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Lucía La Princesa De Rubí

Lucía La Princesa De Rubí

Status: En proceso
Genre:Amor en la guerra / Familias enemistadas / Batalla por el trono / El Ascenso de la Reina / Familia Ensamblada
Popularitas:7.7k
Nilai: 5
nombre de autor: Atenea

La vida de Lucía era perfecta… hasta que invadieron el reino. Sus padres murieron, su hermano desapareció, y todo fue orquestado por su tío, quien organizó una revuelta para quedarse con el trono.
> Lo peor: lo hizo desde las sombras. Después del ataque al palacio, él supuestamente llegó para salvarlos, haciendo retroceder al enemigo y rescatando a la pequeña princesa, quedando así como un héroe ante todos.

> ¿Podrá Lucía descubrir la verdad y vengar a su familia?

NovelToon tiene autorización de Atenea para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Ya veo de dónde sacaste lo romántica

La cabaña estaba en silencio, impregnada aún por la presencia de Lucía. El Príncipe permanecía de pie, con la mirada fija en el rincón donde ella había estado. Su mente no dejaba de repasar cada palabra, cada gesto. Había algo en ella que lo había tocado profundamente, algo que no podía explicar.

La puerta se abrió de golpe.

—¡Príncipe! —exclamó Jafet, entrando con el rostro desencajado por la preocupación—. ¿Está bien? Lo estuvimos buscando por todos lados. Pensamos que lo habían capturado.

El Príncipe se giró con calma.

—Estoy bien, Jafet —respondió con voz firme—. ¿Qué pasó con los asesinos? Me estaban persiguiendo. Estaban cerca… demasiado cerca.

—Escaparon, alteza. No encontramos a ninguno. Parecen haber desaparecido entre los árboles como si fueran humo.

—¿Y los que murieron?

—Desaparecieron también. Se llevaron los cuerpos. No quedó nada, solo rastros de sangre ¿Quiere que sigamos buscando?

El Príncipe frunció el ceño, luego esbozó una sonrisa irónica.

—No hace falta, Jafet. Ya aparecerán. Mi querida madrastra seguramente les pagó lo suficiente como para que decidan rendirse… por ahora.

Jafet bajó la mirada, incómodo ante la mención de la reina.

—Alteza, será mejor ir a la capital. Allí estará más protegido.

—Aún no tengo intenciones de irme, Jafet —interrumpió el Príncipe con tono decidido. Luego, su expresión cambió, suavizándose—. He encontrado algo interesante.

El Príncipe se volvió hacia la ventana, donde la luna bañaba el bosque con su luz plateada. Mientras recordaba a la valiente joven, pensó para sí: En verdad es hermosa.

Jafet lo observó en silencio, esperando una explicación. Que nunca llego.

— Por cierto, alteza su caballo está afuera. Lo trajimos. Está listo para partir.

—Gracias —dijo el Príncipe, saliendo de la cabaña.

La noche lo recibió con su frescura. El caballo, negro como la sombra, relinchó suavemente al verlo. El Príncipe acarició su crin, montó con elegancia y una vez arriba le dijo a Jafet:

—Regresemos a la villa.

—A sus órdenes, alteza —respondió Jafet, montando detrás de él.

Los dos cabalgaron bajo la luna, dejando atrás la cabaña.

༺☆༻༺☆༻༺☆༻

—Papá, mamá —dijo Rosalin, entrando con paso ligero al salón principal—. La princesa ya volvió. ¿Por qué no salen un rato para distraerse? Yo me quedo con ella. Sé que ya no pueden dar su paseo, pero aún pueden llegar a la cena en el restaurante.

La duquesa la miró con ternura.

—Si cariño, le dijo a su esposo. Vamos. Has estado algo agobiado hoy, te hará bien salir. Además, ya tenemos la reservación y no sabemos cuándo conseguiremos otra.

El duque, que había estado en silencio, asintió con una sonrisa.

—Está bien. Entonces mandaré a preparar el carruaje ahora mismo.

Los duques se retiraron a sus habitaciones para alistarse, y poco después partieron, dejando la villa en manos de Rosalin y Lucía.

Lucía estaba en su habitación, envuelta en el aroma suave de lavanda. Mary la había ayudado a darse un baño caliente y a ponerse un delicado camisón de lino bordado.

—Mary —llamó Lucía, acomodándose en el diván junto a la ventana.

—Sí, princesa —respondió la doncella con una reverencia.

—¿Podrías traerme mis materiales para pintar?

—Como ordene, princesa.

Mary salió y regresó con una caja de madera pulida. Dentro estaban los pinceles, los frascos de pigmento y el lienzo. Mary los colocó con cuidado sobre la mesa, volvió a hacer una reverencia y dijo:

—Princesa, le prepararé algo de comer. ¿Desea algo en especial?

—No, lo que haya está bien. Gracias, Mary —respondió Lucía con una sonrisa cansada pero sincera.

Mary salió, y Lucía se sumergió en la pintura. El día había sido intenso, lleno de emociones que aún vibraban en su pecho. No quería que los recuerdos se desvanecieran. Pintó durante casi una hora, atrapada en la imagen que había quedado grabada en su mente: el rostro del joven herido, sus ojos verdes, la expresión de sorpresa y valentía.

De pronto, escuchó que abrían la puerta. Levantó el rostro esperando ver a Mary, pero era Rosalin, con una bandeja de comida en las manos. Entró con paso decidido, colocó la bandeja en la mesa y se acercó con los ojos brillando de curiosidad.

—Lucía, ¿Qué estás pintando? —preguntó, inclinándose sobre el lienzo—. ¿Quién es él? Vaya, es muy guapo. ¿Quién es? Dime, ¿lo conociste hoy? ¿Por qué está herido? Vamos, habla. Mira que esa excusa de que te quedaste dormida en la cabaña no me la creo. Puede que engañes a mi papá, pero yo no soy ninguna tonta. Dime qué pasó.

Lucía soltó un suspiro, dejando el pincel sobre la mesa.

—Está bien, te contaré todo… pero no desesperes. Prométeme que no vas a interrumpirme cada dos segundos.

Rosalin se sentó en el borde de la cama, cruzando las piernas como una niña impaciente.

—Prometido. Pero si me emociono, no me culpes.

Lucía comenzó a relatar lo ocurrido: el paseo a caballo, el lago, la aparición repentina del joven herido, los asesinos que lo perseguían, la decisión de ayudarlo y llevarlo a la cabaña.

Rosalin la escuchaba con los ojos muy abiertos, como si estuviera frente a una obra de teatro.

—Entonces dices que estuviste cabalgando, admirando el paisaje, y de pronto apareció él… y detrás venían asesinos. ¿Es en serio? ¡Esto suena como una novela romántica! Alguien en apuros, un caballero que acude al rescate… Luego de salvarlo, quedas tan encantada por su belleza que decides pintarlo. ¡Ay, qué emoción!

—¡No es cierto! No me quedé encantada por su belleza. ¿Por qué siempre romantizas todo, Rosalin? Solo quise pintar un poco, nada más.

—Sí, cómo no. Te conozco, y sé que en lo más profundo de ti… sí te gustó. Además, míralo: está guapísimo. Ojos tan verdes como esmeraldas, cabello rubio como si lo bañaran los rayos del sol. Y encima le mentiste a mi padre, ocultaste lo de los asesinos.

Lucía se sonrojó, bajando la mirada.

—No le mentí… solo omití detalles. No quería causar alarma.

—Seguro es un noble de alto rango, porque solo ellos tienen permitido ir al lago. Es que papá es un poco especial y no le gusta ver a muchas personas merodeando por aquí.

Rosalin se levantó de un salto, señalando el retrato.

—¡Lucía, eres demasiado rápida! Un día aquí… y ya tengo cuñado.

—¡Ya basta, Rosalin! No tienes ningún cuñado —exclamó Lucía, con la cara roja de vergüenza—. No entiendo ni por qué terminé escuchando todo tu discurso.

—Ja, ja, ja… en serio, pareces un tomate. Pero hablando en serio, los cadáveres de los asesinos deben seguir ahí, y si mi padre los encuentra, será problemático.

Lucía se puso seria.

—No te preocupes. Pasé por el lugar y no encontré ninguno. Solo había un rastro de sangre, pero los cuerpos no estaban. Seguramente se los llevaron.

Rosalin se acercó a la bandeja.

—Bueno, dejemos eso hasta ahí. Debes comer algo, te entretuve mucho tiempo. Come, que seguro ya se habrá enfriado. Si quieres, puedo pedir a la cocina que te traigan otro.

—No, así está bien —respondió Lucía con una sonrisa—. Además, estoy hambrienta.

—Entonces… a cenar.

Lucía tomó el tenedor y probó el primer bocado. Rosalin la observaba con una sonrisa cómplice.

—¿Y los duques? —preguntó Lucía entre mordiscos.

—Mis padres no están, salieron a una cena romántica.

Lucía levantó una ceja.

—Ya veo de dónde sacaste lo romántica.

—Sí —respondió Rosalin con orgullo—. Y no me molesta.

1
Isabel Peña
Maratón!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Isabel Peña
No quiero pensar en la decepción que va a tener cuando descubra la verdad!!!!!
Isabel Peña
Qué crueldad,la envidia y los celos fueron más fuertes que otros lazos de confianza y amor!!!!
Isabel Peña
qué triste Lucas!!!!😭
Ginebra
Excelente
Tatiana Aricapa
ese Carlos ni judas se atrevió a tanta traicion
Olga Lidia Leal
excelente
Marta Aleida Sagarra Casamayor
Si la princesa supiera, quien asesino a sus padres.
Atenea
"Gracias, me alegra que les guste 🤗."
Limaesfra🍾🥂🌟
esta historia es impactante, cada capitulo.es mejor que el.otro
Alcira Castellanos
está muy interesante
Its_PurpleColor
Tu talento es inigualable, no detengas🙌
🦩NEYRA 🐚
Quiero más😃
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