El Regalo Más Grande

— En casa, con mi madre. — respondió Kris mientras les conducía a la sala. 

— Qué lástima. — me encogí de hombros— Me hubiese encantado verlo. 

— Me pregunto si dirás lo mismo de mí hijo cuando nazca el tuyo. — bromeó Kris. 

— Por supuesto. — aseguré. 

— ¡Zachie! — exclamó Kai apenas mi pequeño novio estuvo a la vista, corriendo, casi abalanzándose sobre él. 

Kris me miró a modo de disculpa ante la efusiva actitud de su esposo. Sonreí en respuesta restándole importancia. Ese par siempre tan contrario al otro.

— ¿Kai? — Zach miró confundido al susodicho. 

— Dios, tu pansita. — chilló— ¿Puedo? — vaciló al momento de acariciar la pequeña elevación— ¿Puedo Dylan? 

Zach y yo asentimos. 

— Ya se te nota un poco más. — sonrió mi castaño amigo acariciando el vientre de Zach por encima del holgado suéter de lana— Apuesto un mes más para despedirte de todo tu clóset. 

— Sí, mi criaturita está creciendo. — respondió mi pequeño en tono orgulloso, su semblante seguía exhausto, pero disimuló bien— ¿Y su bebé? 

— En casa. — respondió Kris por segunda vez. 

— Que lástima. 

— Hombre, estás sonrojado y sudoroso. — comentó Kai— ¿Te encuentras bien? ¿O llegamos a interrumpir algo? — me miró. 

— Kai, por favor. — le reprendió su esposo. 

Zach se mostró abochornado. Sus mejillas adoptaron un tono más rojizo al anterior. 

— ¿Qué? — respondió arisco a su marido— Sería normal entre ellos. Además, no sería la primera vez que interrumpo en malos momentos como tú sabrás, claro. — le recriminó con saña,

La atmósfera se tornó incómoda ante el cambio radical en la actitud de Kai. Zach me miró, ambos intercambiando una mirada de entendimiento al recordar las palabras de Kris durante el primer ultrasonido que realizamos casi dos meses atrás. 

— Zach tiene fiebre, eso es todo. — intervine.

— ¿Y eso es normal? — cuestionó Kai volviendo a la normalidad. 

— No lo sé, justo antes de que llegaran cuestionaba a Zach acerca de llevarlo con el médico. — les hice una seña, invitándolos a sentarse.

— No es necesario, Dylan. — besó mi mejilla— Estaré bien. 

— Pero... 

— Tal vez Zach tiene razón. — intervino Kris de repente— ¿Cuántos meses tienes? 

— Recién cumplí 3 meses.

— Es entendible entonces. — cruzó las piernas— Durante el puente entre el segundo y tercer mes los síntomas se agudizan. Kai estuvo hecho un caos sentimental y hormonal por semanas. 

— Oh, si. — coincidió el susodicho haciendo un mohín— Sin duda el peor primer lapso del embarazo. Yo estuve pegado al inodoro por horas varios días consecutivos, las náuseas eran espantosas, la cabeza me dolía, estaba mareado casi todo el tiempo e incluso tuve fiebre como Zach ahora. 

— Eso lo explica todo... — murmuró mi pequeño, sentándose sobre mi regazo, apoyando su cabeza en mi hombro— Realmente me siento fatal, todo me da vueltas, me duele la cabeza y justo ahora tengo unas nauseas tremendas. 

— Es una lástima. — suspiró Kai decepcionado— Nosotros veníamos a invitarles a comer y comentaros algo. 

— ¿De qué se trata? — sujeté a Zach con más fuerza, enlazando nuestras manos por encima de su vientre, acariciando así, ese pequeño bultito entre los dos. 

— Este fin de semana mi hijo cumple su primer año de vida. — canturreó Kai con ojos brillantes. 

— Vamos organizarle una fiesta. — completó Kris— Ustedes como padrinos están invitados, esperamos puedan ir. 

— Pero claro. — dijimos Zach y yo al unísono. 

— Encantados de ir, cómo no hacerlo. — aseguró mi novio, por algún motivo su voz sonaba cansada. 

— Lo adoramos. — agregué. 

— Ojalá siga siendo así. — suspiró Kai— Una vez que nazca su bebé se olvidarán de mi pobre niño. 

— ¡Claro que no! — exclamamos. 

— SeoHan más que nuestro ahijado es como nuestro sobrino, y lo saben. 

— Es grato saberlo, pero mejor diganos ¿Qué planes tienen para cuando su bebé nazca? — cuestionó Kris. 

— Aún no lo sabemos. — me encogí de hombros— Aunque por ahora, tengo otros planes en mente.— Zach ladeo el rostro para mirarme curioso. 

— ¿Los tenemos? — cuestionó. 

— Tal vez. — besé su nariz. 

— Oh dios, que empalagosos. — se quejó Kai. 

— ¿Envidia? — musitó Zach en son de broma. 

— No realmente. — respondió ágil. 

— ¿Qué? ¿Kris no te consiente? 

— Claro que no. — bufó— Esos privilegios son para otra persona. 

Una vez más la incomodidad hizo acto de aparición. 

— ¿Otra persona? — Kris se rió sarcástico. 

— ¿O debería llamarlo tu amante? 

— Kai, basta. 

— Oh, vamos. ¿Te preocupa que nuestros amigos se enteren? 

Zach se tensó en mi regazo, estaba igual de incómodo que yo. 

— Iré por agua. — interrumpió, poniéndose en pie de forma un tanto brusca. Todos le miramos. 

— Te acompaño. — se ofreció Kai, su rostro compungido en molestia. 

Yo y mi amigo asentimos. Mientras se alejaban noté la descoordinación de mi novio al caminar. Escuchar a Kris suspirar cansino me obligó a dirigir la vista hacia su afligido rostro. 

— No te agobies. — murmuré con una sonrisa. 

— Perdón hermano. — me miró culpable. 

— Está bien. 

— Te juro que no lo soporto más.

— ¿Qué? — ladeé el rostro confundido— No entiendo a qué te refieres. 

— ¡A Kai! — enterró las manos en su rostro— Mi vida a su lado se está convirtiendo en un verdadero martirio. 

— ¿Karl tiene algo que ver?

— ¿Disculpa? — su turno para mirarme sorprendido. 

— Bueno, Kris se encarga de monitorear el embarazo de Zach. — mencioné con cautela.

— Ya veo... 

— Nos comentó lo que ocurre. — concluí esta vez. 

— Y según él ¿Qué es lo que ocurre? 

— No sé, dímelo tú. Tal vez tu versión sea la correcta. 

Kris sonrió amargo. 

— Asumo que te das una idea. 

— No realmente. — admití— Es confuso, por lo que me gustaría oírlo de tí. 

— Ni yo mismo sé que pasa. — suspiró. 

— ¿Entonces es verdad? ¿Kai y tú no están bien? 

— Nunca lo estuvimos. — sonrió triste— Nuestra relación estaba torcida desde un principio. 

— Deben enderezarla entonces, por su hijo. Digo, merece un hogar. 

— Lo intentamos, Dylan. — aseguró— Cuando supe del embarazo asumí la responsabilidad, me casé con Kai e intenté sobrellevarlo, pero su actitud no ayuda. Simplemente estoy cansado. Si permanezco a su lado es únicamente por SeoHan, de lo contrario ya me habría divorciado. 

— ¿Ya no le amas? 

No respondió, su semblante denotaba confusión y sorpresa por lo directo de mi pregunta. 

— Karl me importa mucho actualmente, no sé en qué momento mi amistad con él cambio. Me refugié tanto en su presencia que... 

— Eso lo entiendo. — atajé— Pero no te estoy preguntando por él, sino por Kai. ¿Qué? ¿Ya se te olvidó lo enamorado que estabas de él? Te volvía loco, Hun. ¿Cómo pudo eso cambiar en apenas dos años? 

— La desconfianza mata hasta el más grande amor, Dylan. — murmuró con una mirada distante, reflexiva. 

— ¿Has pensado en el divorcio?

— ¿El divorcio?

— Entiendo tu confusión, pero la cuestión aquí es si dejarías o no a tu esposo por Karl. 

Kris vaciló a la hora de responder, apenas movió los labios para hacerlo, cuando nuestras respectivas parejas hicieron acto de presencia con una gran jarra de jugo de frutas. Kai tenía los ojos rojos por lo que supuse había llorado en ese corto lapso. Zach me miró disimuladamente, confirmando mi sospecha. La pareja no volvió a mirarse, aunque volvieron a su sitio, se mantuvieron distantes, ni siquiera sus brazos se rozaban. 

— La fiesta será a las 4 pm. — retomó Kai, ahora un tanto serio— Invitaremos sólo a nuestro círculo de amigos, así que les reitero nuestra invitación. 

— Ahí estaremos. — prometí.

— Totalmente. — corroboró mi novio. 

Antes de poder aminorar la tensión e intentar por lo menos salvar el ambiente, un tono de mensajería llenó la habitación. El dueño del teléfono miró de inmediato el remitente, mostrándose incómodo al instante. 

— Lo siento. — Kris se puso en pie, guardando el artefacto— Tenemos que irnos 

— Pero...— traté de encontrar algo para retenerlo, pero de mi boca no salió nada. 

— Yo no me quiero ir aún. — se quejó Kai. 

— Surgió algo, lo siento. — reiteró. 

— Que tu amante quiera acostarse contigo no es excusa válida para mí. — le recriminó. 

Nuestro amigo no respondió, en su lugar tomó de la muñeca a su esposo y le obligó a ponerse en pie, su rostro denotaba cansancio y molestia entremezclados. Kai protestó un poco, pero terminó cediendo. 

— Por favor, una disculpa. — comenzó Kris— Nuestra intención no era incomodar vuestro hogar. Recalcamos la invitación para este sábado, mi hijo estaría encantado de verlos. 

— No hay problema. — aseguró Zach un tanto preocupado por las actitudes mostradas recién.— Ahí estaremos. 

— Entonces nos despedimos. 

— De acuerdo. — asentí. 

Kai hizo un mohín, sacándose de encima el agarre de su esposo. Se dirigió hacia nosotros y se despidió educadamente, tratando arduamente de contener su indignación. 

— Nos vemos, que te mejores Zachnee. — acarició su vientre con ternura— Y tú — me miró amenazador— Cuida de él, consientélo, 

— No te preocupes por ello. — sonreí. 

— Adiós K, cuídate. 

— Adiós chicos. — mencionó Kris tratando de coger el brazo de su esposo, siendo rechazado por éste al instante— Hasta el sábado. 

— Los acompaño. — hice ademán en ponerme de pie, pero la pareja negó, alegando que no nos molestaramos.

Para cuando su silueta se perdió entre el pasillo junto con el sonido de la puerta, supimos que estábamos solos de nuevo. Zach suspiró, su bellas manos revolviendo su cabello con cierta irritación. 

— Kris es un idiota. — masculló de repente, le miré sorprendido— Perdón pero lo es. 

— Amor, tranquilo. — le abracé— Enojarte no te hace bien, además quienes saben lo que ocurre realmente en esa relación son ellos. 

— Kai lo ama, Dylan. Está sufriendo porque Kris está viéndose con Karl a escondidas. — alejé el pequeño cuerpo de mi novio para mirarlo. 

— ¿Es eso verdad? 

— Mientras estábamos en la cocina me lo dijo, al parecer ya ni siquiera llega a casa. 

— Estoy conmocionado, preocupado más bien. Tienen a su hijo, al menos por él deberían intentar salvar esa relación.

— Coincido contigo. — volvió acomodarse sobre mi regazo— Pero y Kris ¿Te comentó algo? ¿Qué te dijo? 

— No mucho. — admití— Pero al parecer Karl si significa algo, dice sentir algo fuerte hacia él. 

— ¿Y Kai? ¿Qué? ¿Ya no lo ama? 

— No me respondió, pero ¿sabes? Creo que ni él sabe lo que siente. 

— ¿Tú crees? 

— Sí. — le acurruqué más contra mi pecho— Pero cambiemos de tema: ¿Te sientes mejor? 

— No mucho. — confesó.

— ¿Deseas comer algo? — bajé mis manos hasta su pancita, acariciandola. 

— No — gimió— Con el asco que tengo seguro vomito todo 

— No has probado bocado, eso no le hace bien al bebé. 

— Comí dos fresas y un bebí un poco de leche. Mi estómago no toleró más. 

— Zach...— gruñí quedito. 

— Quiero descansar un poco, me siento muy fatigado. Te prometo que en un rato más comeré lo que tu quieras. 

— ¿Seguro que sólo es fatiga? Te noto exhausto. 

— Ya oíste a nuestros amigos, es normal. 

Por algún motivo, no consideraba aquellos signos para nada normales, pero aún así callé mis preocupaciones. En su lugar me encargué de repartir mimos y caricias. 

— Amo cuando haces esto. — murmuró de repente tras un par de minutos en cómodo y agradable silencio abrazándonos y acariciándonos. 

— ¿Qué cosa?