Selig pensó que Marisol lo abandonó cuando dejó de responder sus mensajes y llamadas. Se preguntaba qué habría hecho mal para que ella se alejara.
Marisol, por su parte, creía que Selig la había olvidado al no buscarla durante tantos años. Sentía un profundo dolor por haber perdido a quien consideraba el amor de su vida.
Sin embargo, el destino tenía preparada una sorpresa para ambos. Un encuentro inesperado los enfrentó y descubrieron la verdad detrás de su separación: un malentendido que los mantuvo alejados injustamente.
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Juramento de amor
Narradora.
Al ver el carro de Selig llegar, Rebeca junto a su grupito de amigas caminan en esa dirección.
Dando pasos de diva y echando su cabello a un lado, se detiene al ver que Selig no venía solo. Pues éste al bajar del carro, corrió rápidamente a la puerta del acompañante y extendió su mano para ayudar a quien quiera que venia con él.
—¿Qué pasa, Rebeca? ¿No eras tú, la novia de Selig? —preguntó una de sus amigas, viendo como esta fruncía el ceño y caminaba apresurada donde el mencionado se encontraba.
—¡Selig Cuddyer! —exclamó, obteniendo la mirada sin importancia de él—¿¡Como te atreves a hacerme esto!?
—¿Hacerte qué? —preguntó el muchacho, mientras su brazo izquierdo rodeaba los hombros de Marisol.
—¡No solo me traicionas sino que te paseas con tu amante frente a mis narices! —añadió, viendo la molestia brillar en los ojos del muchacho.
—Rebeca, tu bien sabes que Jamás fuimos nada y que pese a tu intento de manipulacion con mi madre, jamás conseguiste que volviera a verte si quiera una vez —respondió —. Eres intolerable y caprichosa, no puedes tener todo lo que quieres en esta vida y menos el corazón de un hombre que ama a otra mujer —vuelve su mirada a la dulce muchacha que yacía entre sus brazos —. Ella es mi mujer y es a la única que le pertenezco, así que deja de decir cuantas boberías se te ocurran.
—¡Tú!
—Mientes tan bien, que hasta tu misma te creiste lo que decías —finalizó, pasando junto a ella y dirigirse con la linda Mar, donde su grupo de amigos estaba.
Durante las siguientes horas no se despegaron el uno del otro, pues a donde Marisol fuera, Selig la seguía.
Cabe aclarar que sus clases eran diferentes, pero al salir cada cual de su respectivo salón, se volvían a reunir para brindarse un poco más de su amor, ese que pese al poco tiempo crecía como ningun otro.
—Tenemos que pasar por unas compras —informó Selig, a su linda mujer —ya que vamos a quedarnos en el apartamento y no hay suficiente mercado.
—Me parece una idea genial, tengo algo de dinero aún como para...
—No te he pedido dinero —la interrumpió —. Todo lo que quieras de ahora en más te lo compraré yo.
—Una relación está mejor cuando los gastos son compartidos, de otra forma...
—Tú te encargarás de cocinarme y consentirme con mimos, es una forma de que hagamos las cosas a media —volvió a interrumpirla —y cuando ya te recibas y consigas de inmediato un trabajo, dividiremos gastos si quieres —añadió —aunque me gusta más la idea de ser el esposo consentidor que se encarga de brindarle todo de si a su reina.
—No estamos casados para que digas que somos esposos —contestó Mar, viendo una linda sonrisa aparecer en los labios de su amado.
—Pero lo seremos, cuando cumplamos un año de relación nos casaremos y serás mi primera vez para todo.
Ella solo sonrió y agradeció conocerlo.
...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...
Marisol.
Unos cuantos meses pasaron desde que estoy viviendo con Selig y la verdad es que me siento dichosa de poder tener a un hombre tan dulce como él junto a mí.
Sí, hay momentos en que discutimos por temas tontos, pero sabemos como llegar a un acuerdo y solucionar los mal entendidos.
Hoy visitaremos la mansión de los Cuddyer, lo que quiere decir que después de casi ocho meses de relación voy a conocer a mis suegros.
—¿Estás lista? —preguntó mi amado, colocándose detrás de mí y besando mi cuello suavemente mientras sus manos acarician con ternura mi cintura.
—Ya casi termino, solo falta un arete —respondí, sonriendo ante la ternura con la cual me observaba por el espejo.
—Estás preciosa con o sin aretes —mencionó y reí —incluso si te pones una bolsa como vestimenta te verías genial —agregó y esta vez el tambien rió conmigo.
—Deja de decir tonterías y vayamos rapido donde tus padres, han de pensar que tu novia es otra persona —añadí, refiriéndome a Rebeca Price.
—Cariño, deja de pensar en esa loca mujer —contestó tomando mis mejillas entre sus manos —tú eres la mujer de mi vida y te amo, no quiero ni necesito a nadie más ¿de acuerdo?
Solo asentí a sus palabras, dejando un suave beso en sus labios y sintiendo como él lo intensificaba, moviendolos a un ritmo lento... Pero exitante.
Un poco más tarde nos encontrábamos frente a los padres y el hermano de Selig, de los cuales solo el padre parecía estar feliz con mi presencia.
—Eres una muchacha muy bonita —dijo el señor Cuddyer, por lo que di las gracias —. Espero que mi amado hijo te esté tratando como lo mereces y no te de problemas —añadió viéndolo.
—No se preocupe, él es muy atento conmigo y me cuida bien —respondí, viendolo asentir con una encantadora sonrisa.
—Será mejor que pasemos a almorzar, ya todo está servido —interrumpió la madre de mi Selig, dedicándome una mirada poco amistosa.
—Eleonor por favor no te comportes de mala manera con nuestra invitada.
Y solo así fué el comienzo de mi linda relación con mi suegra, la cual me aborrecía por según ella... No ser suficiente para su hijo, cosa que me dijo una vez estuvimos solas.
La verdad es que poco me importaba si me quería o no, después de todo no dormiré en las noches a su lado.
Luego de despedirnos de ellos y volver a la comodidad de nuestra casa, Selig, me pidió que viéramos una pelicula juntos olvidando por completo la razón por la cual le pedí que regresaramos temprano.
—Mañana tengo exámenes Selig, tengo que estudiar —informé, más él no tomo importancia a ello y me sentó sobre sus piernas mientras buscaba una pelicula en la tv.
—Solo será una hora, luego te ayudo a estudiar —contestó y no me quedó mas que aceptar su propuesta, después de todo me encantaba su forma de ayudarme. Mientras yo repaso, él se dedica a esparcir besos.