Prisionera Del Ruso

—SEÑORA!!— Anika entró corriendo al ver el estado en el que me encontraba. Había dejado escapar mis lagrimas, no solo por lo que Andrey me había hecho, sino por el palpitante dolor en mi mano. Ella para mi sorpresa me rodeo con sus brazos y me acompañó a mi habitación.

—Gracias, pero déjame sola por favor— Me recosté en mi cama y hundí mi cara en la almohada. En este momento solo quería llorar, llorar y desahogarme sin interrupciones

Escuché los pasos de Anika alejándose y me acurruque quedándome dormida al instante. Habían venido varias veces para pedirme que almorzara pero solo quería dormir, no tenía ganas de nada más. Al anochecer me desperté bastante desorientada y sedienta, por suerte en mi mesita de noche había un vaso con agua y unos calmantes. Estoy segura de que Anika había venido más tarde y me los había dejado. Lo cual le agradecí porque en este preciso momento no quería lidiar con un dolor extra. Ya tenía suficiente con lo herido que se sentía mi corazón.

Me tomé el agua y los calmantes y volví a colocar el vaso en la mesita. Decidí levantarme y caminé al baño y al encender la luz quedé horrorizada. Tenía mis ojos bastante rojos e hinchados y lo peor era que me sentía pero de lo que me veía.

No voy a perdonarte esto nunca Andrey, me iré de esta casa y te haré pagar por esto. Lavé mi rostro y volví a mi habitación pero antes desde mi ventana vi a Andrey y su amigo caminar con unas linternas

—¿Qué escondes en esa área que no quieres que yo vea?— Me puse mis zapatos y tomé un abrigo. Abrí despacio la puerta de mi habitación y me fijé que no hubiera nadie cerca. Es claro que a esta hora deben estar todos durmiendo.

Bajé las escaleras con cuidado pero aún así trataba de darme prisa para no perder de vista a esos dos. Al llegar a la puerta principal la abrí un poco para verificar que no hubieran guardias. Cuando estuve segura corrí lo más que pude hasta el lugar donde antes había visto a Andrey. Ellos ya iban un poco lejos pero aún así los podía seguir viendo gracias a las luces de sus linternas

Los vi entrar en una pequeña cabaña aún más pequeña que la casa de Anika, más bien parecía un lugar para guardar las herramientas. Apresuré mi pasó una vez que estaba segura de que ellos no me verían acercarme y me coloqué cerca de una ventana que ahí había. No podía ver mucho hacía adentro debido a que está estaba tapada con una cortina oscura pero pude ingeniármelas para ver por un pequeño hueco que había en la pared. La voz de Andrey y su amigo se hicieron presentes.

—¿No se te ocurrió otra forma?— Le dijo su amigo, ambos estaban de espaldas lo que me obstaculizaba lo que sea que ambos estuvieran viendo.

—¿Qué querías? ¿Qué la dejara andar por ahí con ese bebé en su vientre?— ¿Bebé? estaban hablando de un bebé? pero ¿de quién?

—Tienes que dejarla ir. Tu esposa no debe verla aquí— ¿Qué es lo que yo no puedo ver? La curiosidad me estaba matando por lo que sin pensarlo caminé hasta la puerta y la abrí de golpe.

Lo que vi fue aterrador, había una chica con un abultado vientre atada de manos y pies en una pequeña cama. Tanto Andrey como su amigo me miraban como si hubiesen visto un fantasma.

—¿Qué carajos es esto, Andrey?— Él recobró su compostura y me sacó del lugar.

—¿Por qué estás aquí? No te había dicho que no podías venir a este lugar.

—Y yo te dije que no soy tu perro para seguir tus órdenes—  Aunque me temblaban las piernas por el miedo no podía dejarle ver lo mucho que me afectaba. —¿Quién es esa chica? ¿Por qué está atada? ¿De quién está embarazada?

Dejé salir todas mis preguntas tan rápido como pude. Quería respuestas y las quería ahora.

—Esa mujer que está ahí dentro, lleva a mi bebé en su vientre— ¿Su bebé? Mis ojos se abrieron por la sorpresa de sus palabras. ¿Cómo... cómo es posible? Nosotros hemos estado saliendo por un año y medio.

—Tu..— Estaba conteniendo mis ganas de llorar por lo que solo apreté mis puños y comencé a golpearlo. —¿Cómo pudiste hacerme esto, Andrey? Yo... creí que de verdad me amabas y ahora resulta que tendrás un hijo.

Me giré dándole la espalda tratando de ocultar mis lágrimas.

—No seas dramática, Paula. Ella simplemente está embarazada. No es la gran cosa— ¡Que no es la gran cosa! esa mujer ahí dentro está embarazada y atada, como no voy hacer un drama.

—¿Por qué está atada?— Necesito saber si eso es algo que me puede llegar a pasar a mi.

—Porque quería usar al bebé en su vientre para chantajearme. Se va a quedar así hasta que nazca— Otra vez esas ganas de querer asesinarlo volvieron a mi.

—Por favor, Andrey. No sé que te está sucediendo pero este no eres tú. Mira lo que me hiciste— Le dije mostrándole las vendas en mi mano. —Este no es el hombre del que me enamoré— Dio unos cortos pasos hacia mi y sostuvo mi mano con indiferencia.

—Tienes razón, no soy el hombre del que te enamoraste. Este que ves ahora, es el verdadero Andrey Volkov y te guste o no tendrás que acostumbrarte— Dijo examinado mi muñeca lastimada.

—¿Qué es lo que quieres de mi? ¿Por qué te casaste conmigo si no me amas?— Ladeó una sonrisa, tirando un poco de mi mano para acercarme más a él.

—Porque necesito esos terrenos donde están los viñedos de tu familia— ¿Él... él se casó conmigo para obtener las tierras de mi padre?!

—¿Fue todo mentira?

—Si Paula. Fue todo mentira desde un principio. ¿De verdad te creíste que podría enamorarme de una chiquilla malcriada y temperamental como tú?— Negó lentamente con su dedo —Me gustan las mujeres que saben obedecer.

Levanté mi mano y le pegué en el rostro.

—Me das asco, Andrey. Maldigo el momento en el que me enamoré de ti— Ya no quería llorar porque me entristecía lo que estaba pasando, quería llorar por el coraje que me daba haber sido engañada por él. Haberle entregado mi corazón y dejarlo entrar en mi vida. Eso era lo que más me dolía.