En un mundo lleno de secretos familiares, traiciones y sueños rotos, Maite está a punto de enfrentar la decisión más importante de su vida. En el día de su boda, descubre que todo lo que creía saber sobre su familia era una mentira. La verdad sobre su relación con Alex, su futuro y la verdadera razón de su compromiso empiezan a salir a la luz. Maite Descubre que, aunque el amor pueda parecer eterno, las mentiras pueden destruirlo todo, Pero ¿Será el amor lo suficientemente fuerte como para sanar viejas heridas? ¿Será capaz Maite de desafiar las expectativas y construir su propio destino, o cederá ante las presiones de aquellos que la rodean? Acompaña a Maite en su viaje hacia la verdad y la libertad, en una historia llena de giros inesperados, decisiones difíciles y la búsqueda de su propio futuro.
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El spa
Me duele la cabeza. Abro los ojos y siento que todo da vueltas. De repente, las náuseas me invaden. Me levanto de la cama y corro al baño. Paso allí mucho tiempo, sintiendo un dolor tan profundo que parece llegar al alma.
Tocan la puerta, y reconozco la voz de Juan.
—Maite, ¿estás bien? —pregunta con preocupación.
—Sí, solo son las consecuencias de la borrachera —respondo mientras me lavo la cara en el lavabo y luego me cepillo los dientes antes de salir del baño.
Camino hacia la cocina y lo encuentro desayunando.
—¿Qué hora es? —pregunto mientras me acerco para servirme café.
—Son las dos de la tarde.
Casi me atraganto con el café.
—¿Tan tarde? Tengo que despertar a Loren y Anna; si no, nunca llegaremos a la cita en el spa.
Él me mira divertido y ríe por mi reacción.
—Tranquila. Anna y Loren se levantaron hace un par de horas. Están en el supermercado comprando cosas para la cena.
Suspiro aliviada y me siento a su lado, robándole un panqueque de su plato.
Unos minutos después, llegan Loren y Anna, cada una cargando una gran bolsa.
—Chicas, ¿se trajeron el supermercado entero o qué? —les digo mientras me acerco a ayudar.
—Maite, no entiendo cómo sobrevives. No tenías nada en la alacena —comenta Loren con una mezcla de exasperación y diversión.
Suelto una risa nerviosa.
—Jajaja, con todo lo que ha pasado, se me olvidó comprar comida.
Todos ríen, y Juan agrega:
—Eres tan despistada que es un milagro que sepas dónde tienes la cabeza.
La sala se llena de carcajadas.
—Chicas, voy a alistarme para que podamos salir. La cita es a las tres.
Todos asienten mientras me dirijo a mi habitación.
Horas después.
Estamos las tres acostadas en unas camillas, disfrutando de un masaje relajante en la espalda.
—Anna, ¿para cuándo la boda? —pregunta Loren con curiosidad.
—La verdad, no sé, pero quiero que sea pronto. Chicas, siento que lo amo; él es el hombre con quien quiero pasar el resto de mi vida... pero también siento que aún no es el momento.
—¿Por qué no? —pregunto intrigada.
—Porque acabamos de salir de la universidad. Sus padres aún no aceptan nuestra relación. Saben que mis padres murieron cuando era niña y no quieren que esté con alguien sin familia.
La rabia hierve dentro de mí. Me incorporo y hago señas a las masajistas para que nos dejen solas. Loren y Anna se levantan conmigo.
—Él te ama. Lo único que debe importarte es lo que él piense y sienta. Y no olvides que Loren y yo somos tu familia. No necesitas nada más —digo con firmeza.
—Maite tiene razón. Nosotras somos tu familia. En este mundo, cuentas con nosotras y con ese hombre que te ama —añade Loren con ternura.
—Gracias, chicas. Las quiero mucho —dice Anna con una sonrisa llena de cariño.
La tarde transcurre entre risas y chismes, ayudándonos a olvidarnos, aunque sea por un momento, de lo que nos espera mañana.