Al morir y regresar, después de saber su destino; decide dejar todo por lo que siempre se esforzó y tratar de sobrevivir, sin importar lo que el resto de la gente a su alrededor, diga.
En su camino encuentra a la persona que la ayudará y será su apoyo en un futuro, al menos eso cree.
Para ello tendrá que casarse con aquel desconocido.
¿Será verdad?
¿Un contrato puede ser cumplido o se tendrá que romper?
¿El amor puede surgir a pesar de no conocerse?
Historia de Johana y Donatello, el principio de su vida...
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Negación
Johana jamás pensó que llegaría querer tanto a una persona, tomando en cuenta que nunca pudo conocer un sentimiento tan bello con su familia, pero que gracias a la gente del condado, llegó a conocer la amistad y el cariño. Por eso ahora no quería ni pensaba dejar al duque, no importaba contra que o contra quién tuviera que pelear, ella se quedaría a su lado.
—Perdoname, debí protegerte incluso de ellos. Se supone que nunca deberías derramar una lágrima de dolor por culpa mía— su preocupación e interés eran genuinos.
—Estoy bien, solo no me aparte de su lado— se aferró a los brazos del duque, por primera vez en su vida, tenía miedo de perder algo.
—Jamás lo haré, no importa lo que ellos digan, tu y yo estaremos juntos por mucho tiempo—
Al parecer el cariño era mutuo, desarrollado uno antes que otro, pero al final con el mismo resultado, los dos se estaban enamorando más y más.
—Hija, no era nuestra intención hacerte sentir mal, es solo que…— los padres de Donatello habían llegado hasta donde estaban.
Para no hacer más alboroto por lo sucedido, los hermanos y demás invitados, los dejaron hablar a solas.
—Siempre les hacemos esta prueba a las prometidas de nuestros hijos, así evitamos que se casen con la persona equivocada— trató de explicar la madre.
—Con equivocada, ¿se refieren a alguien que esté interesada en su estatus?. Déjenme decirles que ellos ya están grandes como para decidir por si mismos, además de que tal vez, ahuyentaron a la persona correcta, pues si bien, es bueno no ser interesada, a veces tener algo de ambición es mucho mejor que ser conformista, elegir por ellos mismos, los haría madurar muchísimo— tenía las palabras y no se quedaría callada.
—Se que tienes razón, pero no quiero que te metas en problemas— era Licia la que se había acercado a la castaña.
—Lo único que podrían hacer, es castigarme por faltarles el respeto, además se que tengo razón— no iba a dejar que la intimidaran, aunque lo dicho, fue en susurro.
—Es cierto, tienes razón— abrazó el brazo de su esposo, la mujer mayor, alcanzó a escucharla.
—Nos equivocamos contigo, por eso ofrecemos una sincera disculpa— estaban por agachar un poco la cabeza, cuando Johana los detuvo.
—Incluso si estoy en lo correcto, con que lo hayan aceptado es más que suficiente, no quisiera que ustedes hagan lo que estaban a punto de hacer— respiraba agitada, pues se apresuró para poder detenerlos.
—¿Entonces nos disculpas?— la mujer se veía afligida, no tenían malas intenciones, pero al ver la reacción y enterarse por todo lo que había pasado en su vida, se dieron cuenta de su gran error.
—No vuelvan a atosigarla con preguntas sobre su pasado, eso es algo que realmente quiero que deje atrás— Donatello la abrazó y dejó que su cabeza reposara en su pecho.
—Dejemos esto en el pasado, sin embargo quiero aclararles que por ningún motivo dejaré al duque, mi vida es mejor con él y creo que lo mismo le sucede— se aferró al brazo de Donatello, mirando fijamente a los padres.
—Entendemos—
El hecho de estar acostumbrados a hacer pasar por una prueba a las mujeres elegidas por sus hijos, no significaba que ninguna les haría ver un error. Esta vez fue la última elegida, así que no darían marcha atrás a lo hecho y dejarían que las cosas siguieran su curso, lo hecho estaba hecho y después de todo, sus hijos parecían ser felices en sus relaciones de pareja.
—Yo sigo pensando que Nicole es alguien arribista, pero bueno— se quejó Licia, pues era aquella cuñada que de verdad no le caía bien.
La esposa de su hermano Gerard, un marqués, pues cada uno tenía títulos nobles, dados justamente por sus padres o heredados por el padre de sus esposas.
—Quizás deba conocerla un poco mas— propuso la castaña.
—Te lo juro que lo he intentado hermosa Johana, ella es intratable, simplemente se cree superior al resto— resignada al carácter de esa mujer, dejó salir un pequeño suspiro.
—Entonces puede contar conmigo para lo que necesite— sonrió. Al parecer había hecho una amiga, que aunque joven, tenía una forma de pensar muy linda.
Donatello no podía estar más aliviado al ver qué su prometida se estaba llevando bien con su pequeña hermana, ya que sentía que era la única persona de su familia que merecía su protección.
Dejando lo sucedido atrás, todos siguieron conviviendo, contando anécdotas de cuando el general era pequeño y como fue intentando ser mejor cada día, hasta que lo logró. Johana estaba feliz de ser la futura esposa de alguien tan valiente e inteligente como el general, por lo que sonreía al verlo, él estaba más que nervioso y avergonzado.
—¿Supiste que era todo un don Juan?— se le ocurrió preguntar a uno de los hermanos, directamente a Johana.
—Lo supe, no obstante, el pasado de mi prometido no me importa en lo absoluto, lo que quiero vivir con él, es un presente y futuro a su lado, si me lo permite— segura de sí, habló.
Aquellas palabras hicieron sonrojar a Donatello, claramente cada día se enamoraba más de esa hermosa mujer que eligió, a través de sus ojos.
—Estamos dispuestos a tener un nuevo comienzo, ambos lo necesitamos, así que lo que haya pasado antes, ya no importa— concluyó aquella bochornosa conversación.
Los días iban pasando, serían un total de cinco, en los que todos ahí estaban para conocerse, ya que cada uno tenia su vida propia y no podrían volver a verse en un tiempo, tal vez hasta el día de la boda, que no era un lapso grande, pero aún así querían disfrutar lo que más pudieran.
—¿Extrañas la mansión?— estaban sentados sobre una sábana, en el pasto, disfrutando de un día soleado.
—Siendo honesta, prefiero estar ahí, porque no hay mucha gente, es algo que me relaja— respondió
—Nos iremos mañana, debemos organizar nuestra boda— la atrajo a su pecho y dejó un beso en su frente.
Los días convividos, serían parte de sus nuevos recuerdos, unos que atesoraria con todo su ser. Esperando tener muchos más como esos.
gracias por escribir