Las almas que se encuentran, se reconocen y nunca se sueltan, ni con la distancia, el silencio y con las vueltas que de la vida misma.
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Unión por los reinos.
Después del gran anuncio de la unión en el banquete ya había pasado más de una semana, donde el castillo era un caos, ya que estaban en los preparativos de mi casamiento con el príncipe Besimir.
No entendía la prisa de que yo, ya uniera mi vida con ese hombre, pero aunque busque respuestas jamás las obtendría...
Me desperté por un bullicio en mi dormitorio, al levantarme me di cuenta de que había varias mujeres frente a mí y entre ellas las encargadas de preparar la tina de baño.
No sabia, el porque había gente en mi dormitorio, hasta que una de las mujeres me dio la orden, que me levantara de la cama y frente a ellas tuve que quitarme mi vestido, sintiéndome tan mal.
Entré a la tina bajo la mirada de todas, mientras las doncellas restregaban mi cuerpo con esponjas de baño, al salir las mismas mujeres solo me observaban con mucho detenimiento viendo cada movimiento, cuando las doncellas terminaron de secar mi cuerpo.
Me obligaron a acostarme de nuevo, abrieron mis piernas solo para constatar que aún mi virginidad estaba intacta, fue el momento más humillante de mi vida: que cinco mujeres me vieran completamente desnuda y para poner la frutilla, que vieran mi lado más íntimo de mi cuerpo.
Solo para seguir los protocolos de la unión, cuando salieron, de inmediato cubrí mi cuerpo haciendo el esfuerzo sobrehumano para tragarme esta gran humillación junto con mis lágrimas que amenazaban en salir.
Cuando entraron las doncellas traían consigo el vestido para este día, me levante aún envuelta en los lienzos cuando una de ellas tomó el extremo hasta quitármela volviendo a estar desnuda frente a ellas.
Me puse capa tras capa de ropa junto al horrible corsé que estaba más que ajustado, suspire tratando de normalizar mi respiración, ya que este me lo impedía.
Y el paso a seguir tan inevitable era ponerme el vestido, mi rostro lo decía todo sin necesidad de preguntar, este día sería el más triste de toda mi corta vida.
Las doncellas arreglaron mi cabello hasta ponerme la capa y una de ellas me sonrió acomodando la caperuza sin estropear el peinado— felicitaciones mi señora— se alejó haciéndome reverencia.
Suspire al escucharla, trague saliva asintiendo, levante mi cabeza tensando mi mandíbula y solo salí de mi dormitorio lista para lo que se viniera.
Camine por el largo pasillo, al llegar a las escaleras mi padre ya me esperaba con su semblante frío y serio, pose mi mano en la suya y bajamos despacio hasta llegar al último peldaño donde todos los sirvientes estaban presentes observándome.
Salimos del castillo, me ayudo a subir al carruaje y solo cerro la puerta, donde de inmediato los caballos comenzaron a caminar hasta trotar.
En este momento sentía que mi vida cambiaría, pero jamás sabría si para bien o para mal, ya que el panorama era tan incierto que solo suspire con mucha pesadez y sin darme cuenta ya estaba frente al templo, abrieron la pequeña puerta encontrándome con un caballero de reluciente armadura que esperaba por mí, extendio su mano ayudandome a bajar.
Pero al sentir su toque, mi piel se erizó, hizo una reverencia e hice lo mismo tratando de entender que había pasado, por un momento me quedé viéndolo fijamente sin poder ver su rostro, ya que su casco me lo impedía.
Camine en dirección a mi padre, pose nuevamente mi mano en la suya y entramos por el amplio pasillo, mientras mi vista veía cada rostro de los invitados, llegamos al final del pasillo y al principio del altar.
Besimir y mi padre intercambiaron miradas hasta que asintieron, él extendió su mano hacia mi y solo pose la mía en la suya para estar frente al altar, escuchando hablar al sacerdote, donde la ceremonia inició y por un momento cerré mis sentidos perdiéndome en mis pensamientos.
Había pasado todo tan rápido que ya nos habían casado, Besimir bajo mi caperuza, me sonrió dejando un pequeño beso en mi mejilla.
Caminamos por el pasillo hasta salir del templo, subimos al carruaje para ir de regreso al castillo donde nos esperaba el gran banquete a nuestro honor.
El tiempo avanzó viendo a mi madre bailar con mi padre, mientras yo estaba sentada observando a cada uno de los invitados que estaban reunidos aquí en el gran salón y entre ellos estaba Besimir bailando con una mujer.
Suspire por qué al solo verle, intuía como era en verdad el príncipe de Isemfor, el banquete continuo, viendo a lo lejos al caballero de reluciente armadura manteniendo su postura cerca de la puerta, hasta que sin darme cuenta tenía a Besimir a un costado, tomó mi mano jalándome para levantarme.
— vamos, Athena— suspiré asintiendo.
Al bajar los pequeños escalones, los invitados comenzaron a aplaudir y solo salimos del gran salón, seguimos caminando hasta que Besimir dio la orden a uno de los plebellos para que nos llevaran a un nuevo dormitorio.
Al entrar mis manos sudaban por el nerviosismo y el terror de lo que sucedería, él al cerrar las puertas de inmediato se acercó a mí girándome con brusquedad.
Desatando con desespero los lazos del vestido, me quito cada prenda que había debajo hasta quedar en paños menores, me volvió a girar besándome con mucha rudeza y nada de gentileza.
Me aventó a la cama y paso todo tan rápido y a la vez tan traumático para mi, estaba desnuda con mis ojos enrojecidos por derramar demasiadas lágrimas, mi garganta ardía por gritar del dolor que me producía.
Al girar mi vista, él estaba cambiándose con una gran sonrisa en sus labios, cuando termino solo salió del dormitorio sin siquiera decir alguna palabra.
Me acurruqué cubriendo mi cuerpo con los lienzos, intentando detener mis lagrimas y tragarme este dolor, cuando intempestivamente abrieron las puertas y eran las mismas mujeres de la mañana.
Me levantaron con brusquedad quitando los lienzos manchados y vi a una de ellas salir con los lienzos entre sus manos, mientras otra ponía nuevos sobre la cama, una de las doncellas preparo la tina con agua tibia.
Me ayudo a acercarme a la tina, al entrar mi cuerpo se relajó de inmediato y sin resistirme solo me sumergí en el agua, aguantando la respiración, no sé cuanto tiempo había pasado bajo el agua que solo sentí unas manos tomarme con mucha fuerza de los hombros sacándome con brusquedad.
Mi tos fue incontrolable, intente recuperar el alentó y al levantar mi vista me percate que Besimir estaba frente a mí con su rostro lleno de molestia.
Y sin verlo venir, su mano se estampó en mi mejilla— no podrás escaparte de mí, Athena Ortrike, tu serás mi esposa hasta que yo lo decida — se levantó y solo grito antes de salir— ¡saquen esa tina!, de ahora en adelante los baños serán supervisados.
Solo vi asentir a las doncellas entrando al dormitorio, me envolvieron en un lienzo mientras veía a los plebellos sacar la tina del dormitorio, me cambie y solo me recosté, quería olvidar lo que había pasado, necesitaba pensar, asimilar para poder resistir mi nueva vida junto a él.