué puedo ayudarle? - preguntó desconfiada.
- Necesito hablar con usted en privado.
Miró a su colega, que tampoco entendía nada, y respondió con firmeza.
- Disculpe señor, pero estoy en horario de oficina, ¿de qué se trata?
Él levantó la ceja, esbozando una leve sonrisa.
- No hay mucha gente que me diga que no, no creo que hayamos empezado con buen pie.
- Como te he dicho, estoy en mi horario y tampoco me has dicho cuál es ese asunto del que necesitas hablar conmigo en privado -continuó con firmeza-.
- Si el problema es tu horario de trabajo, ¿puedo hablar con el director?
Samantha sabía que Miriam no le caía bien y estaba segura de que podría despedirla si aquel hombre presentaba una queja.
- Samantha, aquí no hay ruido, si quieres puedes hablar con él rápidamente, yo te cubro -intentó ayudar su compañera.
Samantha pensó unos segundos y miró fijamente al hombre que tenía enfrente, pensó que era mejor aceptar la oferta, porque no parecía que fuera a rendirse tan fácilmente, Mirian podría llegar y ella aún podría meterse en problemas.
- Ven conmigo - habló saliendo de detrás del mostrador.
Samantha se dirigió hacia el vestíbulo, pero lo llevó a un lugar que no fuera tan visible para quien estuviera en el mostrador de servicio.
Mientras la seguía, Oliver analizaba su cuerpo mientras caminaba, tenía una cintura delgada y un gran trasero, lo cual era muy evidente en ese uniforme, que le llamaba la atención.
Se dirigieron a una parte más alejada de la recepción, pero pasaron junto al hombre que Adán envió para vigilarla, que en ese momento, fingía estar hablando por teléfono y se quedaron en un lugar que estaba siendo dividido, solo por unas macetas, por lo que desde allí pudo escuchar la conversación.
- Bueno, ¿de qué quieres hablar? - fue directa.
- Ya que estás siendo tan directa, yo haré lo mismo, quiero hablar del hombre que ayudó en el amanecer.
Samantha sintió un escalofrío en el estómago y su ritmo cardíaco se aceleró, recordó lo que le dijo el hombre que estaba en su casa e inmediatamente imaginó que se trataba de uno de los enemigos que había mencionado.
- No sé de qué me habla, creo que se equivoca de persona - dijo mirando hacia otro lado.
Intentó salir de allí tras esa respuesta, pero la sujetaron del brazo y la acercaron a Oliver, mientras el hombre de Adam lo veía y lo oía todo, pero no le permitían interferir.
- No te hagas la tonta conmigo, estoy hablando de Adam, el hombre del disparo que se metió en tu coche -habló mirándola a los ojos.
Samantha no sabía cómo salir de aquella situación, estaba claro que él ya sabía lo que había pasado, no había forma de que siguiera negándolo.
- No conozco a ese hombre, se acercó a mí en la calle con una pistola, luego vinieron otras personas a por él, eso es todo lo que sé, ahora suéltame, me estás haciendo daño.
Oliver miró la mano que le apretaba el brazo y aflojó el agarre, ella tiró de su brazo y se apartó un poco.
- ¿Es eso lo que querías saber? Si lo es\, ya lo he contestado\, y ahora tengo que volver a mi trabajo -habló intentando poner fin a la conversación.
- Además del hecho de haberlo sacado del lugar, ¿lo ayudaste en algo más? - continuó interrogándola.
Como no había forma de que él supiera lo que había pasado dentro de su casa, ella decidió mentir sobre esa parte.
- No, solo hice lo que él me dijo que hiciera, que era sacarlo de ese lugar -dijo ella, tratando de sonar convincente.
Antes de que Oliver pudiera continuar con su interrogatorio, fueron interrumpidos por Miriam y, por primera vez, se alegró de verla.
- ¿Qué está pasando aquí? Creo que tu sitio está en la recepción, ya sabes que las conversaciones privadas no están permitidas Samantha -habló mirándola.
Mirian observó bien a aquel hombre de arriba abajo, se dio cuenta de que era un hombre con dinero y ya tenía curiosidad por saber qué negocios podía tener Samantha con un hombre así.
Por otro lado, Oliver estaba molesto por la intromisión, pero trató de mantener la compostura, estaban en público y necesitaba guardar las apariencias.
- Siento haber sacado a esta señora de su puesto, pero por lo que puede desmontar, es una muy buena empleada, ya que consiguió convencerme para dar mi conferencia aquí, nuestro tema no era privado, sino sobre trabajo -mintió descaradamente.
Mirian desconfió, pero aceptó la explicación del hombre, era guapo y elegante, no era tonta para hacerle un desaire.
- En ese caso Samantha, puedes volver a tu puesto y yo acabaré con él -habló con aire esnob.
Samantha aceptó, ya que eso era lo que quería, pero antes de marcharse, Oliver añadió
- Ha sido un placer hablar con usted, señorita, puede estar segura de que volveré para concluir mis asuntos con usted -habló con una sonrisa para ella.
Ella no le devolvió la sonrisa y se limitó a asentir, saliendo de allí, dejando a Oliver aun mirándola.
En cuanto ella pasó, el hombre de Adam envió un mensaje a Caio, avisando de que Oliver había buscado a Samantha en el hotel.
En cuanto leyó aquel aviso, Caio ya transmitió la información a Adán, aun con dudas.
- ¿Me pregunto si ya se conocían? - preguntó Adam.
- No lo creo, todo fue muy al azar en nuestro encuentro, la intención era matarme esa noche, no habría razón para que él hubiera armado a alguien para sacarme de allí y por el mensaje que te envió con lo que se dijo, no se conocían, ella ni siquiera dijo que me ayudó a sacar la bala - Adam trató de ser racional.
En ese momento ya se dirigían al hotel, Adam seguía pensativo por la visita de Oliver a ella, pero no dijo nada de lo que pensaba.
Samantha cuando regresó a su asiento estaba pálida, su compañero incluso le preguntó si estaba bien y Samantha solo respondió que sí, pero no lo estaba, su corazón tenía un ritmo frenético y sus manos sudaban, probablemente ese era uno de los enemigos que le había mencionado el hombre que le dio la tarjeta y ella estaba realmente asustada en ese momento.
Oliver no le dio mucha moraleja a Mirian, solo dijo que su asesor buscaría el hotel para formalizar todo, pero antes de irse, aún miró de nuevo a Samantha, dedicándole una sonrisa y luego se puso las gafas de sol, saliendo del hotel de una vez por todas.
Cuando lo vio marcharse, recordó lo que había dicho aquel hombre sobre volver, cogió su bolso y buscó la tarjeta de Caio, sin saber si debía llamar o no, estaba claro que se había metido en un lío, solo que aún no sabía cuál era la proporción de ese lío y estaba indecisa, porque no tenía ni idea de si llamar y contar lo sucedido solo podría empeorar aún más su situación.