Estoy en lo más alto de mi edificio, viendo a la gente como hormiga ir y venir pensando que tan grande es el mundo y nosotros tan pequeños, soy Ana Leal una reconocida diseñadora de moda, famosa y con el título de bruja de hielo, por ser despiadada y no tocarme el corazón para destruir a nadie, solo que a veces vienen a mi mente recuerdos de mi pasado y la antigua yo quiere volver a salir, es entonces cuando recuerdo que no obtuve nada por ser buena y amable, en ese tiempo solo recibí malos tratos y maldad, por nada del mundo vuelvo a ser así de frágil...
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Capitulo IV Regreso
Ana
No pude dormir en toda la noche, la pregunta de Gabriel me saco de mis sentidos, no entiendo a qué se refiere a con cuántos hombres has estado? No soy tonta, solo que no entendí el por qué de esa pregunta, además como me miraba me dio pavor sentí que me comería viva, las cosas se están poniendo raras por aquí solo espero que no vuelva por mucho tiempo necesito pensar en lo que voy a hacer no puedo pasar toda mi vida prisionera de él.
La mañana llegó así que vestí para empezar mi día lo que más me emocionaba era que mis clases empezarían hoy. Baje al jardín y desayuné en aquel lugar después de una hora entre a la casa y la que sería mi maestra me estaba esperando, era una mujer algo mayor y fue una luz en mi sombrío camino.
Mercedes: buenos días, señorita Ana, me presento soy su profesora de modas y estaré a su lado hasta que usted consiga su título.
Ana: un placer señora Mercedes y por favor llámame solo Ana.
Mercedes: un gusto Ana, puedes llamarme Mercedes y espero ser de ayuda para ti.
Y así empezó una gran amistad, Mercedes me enseñó etiqueta y además me enseñaba de moda, pasarela, alta costura, glamour y todo lo que se podía aprender de moda. Así pasaron cuatro años en los que no vi a Gabriel, este solo me llamaba una vez a la semana y para mí eso era suficiente no me interesaba en lo más mínimo hablar con él, hoy estoy cumpliendo veintidós años, y no miento cuando digo que he cambiado mucho, mi cuerpo está más formado y mis curvas más acentuadas, ya no me parezco a aquella niña a la que trajeron como prisionera a esta casa, Gabriel en cada cumpleaños me llamaba muy temprano y siempre me enviaba un obsequio, que no eran nada de mi gusto, pero este año no me llamo y no envío nada, me pareció extraño, pero que importa ojalá y haya conseguido a alguien y se case con ella, Ponki ha sido mi compañero todo este tiempo, lo quiero mucho es el único regalo que le agradezco a este imbécil.
La señora Lucia me pidió ponerme un vestido que había estado guardado en el clóset hace un mes, este vestido me pareció hermoso cuando lo vi solo que no había ocasión para usarlo, no entendí a la señora Lucia, pero tenía que obedecer, ya que la vieja era una chismosa y todo se lo contaba a Gabriel, Mercedes se despidió de mí y me dijo que su labor conmigo había terminado y que si en el futuro la necesitaba que la buscará mi corazón se rompió cuando ella se despidió de mí, mi única amiga y se iba a ir el día de mi cumpleaños, no podía ser cierto cada día odio más a Gabriel lo que él no se espera es que por mi libertad estoy dispuesta a hacer lo que sea, hasta fingir que me enamoré de él para poder huir.
Después que mi amiga se fuera entre en el baño y llore como hacía tiempo no lo hacía, otra vez estaba sola y a merced de un tirano, mi mayor miedo era que él regresará, aunque también era me anhelo quería empezar mi plan para poder salir de esta situación.
No sé cuánto tiempo duré en la ducha, hasta que la señora Lucia tocó mi puerta.
Lucia: señorita Ana ya lleva mucho tiempo ahí dentro y debe arreglarse para salir al jardín.
No le contesté de igual manera me tocaba salir y cuál era el fin de ponerme "bonita" si siempre estoy sola en esta enorme casa, mi única compañía de verdad humana era Mercedes y ya no está.
Sequé mi cuerpo y me puse aquel vestido, al verlo en mí me sorprendió lo bien que me quedaba no había duda que me estoy desarrollando muy bien, me puse un maquillaje ligero y mi cabello lo recogí en una cola alta con las puntas onduladas, todo esto para mí era una pérdida de tiempo, pero así lo ordeno el tirano.
Cuando estuve lista salí de la habitación y la señora Mercedes me condujo al jardín, al ver cómo estaba decorado me sorprendí mucho en que momento hicieron todo esto, estaba embelisida, sumida en mis pensamientos cuando, escuché aquella voz que no quería escuchar nunca más en mi vida, lentamente di la vuelta y ahí estaba Gabriel parado frente a mi con un smoking justo a su medida y tan guapo como siempre, pero con esa mirada sombría que me infundía terror.