En un imperio dividido por intrigas y traiciones, Euridice, la tercera princesa de Caelum, se ve obligada a huir cuando su medio hermano, Jacob, asesina al emperador y a sus hermanos. Con la ayuda de Arjona, su protector, Euridice emprende una peligrosa búsqueda de los legendarios 5 Ases para detener a Jacob y evitar que desate el caos en el imperio. Mientras lucha por recuperar la paz, Euridice descubre su propia fuerza y determinación en un mundo donde la lealtad y el poder se entrelazan en una danza mortal.
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Capítulo 4
Con la salida del sol, Euridice desperto. La luz le encandiló y se levanto hasta sentarse y frotar sus ojos. Miró a su alrededor y se percato de que estaba completamente sola.
— Arjona..?— Preguntó en voz baja mientras se ponía de pie y miraba a su alrededor. El miedo la invadió, estaba sola en ese enorme bosque; pensaba que Arjona la había abandonado.
De inmediato comenzo a caminar por un sendero del bosque, buscando a Arjona de manera casi inconsiente. Tenía frío y le dolían los pies por lo que temblaba y tropezaba a cada momento.
Llegando al final del sendero vio una pequeña brecha, miro hacia abajo y noto que todo estaba más seco que el resto del bosque. Sin darse cuenta, él pedazo de tierra que piso se rompió por lo que perdiendo el equilibrio comenzo a caer brecha abajo. Fueron tan solo tres metros, pero su pie se torció y sus brazos se lastimaron.
— Ah-ahh....— Jadeo adolorida mientras intentaba levantarse. Fue allí que un pequeño siseo le hizo asustarse, levantando la mirada y noto a un grupo de serpientes. El miedo la hizo comenzar a retroceder de espaldas, sin siquiera levantarse mientras esas serpientes se acercaban a ella...
A su vez, Arjona había regresado de otra parte del bosque a donde había dejado a Euridice. Tenía en mano un par de pescados que había encontrado en un arrollo, mismos que dejo caer al no ver a Euridice.
El terror lo invadió, miro a todos lados buscando hacia donde pudo haber ido. Pensó lo peor, tomo con firmeza su lanza y miró a todos lados y fue alli que logro encontrarla.
— ¡AAAAAAAAHH!.— Un fuerte grito lo hizo saber donde estaba, de inmediato comenzo a correr hacia de donde provenía el grito, no tardando en llegar a donde ella estaba.
Al verla allí, en el suelo cubierta de tierra, rodeada de serpientes y envuelta en lágrimas, su corazón sintió punzadas intensas y de inmediato se lanzó a donde ella estaba.
Con su lanza corto algunas de esas serpientes y después la tomó con uno de sus brazos para cargarla, dio un salto y salió de esa brecha.
— ¿Estás bien?... ¿te mordieron?.— Preguntó Arjona dejándola sobre el césped mientras buscaba en su cuerpo señales de heridas o mordidas. Pero sólo había raspones y tierra.
— No me dejaste...— Dijo Euridice mientras sollozaba. Arjona le miro con atención y negó con la cabeza llevando sus manos hasta tomar su rostro.
— No voy a dejarte... Hice una promesa a ti y tu padre. Jure... protegerte hasta mi último aliento.— Le dijo él con sus palabras llenas de firmeza. Euridice se cubrio de lagrimas nuevamente y termino por lanzarse a abrazarlo con fuerza...
...
En el palacio imperial. Jacob ordeno que se hiciera una junta con los reyes de los cinco reinos, su plan iba a la perfección exceptuando por qué Euridice no estaba alli.
— Señor... No hemos encontrado rastro alguno sobre el paradero de la princesa.— Dijo Blad.
— Debemos asegurarnos de que no la saque del reino.— Dijo Jacob mientras se mantenía sentado sobre una de las sillas alrededor de la mesa de juntas. Justo en la que solía sentarse su padre.
— Ya ordene que cierren cualquier acceso o salida en las fronteras señor, pero los reyes están un poco alterados.— Dijo Blad.
— Yo me encargo de eso... Tú por ahora, usa todos los medios posibles y traela. Arjona quizá la lleve al reino de Outro donde es el respetado héroe, alli todos le daran la razón... Asi que debes ir hacia allá.— Dijo Jacob.
— Como ordene.— Dijo Blad caminando hasta la puerta...
...
En el bosque, Euridice se encontraba comiendo a lado de Arjona; quien hizo una pequeña fogata con la cual azo los dos pescados que había capturado.
Se notaba a leguas que Euridice no lo disfrutaba, era la primera vez que ella comía algo tan insípido. Pues estaba acostumbrada a los buenos alimentos del palacio.
— Termina eso...— Dijo Arjona mientras apagaba el fuego. Euridice no comió ni la mitad del pescado cuando decidió dejarlo.
— ya no quiero...— Dijo ella mientras miraba a otro lado. Arjona suspiro y tomo el pescado para el comenzar a comerlo. Aunque el se notaba muy tranquilo, en realidad sólo se mostraba así para darle a ella la seguridad de que todo estaría bien. Euridice estaba tan frágil, que necesitaba esa confianza.
— Arjona... ¿Que haremos..?— Preguntó Euridice mirando al suelo.
— Por el momento te llevare a un lugar seguro.— Dijo Arjona.
— No entiendo que esta pasando... ¿Por que...? ¿Por que Jacob hizo esto...?— Preguntó cubriéndose en lágrimas nuevamente. Arjona miro a otro lado, ya sabía más o menos las motivaciones de Jacob; pero decirlas, solo afectaría más a Euridice.
— Hay que seguir caminando.— Dijo Arjona poniéndose de pie una vez había acabado de comer. Euridice se levanto y con notorio cansancio suspiro. — Te llevare al reino de Outro, alli podrán darnos acogida.— Dijo Arjona levantando su capa para asi comenzar a caminar. Euridice comenzo a seguirlo, lentamente con sus pasos pequeños y teblorosos.
Los zapatos que Euridice llevaba eran tal delgados que sentía cada piedra que pisaba. Cosa que causaba más y más dolor.
Arjona notaba esto, sabía que Euridice no podría seguir así y que necesitaban avanzar rápido. Pues muy seguramente a estas horas, ya se habría corrido la voz en todo el imperio...
...
Pasaron las horas, ambos siguieron caminando hasta que finalmente llegaron a un sendero transitado. Allí ambos permanecieron escondidos aún entre los árboles. Ese sendero llevaba hacia un pueblo, en el cual podrían conseguir algunas cosas que les servirian durante el resto del viaje.
Fue así que Arjona escondió a Euridice lo suficientemente alejado del sendero para después el mismo tomar el riesgo de ir al pueblo.
Como lo supuso, las calles estaban repletas de soldados y guerreros que buscaban a Euridice y Arjona. Logro notar como estos colocaban un letrero con su nombre y retrato en la plaza principal.
Sin más opto por cubrirse. En uno de los callejones se quito el uniforme de guardia imperial que llevaba puesto, dejando solamente unos pantalones y botas. Con su capa cubrio su cuerpo y con la misma cubrio parte de su rostro; desde la nariz hasta el cuello.
Ahora disfrazado fue hasta unas tiendas de conveniencia en donde compro las cosas que podrían necesitar. Empezando por comprar ropa nueva y más apta para caminar; esto para Euridice, una capa, algo de comida y agua, cosas de aseo personal y medicina.
Apenas compro todo se dispuso a regresar, sin embargo pudo notar por el camino principal del pueblo un enorme grupo de soldados marchando. Todos tenian el símbolo del reino de Aurum que en sus banderas y escudos. Se noto preocupado y de inmediato se oculto en los callejones, no tardando en ver como la carroza real pasaba custodiada por los soldados.
Suspiro y sin más decidió regresar con Euridice...