Rose Thompson pierde toda su vida feliz y su libertad en tan solo un día, luego de tanto tiempo sin ver a su padre, este la busca para darle su condena matrimonial.
Cansado de dejar que ella jugara a ser "la enfermera del pobre" como él llamaba de manera despectiva, ha decidido que le dejará su empresa a su nieto varón.
Informándole así que al día siguiente sería su boda, de modo que ella pudiera cumplir con su deber de entregarle su próximo heredero o de lo contrario el hospital donde ella trabajaba perdería a su mayor benefactor.
¿Podrá el amor y la felicidad surgir en una situación de chantaje total? ¿Podrá tener un final feliz?
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Fin de la luna de miel
Al día siguiente, en cuanto Rose despertó busco a Antón, quien en ese momento estaba parado frente a su vestidor, tenía puesto un mono de deporte, una camiseta y su manos libre.
- Buenos días dormilona - le dijo el al percatarse de que Rose ya estaba despierta.
- Buenos días, ¿ qué hora es? - Le pregunto Rose, aún con algo de sueño.
- Son las siete de la mañana, si quieres duerme otro rato, le pediré a la cocinera que te envié el desayuno. - le dijo Antón, mientras se terminaba de arreglar.
- ¿Tu que vas a hacer ? - le pregunto Rose.
- Voy a salir a trotar un momento - Antón vio a Rose por el espejo que tenía frente a el - ¿ Quieres venir conmigo? - le pregunto.
- Si puedo ir ? - Rose no quería ser un estorbo.
- Claro, arreglate, te espero abajo. - le dijo Antón mientras salía de la habitación, para ir a arreglar unas cosas en su despacho.
Rose se quitó la daba de encima, se levantó, se colocó su ropa de la noche anterior y se fue a su habitación para arreglarse. Al cabo de media hora bajo a las escaleras hacia planta baja, comenzó a buscar a Antón, al entrar en la cocina lo encontró dándole órdenes a Isabella.
- Buenos días, dijo Rose al entrar en la cocina.
- Buenos días señora, como durmió - le dijo Isabella.
- Bien, y tú, disfrutaste tu día libre ? - Rose le sonrió.
- Si señora, muchas gracias por tal consideración - Isabella le devolvió la sonrisa.
- Toma, un vaso de jugo de naranja, es mejor que no tengas mucho en el estómago, si vas a acompañarme. - Antón le puso frente a ella el vaso de jugo.
- Ok, está bien. - le respondió Rose, tomando en sus manos el vaso de jugo y bebiendo.
- ¡Vamos! - le dijo Antón
Salieron de la mansión y comenzaron a trotar cuando llegaron a las caminatas de las colinas, para cuando terminaron de llegar al final del camino, Rose dio gracias que no se le ocurrió desayunar, de lo contrario, ya estuviera sacando toda la comida de forma involuntaria.
- Estás cansada jajaja - le dijo Antón mientras se burlaba de la forma en que arrastraba cada paso.
- No..... pa..ra..nada..- A Rose le costaba mucho el hablar.
- El ejercicio no es lo tuyo papito, jajaja- Antón no paraba de reír.
Para Rose, era la primera vez que lo veía riendo de esa manera tan espontánea, por un momento el pensamiento, de que se veía hermoso riendo de esa forma, le pasó por la mente. Pensamiento que eliminó al instante, no podía permitirse tener ningún tipo de sentimiento por ese hombre, ya el le había dejado claro que apenas quedará embarazada, el se desearía de ella y no se iba a dar el lujo de salir herida en toda esa situación.
-¿ Ahora que ? - le pregunto a Antón para cambiar el tema.
- Ahora hagamos lo que queramos - el le sonrió - pero primero vamos a ir a desayunar, yo te invito.
- Que amable de tu parte jajaja - Rose se burló de él - cualquiera cree que eres así siempre jajaja
- Oyeee, no te burles de mi enana - la tomo en brazos y la alzó, mientras ella se reía y le pedía que la bajara, la monto en sus hombros - Retracta lo que dijiste patito, si no, no te bajo jajaja
- Bien, bien, me retracto, eres el hombre más amable del mundo jajaja
parecían dos niños jugando, a partir de ese día, era como si fueran una pareja de recién casados de verdad, la mayoría del tiempo lo pasaban juntos, a veces mientras Antón estaba en su despacho con los asuntos de la oficina, Rose se quedaba en la biblioteca leyendo algún libro, hasta que Antón la buscaba, en las noches hacían el amor y dormían juntos todas la noches. Fueron dos semanas que Rose disfruto mucho, hasta que llegó el día que debían marcharse.
-Espero que tenga un excelente vuelo señora, la vamos a extrañar muchísimo - le dijo Isabella a Rose en la entrada de la mansión.
- Tu también cuídate mucho Isabella, de verdad, me agrado mucho pasar este tiempo con ustedes - le respondió Rose mientras le daba un abrazo.
- Señora la vamos a extrañar muchísimo - le dijo a Rose una Inés llorona, la mujer estaba llorando como una niña.
- Yo también los voy a extrañar mucho Inés, cuida mucho de tus hijos y de tu mamá, aquí tienes mi número de teléfono, llámenme si necesitan algo - Rose le entrego un pedazo de papel a Inés.
- Ya, mujeres, basta de tanto drama - les dijo Antón mientras se acercaba para despedirse - Trudy dejo todo en tus manos, ya sabes lo que debes hacer.
- Si señor, que tengan un buen viaje y que lleguen a salvo - les dijo Trudy a la pareja.
Rose le sonrió y le dio un abrazo de despedida, Antón se subió en el auto.
-Patito, sube ya al coche, se nos va a hacer tarde - le dijo a Rose
- Adiós a todos - se despidió Rose haciéndoles ademán con la mano, se subió en el carro y así, comenzaron su viaje de regreso a casa.
Luego de diez largas horas de vuelo, finalmente llegaron a los Ángeles, lugar donde se encontraba el penthouse de Antón.
Dándole fin a la paz absoluta de Roma y comenzando con el infierno.