El matrimonio, con el tiempo, irremediablemente, se transforma en rutina, pero cuando una retaila de "M" se unen, se convierte en dinamita pura, que detona en una peligrosa explosión, destruyendo la vida misma de forma Siniestra: Matrimonio de Mierda, Monotonía, Mentiras, Maldad, Misterio... Muerte! ¿Fue realmente el azar? ¿O fueron malas decisiones? ¡Las señales estuvieron siempre a la vista y, no las vimos! ¿O tal vez, no las quisimos ver?.. Este es más un drama, con eventos de suspenso sobrenaturales, espero lo disfruten.
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Capítulo IV Patética
Gladys Fuentealba, contactó a la hija de una antigua empleada, a Carolina Villalón, para que les sirviera en sus planes en contra de los Santibañez. Estaban a punto de caer en las ruinas y no lo iba a permitir. Sin considerar que la misma Carolina se convertiría en el futuro, en la perdición de su hijo.
Carolina odiaba a Samanta, porque echaron a su madre de su casa acusándola de robo. La mujer habia robado 5 mil dolares del padre de Samanta. La mujer lo hizo, porque su hija fue expulsada de la universidad por robarse un examen. Ella queria pagarle una carrera técnica a su hija Carolina. Después de eso, la pobre mujer se suicidó, la depresión por la vergüenza, no la dejaban en paz. Carolina, nunca se culpó a sí misma por las consecuencias, en su pobre madre, de sus actos inmaduros; siempre era mucho más fácil, acusar a la familia de Samanta.
Leonel, al enterarse del matrimonio de Samanta, no pudo detenerla, ni hablar con ella, pues siempre lo evitaba, aún cuando se quedaba afuera de su casa, por horas, para tratar de explicarle sobre la enfermedad de su padre, y la necesidad de su inminente viaje a Estados Unidos, jamás lo recibió. Ya que, esos eventos coincidieron con la enfermedad cardíaca que se agravaba de su padre, su familia decidió irse del país, a Estados Unidos, se fueron a vivir en la casa de sus abuelos maternos, a Bostón. Aceptó la beca y comenzó su especialidad de Cirugía Plástica, nunca supo que sería padre, por lo menos no con Samanta... Finalmente, su padre también falleció. Esos sucesos, tampoco los conoció Samanta.
Samanta es sacada de la profundidad de sus pensamientos, por el sonido insistente del celular, era una llamada de su hermana Herminia:
-Hola Sam. ¿Estás sola? ¿Cómo está Arturo?- pregunta Herminia con prudencia.
-Hola Hermy, si estoy sola, como siempre, porque para variar, Robert se quedará de nuevo en su trabajo hasta tarde; asi que no te preocupes habla con confianza, estoy sola en mi habitación y, Arturo está durmiendo en la suya, desde que está con la nueva psicóloga, creo que ha mejorado un poquito- responde Samanta, colocando el celular en alta voz, aplicándose crema en el rostro antes de dormir.
-¿Y no te preocupa de que Robert esté más tiempo en su trabajo que con su familia?- pregunta ahora con desconfianza Herminia.
- ¡Ya lo conoces, cuando está en un proyecto, no hay nada más importante para él que su trabajo!- suspira con desgano Samanta, aplicandose crema en las manos y el resto del cuerpo.
- Bueno, esa es tu familia. No me voy a meter más, ya me dejaste claro que Robert era tu mejor opción, aunque el tiempo creo que dice lo contrario... pero, no es de eso de lo que quiero hablarte. La verdad es que fui hoy al médico y, me dieron una noticia desagradable, quisiera que mañana pasaras por mi casa, cuando salgas de tu trabajo, claro está, solo si te es posible- cautelosa sigue conversando Herminia, colocando una voz neutra, escondiendo sus verdaderas emociones.
-¿No me vas a decir qué te pasa? Mira que te conozco muy bien, y se qué algo te está pasando. ¡Dímelo ya de una vez y sin rodeos mujer!- exclama Samanta, ahora más atenta a la llamada.
-Lo siento, pero debemos encontrarnos en persona, no sigas insistiendo. ¡Te veo mañana en mi casa para almorzar!- cuelga sin esperar que Samanta replique y siga insistiendole.
Samanta se queda sin saber cómo reaccionar, su hermana, de verdad está muy rara. Herminia es mayor que ella por 10 años, ella tiene 28 y Herminia 38 años, piensa el golpe duro que recibió su hermana hace 3 años cuando murió su esposo Julián por covid, él era un fumador empedernido, además diabético. Casualidades de la vida, conicidió con la muerte de los padres de Robert, aunque estos últimos fallecieron en un accidente de avión. Apaga la lámpara de la mesa de noche y se duerme.
Más tarde, se abre la puerta de su habitación, era Robert, se tropieza con un juguete del niño, un carrito de bomberos con sirena, que empieza a sonar de forma escandalosa e insistente, pide disculpa en un susurro, tratando de apagar nervioso, la ruidosa sirena:
-¡Perdón por despertarte!-
Ella se incorpora y prende la lámpara de mesa.
-¡Robert, es muy tarde! ¿Has estado trabajando hasta las tres de la madrugada?- pregunta incrédula Samanta viendo la hora en su celular, soñolienta.
- La verdad, al terminar fuimos a un centro nocturno, ya sabes, para celebrar en grupo que finalizamos el proyecto- dice tratando de aparentar tranquilidad, acercándose a ella para besarla, pero su ropa olía a cigarrillos y su aliento a alcohol, lo que lo delataba. Ella aparta su cara:
-¿Has bebido?. Si no piensas darte un baño, es mejor te acuestes en la habitación de invitados, ese aliento a alcohol y a cigarrillos me molestan, ya sabes que soy asmática- él se aleja, no sin antes replicar:
-¡Esa actitud tuya siempre de rechazo, es lo que más odio de ti!- va saliendo de la habitación haciéndose el ofendido, esa es la mejor táctica para desviar la atención, ella contesta para sí misma, cuando él ya no está:
-El hecho de que me creas tonta para decirme tus mentiras, no hace que de verdad lo sea, y mucho menos que te las crea- da la espalda en su cama, se queda pensativa, suspira desilusionada, no le dice nada.
Por supuesto que se fijó en el lapiz labial de su camisa y del carmesí en su cuello. Y, como siempre, no dice nada, se hace la que no ve nada, ella aceptó en su fantasiosa mente, que si no dice nada en voz alta, esas cosas no están pasando; evitando el conflicto, supone ilusamente, que lleva un matrimonio "normal". Aunque la infelicidad, se refleja cada día más, en su demacrado y triste rostro. Todos lo ven, menos ella misma.
Y pensar que a Leonel no le aceptó una supuesta infidelidad, pero con este tipo, se hace la estúpida. ¡Qué mujer tan patética!
Es a los diez años es que entra la crisis de pareja, donde se empieza hacer balances, sumas y restas para darse cuenta si valió la pena el sacrificio y el esfuerzo