Cuatro Estaciones Para Nuestro Amor

Después de charlar unos minutos, Carlos pidió al chófer que llevara a Sara hasta su casa, le recordó que al día siguiente saldrían los resultados de la convocatoria y que estuviera pendiente, Sara afirmo con la cabeza y se sumergió en sus pensamientos todo el camino, Carlos no pudo acompañarla pues tenía una cena de negocios así que su camino fue largo.

Al llegar a la puerta del edificio, encontró parada a Maggi, por lo que bajo rápido del auto y agradeció a Pedro para después salir corriendo a encontrarse con su amiga.

_ Pero que haces aquí, no me dijiste que vendrías... Dijo Sara sorprendida.

_ Lo sé, disculpa, solo que caminaba por aquí cerca y se me ocurrió, no soy inoportuna?

_ Claro que no, ven vamos adentro porque hace mucho frío.

Abriendo la puerta salió un esquisto aroma a pan recién horneado, este lo había dejado una vecina cerca de la ventana para que Sara lo tomara al pasar por ahí, ya era costumbre para ella encontrar el pan y dejar algunas monedas para la cocinera, así que lo tomo y subió a su pequeño departamento acompañada de su amiga.

_ Dime Maggi, pasa algo? Por qué no hás asistido a clases?

_ Todo está bien no te preocupes, es solo que termine con Roberto y no había tenido ganas de salir.

_ Pero si me habías dicho que no tenía importancia, que solo estabas pasando el rato mientras llegaba el bueno, no me digas que siempre si lo quieres!

_ No, no es eso, es solo que ahora ya no tengo novio y eso me hace sentir fea y también infeliz!

_ Hay Maggi por Dios, dijo Sara volteando los ojos y levantando los hombros, no puedes ser tan superficial, esos no son motivos para tener una pareja, debes estar con alguien que te haga sentir bien, que te haga sentir protegida, amada, deseada, no con cualquier tonto que solo te busca por diversión... En ese momento Sara volteo hacia donde tenía colgado el abrigo de Carlos y al mirarlo soltó un suspiro profundo, al notar Maggi hacia donde dirigió la mirada, se levantó corriendo del mullido sofá y agarró el abrigo...

_ Ándale chiquita, que escondido te lo tenías! ¡De quien es esto, huele tan bien! Seguro es de alguien con dinero porque no cualquiera usa esta marca de ropa ni cualquiera usa perfumes que duran más de dos días, anda dime!!! Quién es el suertudo?

_ Maggi, si no dejas de hablar no puedo contarte nada! Dijo Sara mientras ponía dos tazas de café en la mesa para después dirigirse hasta donde estaba Maggi y recogerle el abrigo de Carlos.

_ Esta bien! me callaré, pero cuéntame todo! En donde me perdí? Que paso? Cuéntame.

_ Recuerdas el día que me caí en la calle?

_ Si, cuando un gentil príncipe te llevo al doctor en sus fuertes brazos.

_ Bueno, pues ese príncipe resultó ser el director de la empresa que otorgó las becas en la universidad, lo volví a ver el día de mi entrevista y me pido la oportunidad de conocernos, desde ese día tengo contacto con el, y este abrigo es suyo...

_ Que?

Incrédula ante tal confesión, Maggi se quedó con la boca abierta escuchando cada detalle que su amiga le compartía mientras tomaban café y pan... El tiempo pasó tan rápido que no notaron la hora hasta el amanecer.

_ ¡Es increíble Sara! ¡Todo lo que me cuentas es tan romántico! ¡Pero sobre todo tan rápido, tú jamás has permitido que algún chico se te acerque, mucho menos que te toque, en cambio, este tío ha podido incluso abrazarte y tú no has salido corriendo, eso es genial!