La única manera de ayudar a su padre enfermo, es casándose con un hombre que no ama.
Sabiendo que la vida de su padre dependía de aquello, debía seguir con la farsa que su matrimonio conllevaba.
No obstante, jamás pensó que su vida cambiaría de manera tan radical, sobre todo porque hacía tan solo unos meses estaba no solo por graduarse, sino haciendo otros planes.
¿Podrá la vida depararle algo más?
¿Podrá ella conocer el amor en aquella situación tan crítica?
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CAPÍTULO 3 ¿QUE PASÓ ANOCHE?
Isabela despertó pero no quería abrir los ojos, por alguna razón se sentía muy cansada, así que decidió dormir un poco más, cuando el sueño estaba llegando otra vez se dio cuenta no de una si no de varias cosas, no sabía qué hora era pues su alarma aun no sonaba, su madre no había venido a gritarle y llamarla holgazana, no recordaba a ver llegado a su casa, la cama era demasiado grande y las sabanas olían diferente.
¿Dónde diablos estoy?, se enderezo de golpe pero enseguida se arrepintió, le dolía terrible la cabeza, no debió tomar tanto, la pregunta era ¿porque también sentía el cuerpo adolorido? no podía recordar, comenzó a ver alrededor estaba en una habitación de hotel.
un momento, Isabela se dio cuenta de algo mas al ver debajo de la sabana, estaba desnuda.
-¿Qué fue lo que hice anoche que alguien me diga?
-hieres mis sentimientos cariño, supongo que debí esforzarme más para que no me olvidaras- dijo alguien con voz aburrida de el otro lado de la habitación
Isabela volteo asustada hacia donde provenía la voz y se encontró con un hombre que bebía café y revisaba algo en su computadora, gritando de nuevo se metió debajo de las sabanas, estás loca ¿que hiciste anoche idiota? recuerda, la cama se hundió por el peso de alguien más.
-me gustaría jugar contigo a las escondidas pero no tengo todo el día, tengo algunas reuniones más tarde así que sal de ahí o te saco a rastras-
Isabela se destapo la cara.
- ¿tú y yo lo hicimos anoche? – pregunto en voz baja
-si me preguntas si tuvimos sexo, la respuesta es si
-pero si ni siquiera te conozco
-¿estás segura?, porque yo a ti si, de lo contrario no te habría sacado de la piscina anoche, me habría dado igual si fuera alguien más -
Isabela tuvo un recuerdo algo borroso de ella cayendo al agua, enredándose la sabana se sentó - ¿de verdad me conoces? – ella nunca sabia cuando él hablaba en serio y cuando solo se burlaba de ella, todo lo decía con la misma expresión de estar increíblemente aburrido
-por supuesto, eres Isabela Villanueva, tu padre trabaja para mi
En ese momento sintió como si le arrojaran un balde de agua fría, había pasado la noche con el jefe de su padre, lo que significaba que esta persona era Alexander Casablanca, su padre solía decir que su jefe era alguien que no es bueno tener como enemigo, pues además de ser muy poderoso en el mundo de los negocios también podría ser muy cruel.
-siento mucho no recordar nada creo que bebí demasiado anoche, perdón por hacerlo esperar voy a tomar mis cosas y me voy a ir -
-no recuerdo haber dicho que podías irte –Alexander se levanto tomo unas bolsas que hasta el momento ella no había visto y se las dio – ponte esto vamos a desayunar, no puedes ir por ahí enredada en una sabana, por mucho que me guste verte así, no puedo permitir que los demás te vean de esa manera-
Isabela no quería aceptarlo pero no tenía más que ponerse su vestido que traía anoche estaba arruinado, sin verlo a la cara tomo las bolsas, acababa de recordar algunas cosas que sucedieron anoche, que tenían que ver con ambos desnudos, se sonrojo, se acomodo mejor la sabana y se fue al baño a vestir.
Cuando salió lo encontró en una llamada, por la mente le cruzo el pensamiento de salir corriendo mientras él estaba distraído, Alexander colgó y la miro, ella estaba un poco asustada pues todo era de su medida, incluso la ropa interior, el vestido era completamente su estilo, los zapatos eran de la talla correcta, eso solo la hizo preguntarse ¿qué tanto la conocía el? -
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Más tarde estaban desayunando en un restaurante exclusivo del que ella solo había oído hablar, pues en este tipo de lugares se debía reservar con meses de antelación por lo que había escuchado ella, tenía muchas preguntas pero también moría de hambre y la mesa estaba llena de comida no sabía que comer todo se le antojaba.
-todo luce delicioso – dijo ella para romper el silencio incomodo entre ambos
- guarda silencio Isabela, puedes comer todo lo que quieras solo no hables, me gusta comer en silencio- dijo Alexander y siguió comiendo
Entonces come tu solo pensó Isabela, pero no se atrevió a decirlo en voz alta y comenzó a comer.
Al terminar de comer Alexander espero a que retiraran los platos – ahora si puedes hacer tus preguntas – se cruzo de piernas y la miro esperando que hablara
Isabela se mordió la boca antes de hablar y continúo mirando la mesa- ¿de dónde me conoces?
-te vi varias veces visitar a tu padre en el trabajo, y después te vi el día de tu graduación –
Así que era él, ahora sabia porque le pareció tan familiar, Isabela iba a preguntar algo mas pero el levanto la mano y la detuvo, pues su celular comenzó a sonar, el respondió cruzo un par de palabras con la persona al otro lado y colgó
-Hablemos otro día, tengo un imprevisto, vamos voy a llevarte tu casa -
- no es necesario- respondió Isabela poniéndose de pie,
Alexander la tomo de la mano y ella no le quedo de otra que caminar, al salir del lugar el aun no la había soltado así que ella uso su larga cabellera para cubrirse un poco la cara no quería que alguien la viera, había una pareja a su lado que murmuraba y los señalaba, pero por suerte llego el auto.
-gracias por traerme, pero no era necesario, además tampoco te agradecí por la ropa – se sentía nerviosa pues el chofer se había bajado dejándolos solos en el auto
- aun no me des las gracias, y tampoco me hables como si no me fueras a volver a ver, esta relación no se termina hasta que yo diga, tengo un viaje de negocios, cuando vuelva vamos a cenar, aun tenemos una conversación pendiente -
Sin darle tiempo a terminar la puerta de el auto se abrió, y apareció el chofer dándole la mano para que bajara ella la tomo, no sabía a quién tenerle más miedo si a el hombre dentro del auto o a su chófer, quien dicho sea de paso, también era su guardaespaldas y hombre de confianza, este era incluso más callado que su jefe.
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Nada más entrar a su casa su madre la recibió con una cachetada – desde cuando mi hija es una cualquiera que desparece toda la noche – le soltó otra cachetada - ¿de quién era ese auto? Respóndeme – dijo golpeándola de nuevo, ella solo se quedo callada aceptando los golpes de su madre
-mas te vale que los vecinos no te hayan visto llegar me escuchaste – y lo soltó otro golpe – escúchame bien niña que tu padre no se entere de esto me oíste- dándole un pellizco en el brazo- y ya te puedes ir olvidando de ese viajecito qué harías con tus amigas por tu graduación, imagínate si haces esto en mi cara, que no harás a mis espaldas, yo no eduque una cualquiera me oyes, ahora lárgate a tu cuarto ,antes de que se despierte tu padre el pobre paso la noche en vela por tu culpa -
Con trabajo se levanto del piso y se fue a su habitación, hace mucho que su madre no le pegaba, no podía dejar que su papa viera los golpes el nunca supo que su madre las golpeaba a ella y a su hermana cuando eran niñas. ¿Por qué, me tome ese maldito vaso de whisky anoche? pensó.