Mary es una chica muy alegre y llena de sueños, aunque desde pequeña enfrentó muchos obstáculos, siempre es optimista y está con una gran sonrisa, buscándole siempre el lado bueno a todo, una día su vida cambiará, aunque al principio todo parece ir de mal en peor, pronto todo eso pasará a ser parte del camino para su felicidad, pues conocerá a su gran amor, aunque eso todavía no lo sabe, acompañame a vivit esa increíble historia, llena de dolor, lágrimas y felicidad.
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Una nueva vida.
Cuando Mary reunió el valor para contarles la noticia a Mónica y Ana, sentía un nudo en la garganta, temía decepcionarlas, temía que pensaran que las estaba abandonandolas.
Pero las dos mujeres, la escucharon con atención, se quedaron en silencio por unos segundos, luego de unos segundos Mónica fue la primera en hablar.
—Sabíamos que este día iba a llegar, hija —dijo con una sonrisa temblorosa—. Cuando uno quiere crecer, tiene que volar.
Ana, en cambio, no pudo evitar que se le humedecieran los ojos, acarició la cabecita de Tony mientras hablaba.
—Te vamos a extrañar tanto… —admitió—. Pero tú mereces una vida nueva, y es pequeño Tony también.
No hubo reclamos, ni reproches, solo un cariño tan profundo que dolía.
Mary lloró, sin poder contenerse.
—No quiero que piensen que me voy porque quiero alejarme de ustedes…
Mónica la tomó del rostro.
—Te vas porque te lo ganaste, Mary. Te vas porque esta ciudad ya te queda pequeña para los sueños que tienes, y porque necesitas dejar atrás lo que te rompió.
Ana asintió.
—Aquí siempre tendrás un hogar, pero ahora necesitas construir uno propio.
los días siguientes, estuvieron marcados por abrazos, cajas que iban y venían, ropa doblada con cariño y conversaciones que terminaban en risas y lágrimas de nostalgia, Mónica insistió en regalarle una olla grande “para que nunca falte la comida”, mientras que Ana le preparó una bolsa llena de remedios caseros, por si Tony enfermaba.
—No me digas que soy exagerada —decía Ana—, tú sabes cómo son los médicos en las ciudades grandes, uno nunca sabe.
Tony no entendía del todo la gravedad del cambio, pero reía cada vez que veía las maletas abiertas, para él, todo era un juego. Un juego nuevo y divertido.
Los días pasaban muy rápido, y pronto el día de partir llegó, era un día frío y triste, quizá el cielo también estaba triste, por la partida.
Mónica y Ana se levantaron temprano, para ayudar a Mary con las últimas cosas para empacar, con todo listo partieron hacia el terminal, Tony iba en brazos de su madre, saludando a la gente sin darse cuenta de lo importante del momento.
—Prometo visitarlas —dijo Mary con la voz quebrada—, prometo llamar todos los días.
—No tienes obligación de nada —respondió Mónica, dándole un abrazo fuerte—. Solo prométeme que serás feliz.
Ana abrazó a Mary y luego besó a Tony en la frente.
—Cuida a tu mamá, mi amor —le dijo al niño—. Ella es una guerrera, pero a las guerreras también hay que protegerlas.
Cuando el autobús encendió el motor, Mary se sintió partir en dos, era dejar atrás su pasado, sus miedos, sus heridas… pero también dejar a las dos mujeres que se habían convertido en su verdadera familia.
Sin embargo, al mirar a Tony dormido en sus brazos, comprendió que la vida tenía un nuevo rumbo para los dos, un rumbo que ella debía tomar, aunque eso doliera.
Mientras el autobús se alejaba, Mary respiró profundo, la ciudad grande la esperaba con oportunidades nuevas, con retos diferentes, con una vida sin las sombras que la habían marcado, era su momento, el momento de hacer una nueva vida, lejos de todos, un lugar nuevo donde nadie la conoce, donde nadie la juzgue, un lugar para empezar una vida desde cero, solo ella y su pequeño hijo.
Y aunque todavía no sabía, también era el momento en que el destino empezaba a mover los hilos que, tarde o temprano, la cruzarían nuevamente con el hombre que cambió su vida sin saberlo.
El camino fue largo y agotador, pero por fin había llegado, era una ciudad grande, Mary se sentía perdida, por el ruido distinto, el movimiento constante que nunca se detenía, sin duda era intimidante, pero también vibrante, lleno de posibilidades, desde el primer día, supo que había tomado la decisión correcta, su hijo se quedó dormido en el camino, ella tomó un taxi y se dirigió hacia la vivienda que le habían proporcionado.
El departamento era pequeño, pero tenía una vista hermosa a un parque lleno de árboles donde los niños solían jugar, Tony, con sus dos añitos, se adaptó en cuestión de días. Para él, cada cosa nueva era una aventura, las luces, los sonidos, los buses enormes, los supermercados, los ascensores.
Mary lo observaba y sonreía, él nació para un lugar así, pensaba.
Ella, en cambio, necesitó un poco más de tiempo para adaptarse, todo era más rápido, más exigente, pero cada noche, al ver a Tony dormido, sabía que estaba dando cada paso por él, Mónica y Ana siempre la llamaban, los primeros días los mensajes eran cada hora, y las videollamadas eran todas las noches para poder ver al pequeño Tony, poco a poco todas se iban adaptando a la nueva vida, y a la separación, aunque decidieron ir a visitarla en cada feriado, y días de vacaciones.
los días siguieron pasando, el trabajo de Mary quedaba cerca, solo le tocaba tomar un autobús, por suerte a los pocos días encontró una guardería privada cerca de su trabajo, era cálida, llena de colores, con maestras amables que quedaron encantadas con la personalidad de Tony.
—Tiene unos ojos preciosos —decían siempre—. Y es tan curioso… ¡lo quiere todo!
Tony se adaptó super bien, aunque al principio lloró un par de veces, pero pronto se acostumbró a jugar con otros niños, era un niño muy sociable, le gustaba correr por los pasillos como si fueran su reino, disfrutaba mucho de las actividades al aire libre, Mary estaba muy contenta con el progreso de su hijo, sabía que tenía que darle un futuro mejor que el de ella.
Mary lo dejaba cada mañana con un beso en la frente y una promesa:
—Mamá vuelve pronto, mi amor. Te lo juro, te amo, portate bien cariño, nos vemos pronto mi rey.
Las despedidas de las mañanas eran muy duras, pero pronto se iban adaptando, ya que sabía que cada sacrificio valía la pena, luego de dejarlo, se iba a tomar el autobús.
Que la rescaten.