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MALDITO AMOR

MALDITO AMOR

Status: En proceso
Genre:Completas / Amor prohibido / Incesto / Diferencia de edad / Pacto con el demonio
Popularitas:3.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Guadalupe Nieves

¿EL PECADO ES EL ÚNICO CAMINO? UN AMOR PROHIBIDO NACIDO DE UNA MALDICIÓN...

Aiden, un hombre al borde de los cuarenta, huye con su sobrina y se convierte en el "conserje" de la mafia, limpiando escenas del crimen. Ambos esconden un oscuro secreto: son Shadowborn, seres mitad vivos y mitad muertos, destinados a procrear con sus propios sobrinos-tíos y así perpetuar una ancestral maldición. Aiden lucha contra el amor prohibido que su sobrina, de manera enfermiza, le profesa. Sin embargo, una amenaza los arrastra al "otro lado," un lugar donde un macabro juego podría otorgarles la libertad, pero a un precio que desafiará todos sus límites. ¿Será capaz Aiden acabar con la maldición? ¿Podrá liberar a su sobrina de aquel amor maldito entre ambos? ¿O vagarán en la oscuridad por toda la eternidad?

NovelToon tiene autorización de Guadalupe Nieves para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPÍTULO 18

Aiden seguía estupefacto, aun después de varios minutos, observando el cuerpo sin vida del sacerdote que en el pasado lo había ayudado. Aunque estaba acostumbrado a ver fantasmas, era la primera vez que veía a uno tan lucido, con tanto color y luz.

Por más que su rostro no mostrara su típica amabilidad, ni su alegría o dulzura, jamás se le había cruzado por la cabeza que se trataba de su espíritu hacía solo unos segundos. Extendiendo su mano, intentando tocar su hombro, retrocedió. De nada servía seguir escéptico ante lo que veían sus propios ojos.

—¿Perdón?—la voz de un joven lo despertó de sus pensamientos.

Girándose un poco, se encontró cara a cara con un muchacho, quizá de la misma edad de Rosemary, vestido con una túnica de sacerdote. Frunciendo un poco el ceño, supuso que se trataba del nuevo padre de la capilla.

—¿Es usted un feligrés?—preguntó este—¿ha venido a darle un último adiós al padre Derek?

—Sí...—se limitó a responder.

Cabizbajo, Aiden se fue bajo la mirada analítica del joven sacerdote. Era extraño verlo, en especial porque era la última noche de velorio de su antecesor. Parecía que hubiera asistido apurado, con su cabello rubio revuelto por el viento, su cuerpo empapado por completo y sus mejillas rojas por el esfuerzo.

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Recostado en el volante de su automóvil, Aiden esperaba sombrío a que la tormenta cesara un poco y así poder ir a la casa de su prometida. No obstante, la tormenta estaba empeorando, como si lo que hizo adentro de la capilla hubiera provocado la ira de Dios.

—Rosemary—susurró en medio de lágrimas—¿Por qué me dejaste?

El sonido insistente de su celular hizo que saliera de sus pensamientos, pensando que de pronto era Glorym, volteó los ojos exasperados al ver el nombre de Anna. Colocando su cabeza de nuevo en el volante, con su celular aún en su mano, ignoró la llamada.

Sabía que debía contestarle, que debía demostrarle un falso amor capaz de mantenerla enamorada, pero no podía controlar su corazón, mucho menos la tristeza que emanaba de este. No fue hasta pasado 1 minuto cuando Anna, de manera insistente, continuó llamándolo.

—¡Amor!—escuchó una vez contestó su octava llamada—¿Dónde estás, mi vida?

—Perdón cariño—sintió como si comiera vidrio al llamarla así—quedé atrapado por la tormenta y me he empapado. Estoy esperando en el parqueadero de la capilla, apenas mejore un poco la situación, voy de regreso a tu casa.

—¿Cómo que te empapaste?—preguntó sorprendida—¡Amor! ¡Ten mucho cuidado! Pediré que te preparen algo de caldo para que entres en calor...

—Gracias—respondió ansioso por colgarle la llamada—nos vemos más tarde, Anna.

Agradeciendo de que Anna esta vez tenía su nivel de agobio más bajo, colgó fácilmente la llamada y continuó esperando a que la lluvia se calmara. Luego de casi dos horas en las que se quedó dormido, con un fuerte dolor de cuello, pudo finalmente arrancar el auto cuando dejó de llover.

No obstante, tenía que hacer un esfuerzo monumental para conducir entre las calles empapadas y oscuras, guiándose solo con las farolas de su auto. Al parecer la tormenta había jodido el cableado público. Suspirando con pesadez siguió avanzando, debía procurar seguir vivo hasta completa su venganza.

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Anna se encontraba esperando a su prometido en su lujosa suite privada, ubicada en uno de los edificios más acaudalados de la ciudad. Siendo hija de una de las mafias más poderosas del país, tenía acceso no solo a riqueza y lujos, sino también a drogas.

Por eso, cuando la criada había terminado de preparar el caldo que le daría a su prometido, caminó directo a la mesa del comedor y empezó a vaciar un pequeño líquido de color dorado en este. La pelirroja sonreía satisfecha, revolviendo la droga que había puesto, cuando fue confrontada por su sirvienta.

—Señorita Anna—dijo la anciana—¿Qué hace?

Aquello sorprendió a Anna, quien pensaba que la mujer estaría en el segundo piso. Mal sabía la criada, por su ignorancia e imprudencia, que no debía ni siquiera haberla visto hacer eso. Enojada, no le importó que ella pudiera ser una anciana desvalida que necesitaba el dinero, dio grandes zancadas hasta ella y le propinó una fuerte cachetada.

—¡Insolente!—gritó indignada—¿Cómo te atreves a preguntarme sobre lo que hago o dejo hacer?

—Perdón, señorita Anna—respondió la anciana, llorando por el dolor—¡Le juro, no volverá a pasar!

—Escúchame bien, maldita vieja—dijo jalando la parte trasera de su cabello canoso—solo te dejo seguir trabajando porque quiero, pero donde le digas a alguien lo que has visto te juro que tus nietos van a pagarlo. ¡¿Entendiste?!

—Sí...—respondió asustad—sí, señora.

Empujándola, le ordenó volver y que continuara arreglando las cosas de su habitación para que Aiden pudiera bañarse y cambiarse enseguida. La anciana, quien era la única que se hacía responsable de sus huérfanos nietos, como pudo se levantó y comenzó a caminar de regreso al segundo piso.

Anna ni siquiera tuvo compasión al ver adolorida, subiendo las escaleras tan lentamente como una tortuga, sosteniendo su espalda baja con una mano. Ni siquiera le importó que Aiden viera la mejilla hinchada de su sirvienta, después le inventaría alguna excusa barata.

Ahora lo único que deseaba era que él viniera, consolarlo como lo había hecho desde la muerte de su sobrina y hacer que tomara el caldo. Aprovechando su vulnerabilidad lo haría suyo y le obligaría a dejar su semilla dentro de ella.

Si bien era una de las manos derechas de su padre, aunque solo fuera una suerte de "conserje", se había obsesionado desde la primera vez que lo había visto, siendo apenas una preadolescente. A su padre no le gustaba ver a su única hija, mujer casada con alguien como él, pero con tal de consentirla aceptaría cualquiera de sus caprichos.

Sin embargo, no había logrado hacer que este depositara dentro de ella, lo que tanto quería para concebir a su hijo y amarrarlo para siempre a ella. Siempre que habían estado juntos, jamás lo habían hecho sin protección. Pero gracias a su hermano mayor había logrado encontrar aquella drogada que la ayudaría con sus planes.

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Martha Pérez
si me gustó pero no entiendo porque no terminan de escribir todo, no pueden dejar así el libro a medias ya que van muchas historias a la mitad
Snowykitty: Gracias a tu apoyo! Si, ya estoy empezando a liberar los capítulos. En cualquier momento te aparecen muchas gracias por todo tu apoyo!
total 1 replies
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