nix es la reina del reino más prospero y con los brujos más poderosos pero es engañada por su madrastra y su propio esposo que le robaron el trono ahora busca venganza de quienes la hicieron caer en el infierno y luchará por conseguir lo que es suyo
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capitulo 23
La tormenta rugía fuera del templo, pero en su interior, el aire era pesado y silencioso. Nix, Thalos y Drystan estaban reunidos junto a una mesa de piedra donde un antiguo mapa estaba desplegado. La Llama Eterna seguía brillando, lanzando sombras temblorosas que parecían figuras danzantes, testigos mudos de lo que estaba por ocurrir.
–Los reinos aliados aún no tienen noticias de que estás viva –dijo Thalos, señalando con el dedo una serie de puntos en el mapa–. Kael y Elara se están moviendo rápido. Han enviado emisarios a cada reino cercano, consolidando su poder.
Drystan frunció el ceño y cruzó los brazos.
–Si esperan unificar a los Reinos con mentiras, debemos adelantarnos. Necesitamos aliados que sepan la verdad.
Nix permaneció en silencio unos instantes, su mirada fija en el mapa. Los nombres de ciudades y regiones, que alguna vez le habían parecido símbolos de paz y prosperidad, ahora eran recordatorios de lo que había perdido.
–No bastará con revelar la verdad –dijo finalmente–. Muchos no moverán un dedo si no creen que podemos ganar. Necesitamos algo más: una prueba de fuerza. Una señal de que soy digna de liderar.
–¿Y qué propones? –preguntó Thalos, su tono cuidadoso.
Nix levantó la mirada, y en sus ojos aún ardía el reflejo de la Llama Eterna.
–Hay un lugar que nos puede dar lo que necesitamos. La Fortaleza de los Susurros.
Thalos y Drystan intercambiaron miradas, sorprendidos.
–¿Hablas en serio? –intervino Drystan, golpeando la mesa con la palma abierta–. Esa fortaleza es una ruina maldita. Nadie ha regresado de allí.
–Precisamente –respondió Nix con calma–. Las leyendas dicen que la fortaleza guarda un poder antiguo, una reliquia perdida que solo los verdaderamente fuertes pueden reclamar. Si logramos obtenerla, ningún reino podrá ignorar nuestro llamado.
Thalos habló, su voz cargada de cautela.
–Nix, no sabemos si esa reliquia realmente existe o si es un mito más. La fortaleza está en la frontera con las tierras prohibidas, plagadas de criaturas y trampas olvidadas. Es un riesgo demasiado grande.
Nix se enderezó, su expresión implacable.
–Lo que estamos enfrentando no es un juego. Kael y Elara ya tienen ventaja, y cada día que pasa, el pueblo olvida quién soy y lo que represento. Si la reliquia existe, la obtendremos. Si no, aún demostraremos que no somos fáciles de quebrar.
El silencio reinó por un momento. Finalmente, Drystan dejó escapar un suspiro resignado.
–Siempre tienes que elegir el camino difícil, ¿verdad?
Nix esbozó una leve sonrisa.
–Es el único camino que vale la pena.
Rumbo a la Fortaleza
Dos días después, el grupo estaba en marcha. La región al sur del templo era un terreno agreste, un desierto de piedras negras y vientos gélidos. Las historias sobre la Fortaleza de los Susurros decían que su misma existencia era una burla a los dioses, un lugar maldito donde los lamentos de los muertos aún resonaban en los muros.
–¿Cuántos días más? –preguntó Drystan, cubriéndose el rostro de los vientos polvorientos.
–Si el mapa no miente, dos más –respondió Thalos, que lideraba la marcha con paso firme.
Nix iba detrás de ambos, su mirada siempre alerta. A pesar de su aparente calma, sentía cómo la tensión se aferraba a sus huesos. El poder de la Llama Eterna aún era nuevo en su interior, un fuego que ardía sin cesar pero que no terminaba de comprender del todo.
Al caer la noche, acamparon en un pequeño refugio natural entre las rocas. Drystan encendió una fogata, y las llamas arrojaron una luz tenue sobre sus rostros cansados.
–¿Qué sabes de esta reliquia, Thalos? –preguntó Nix, rompiendo el silencio.
El semidiós cruzó los brazos y miró al fuego, como si estuviera escogiendo sus palabras con cuidado.
–Se dice que es un fragmento de la Llama Primordial, el fuego con el que se forjó el mundo. Los dioses lo escondieron porque temían que los mortales lo usaran contra ellos. La fortaleza fue construida para protegerlo, pero con el tiempo, la corrupción se apoderó del lugar.
–¿La corrupción? –inquirió Drystan, levantando una ceja.
–Un poder oscuro. Algo que duerme allí y que se alimenta de las dudas y los miedos de quienes se acercan –respondió Thalos en voz baja–. Por eso se llama la Fortaleza de los Susurros. Los muertos y los miedos susurran a aquellos que osan entrar.
Nix escuchó con atención, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.
–Entonces será mejor que no escuchemos nada –dijo finalmente, con una dureza que no admitía discusión.
Thalos la observó durante unos segundos, como si estuviera evaluando su espíritu.
–Los susurros no son tan fáciles de ignorar, Nix. La fortaleza conoce tus secretos más profundos y tus heridas más dolorosas.
–Que lo intente –respondió ella, levantándose para observar el horizonte oscuro–. No soy la misma mujer que era antes.
A las Puertas del Abismo
Dos días después, la Fortaleza de los Susurros apareció ante ellos, y el tiempo pareció detenerse.
Construida en la cima de un acantilado, la fortaleza se alzaba como una monstruosa silueta contra el cielo gris. Sus torres estaban destrozadas, y enormes grietas recorrían sus muros de piedra negra. A su alrededor, una neblina espesa lo cubría todo, y un extraño sonido, como murmullos lejanos, flotaba en el aire.
–Llegamos –dijo Thalos, su voz apenas un susurro.
Nix desmontó de su caballo y caminó hacia adelante, sin apartar la vista de la entrada principal. Era un arco de piedra rota que parecía un monstruo hambriento con la boca abierta.
Drystan la siguió, con una expresión preocupada.
–No me gusta esto. Es como si... como si nos estuvieran esperando.
–Lo están –respondió Nix.
Thalos se acercó y se colocó junto a ella.
–Todavía podemos dar la vuelta, Nix. Nadie te culparía por ello.
Ella lo miró de reojo, y en su rostro había una mezcla de determinación y fuego.
–No. Si los dioses me pusieron en este camino, es porque saben que puedo enfrentar lo que hay aquí dentro.
Sin esperar respuesta, Nix avanzó hacia la entrada, dejando que la neblina la envolviera. Thalos y Drystan la siguieron de cerca, sus armas listas, pero el murmullo a su alrededor comenzó a crecer.
“Nix...”
El sonido de su nombre hizo que la reina se detuviera por un segundo. Era una voz familiar, una voz que no debía estar allí.
“¿Por qué nos abandonaste?”
Nix respiró hondo, intentando bloquear las palabras, pero algo en ese susurro despertó una vieja herida. Cerró los ojos un instante y murmuró para sí misma:
–No dejaré que me dobleguen.
Y con eso, dio el primer paso dentro de la fortaleza.
reina y tiene algo q ofrece y te invita a seguir leyendo.me gusta buen libro gracias