Toda vida enamorada, sufriendo humillaciones, para nada, sin darme cuenta deje que un amor enfermizo, acabará con mi amor propio. hasta que mi verdadero amor me salvo.
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arrepentimiento.
Claudia.
Quería mantener todo lo ocurrido en secreto, pero Daniel, debía saberlo, sé que lleva algunos años enamorado de lucero, así que debía abrirle los ojos, para que no siguiera perdiendo su tiempo con ella.
Con cada unas de mis palabras, podía sentir como su corazón se rompía, Daniel, es un hombre muy romántico, él es fiel creyente del amor, cosa que ni puedo decir de mis otros hermanos.
- Gracias, princesa por contarme, ahora sé que quien es lucero realmente, no vale la pena.- pude sentir su dolor, en cada una de sus palabras.
Lo siento Daniel.- le dije.
No tienes la culpa de nada, yo solo perdí mi tiempo, pero ellos perdieron la oportunidad de tener en su vida, a una persona tan maravillosa como, tú, ahora dime qué piensas hacer.- me preguntó.
- Nada cambiará, su traición me dolió, pero también me enseñó a no ser tan confiada, no les daré el gusto de verme mal, seguiré con mis planes.- Daniel me abrazo.
Esa es mi hermana, eres fuerte, solo deja todo atrás.- yo asentí con la cabeza.
Daniel se despidió y salió de la habitación, Camila se quedaría en casa con nosotros, pero en una habitación de huéspedes, quería estar sola cosa que ella entendió. Toda la noche lloré, hasta quedarme sin lágrimas, necesitaba sacar todo ese dolor, no sé en qué momento me quedé dormida, por suerte estábamos de vacaciones de fin de año, por lo que no tendría que verlos por dos meses.
Los siguientes días, estuve metida en la habitación, mis padres estaban preocupados, por lo que tuve que llenarme de ánimo y salir.
Daniel y Camila todos los días se esforzaban para levantarme el ánimo, la verdad no sé qué haría sin ellos.
…
Pablo.
Prometí que no la lastimaría, y fue lo primero que hice, Verla parada viendo la escena me lleno de vergüenza, sus ojos reflejaban una profunda tristeza, ella trató de actuar como si nada, pero sabía lo mal que se estaba siendo, la verdad esperaba otra clase de reacción, quizás grito e insultos, pero él que no lo hiciera me hizo sentir peor.
- Soy un completo imbécil.- me digo a mí mismo, cuando la veo cerrar la puerta.
No es una niña Pablo, ella debe entender que nos gustamos, y que no estás interesado en ella.- me dice lucero, mientras se vestía.
- Tú cállate.- le grité.
Sé que los dos somos culpables, pero su comentario no venía al caso.
- no tienes que enojarte conmigo, pablo, tarde o temprano Claudia se enteraría, de nuestra relación
- De qué relación estás hablando lucero, saca eso de tu cabeza, siempre he sido claro contigo.- eso último lo dije llenó de enojo.
Luego salí en busca de Claudia. Al salir del baño, me topé con Alejandro, este estaba perdido en sus pensamientos.
- Has visto a Claudia. – le pregunté.
pero este ni me volteo a ver. Así que lo deje y la busque por todo el salón, hasta que la vi, estaba siendo abrazada por su amiga.
- Claudia, podemos hablar. – le pedí.
- Por favor, mantén tu distancia, si no quieres que te rompa la cara. – me contesta Camila.
Por favor, necesito explicarle.- le supliqué.
- No veo que podemos hablar, fue claro lo que vi, no ahí nada que pueda salir de tu boca, que yo quería escuchar.- esta vez la que hablo fue ella.
Lugo se giró y se fue seguida por Camila, que me dio una mirada llena de odio, el resto de la noche me evito, hasta que decidió irse, la seguí, pero me detuve al verla llorar abrazada a Daniel, su hermano. Eso me hizo sentir peor, volví al salón y me senté cerca a Alejandro, que no paraba de beber.
- Soy un idiota Alejandro.- le dije, él solo sonríe.
- No eres el único Pablo, pero, si eres un completo imbécil, hoy has lastimado a la mujer que te ha amado por años.- me contesta.
Y tú porque estás así.- le pregunto.
este no contesta, solo se toma de un trago todo el contenido de su vaso. No sé qué le ocurría a Alejandro, es mi amigó, crecimos juntos, siempre hemos estado el uno para el otro, es la primera vez que lo veo tan afectado por algo o por alguien, asumo que es una chica, pero tal parece que no tiene intención de contarme, así que decidí dejarlo tranquilo y no preguntar.
Ya estaba bastante tomado, lucero había mantenido la distancia, pero después de un rato de observarme se acercó.
- Pablo podemos hablar.- me pregunta.
- déjame en paz.- le grité.
- por favor pablo.- me suplica.
No le contesto nada, solo tomo mi trago y me levanto de la silla, trato de mantener en pie, pero me es casi imposible, ella me toma del brazo para ayudarme, así logro llegar a mi coche, ella me acomoda en la silla del copiloto, busca entre mi bolsillo las lleves, luego sube y conduce hasta la casa.
Al día siguiente me levanto con un horrible dolor de cabeza, tome mi teléfono y mire la hora, eran cerca de las 3 de la tarde, me levanté y entre en la ducha, el agua calmos un poco en dolor. Después de vestir bajé, mi madre estaba tomando el té, con la señora Miranda, y mi padre estaba en el jardín con el señor Alonso.
- Buenas tardes.- saludo a las damas.
Hola hijo, cómo estás.- me pregunta mi madre.
- Hola pablo.- me saluda Miranda, con una sonrisa.
Hola señora Miranda, qué gusto verla.- le devuelvo el saludo.
- El gusto es mío.- me dice con una sonrisa.
- Cómo está Claudia.- le pregunto.
- Pues que te puedo decir, anoche llegó algo alterada, y hoy no ha querido salir de su habitación, creo que está en sus días.- agrega Miranda.
- Ya veo.- le contesto.
Sé que está, así por mi culpa, siento un apretón en mi pecho, de solo imaginar el dolor que puede estar sintiendo, Me acercó a mi madre y beso su mejilla.
Hueles a alcohol Pablo.- me dice mi madre.
- Lo sé madre y lo siento, iré a pedir que me preparen algo de comer.- le digo alejándome.