Mia está en un gran problema.
Luego de la muerte de su madre, un extraño hombre que dice ser su padre aparece en la vida de Mia, poniendo de cabeza su mundo entero. El mundo que pensó que era un mito se convierte en su realidad. No solo existen los hombres lobos, sino que ella también lo era, precisamente un beta. Confundida con los acontecimientos, Mia hace lo que mejor sabe hacer: adaptarse.
Sin embargo, ella no esperaba que su burbujeante personalidad la metiera en más de un aprieto cuando descubre que es la compañera destinada de uno de los príncipes alfas de sangre pura.
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La respuesta es no, ilusa
— Cada vez que nos vemos estás en una situación divertida, rubiecita — comentó. — ¿Acaso lo haces a propósito?
El Príncipe Bastian sonrió de manera diabólica, no había felicidad en su sonrisa, más bien notaba cierto aire de ironía y frivolidad. Era como si de verdad él pensará que mi caída y este encuentro fortuito entre él y yo había sido a propósito.
¡Qué narcisista!
Podía ver porque él y Leila eran prometidos. Ambos parecían haber sido cortados con la misma tijera.
— Puedes bajarme, por favor. — le dije ya que me sentía incómoda en sus brazos.
Él no me gustaba, se me hacía muy falso, por lo que no podía sentirme a gusto a su lado. Había algo en él que me causaba desagrado. No sé si era su actitud o la sonrisa hipócrita que siempre colgaba en sus labios que para los demás podría ser disfrazada como una sonrisa cordial. Parecía de esos que esconden la mano cuando tiran la piedra y ya tenía suficientes personas en mi vida que me volvían loca de más de una manera así que no quería agregar a alguien más del que ni siquiera estaba segura de sus intenciones.
— ¿Ni un gracias por salvarte? — mencionó con burla antes de quitar sus brazos de mi cuerpo haciendo que cayera al suelo. — Al menos merezco eso, porque este dolor que estás sintiendo solo en una onza de lo que pudieras haber sentido sino fuera por mi oportuna llegada, rubiecita.
— ¡Oye!
— Dijiste que querías que te soltara, solo estoy siguiendo tus palabras. Eres tan voluble.
Apreté los puños a mi costado evitando cometer alguna atrocidad de lo que me podría arrepentir más adelante. Nunca pensé que tendría que controlar mi temperamento algún día, pero que difícil era porque lo único que deseaba en este momento era estampar mi mano hacia el suave y estúpido rostro del Príncipe Bastian.
Dios.
A este paso, bien, me podría convertir en una santa.
— ¿Por qué no dices nada?
— Gracias — escupí la palabra como si fuera un insulto.
Bastian levantó una ceja, luego miró alrededor como si buscará a alguien. Tal vez estaba buscando a su hermano, Asther.
— Parece que no está aquí. Nos vemos rubiecita, procura no trepar árboles, no podré salvarte siempre. Si querías llamar mi atención o la de Asther ese truco es muy antiguo, mejor actualízate.
Tras decir aquello se fue. De todas maneras, ¿quién necesitaba su ayuda? Arreglé mi uniforme sintiéndome frustrada antes de regresar al salón.
Las clases de la tarde pasaron sin ningún percance, cuando regrese a casa lo único que quise hacer fue acostarme a dormir.
— Seguro, ¿qué no necesita nada, mi señorita? ¿No desea que le traiga la comida a su habitación?
— No, gracias. Más tarde en la cena comeré.
— No es que sea entrometida. Pero se ha estado saltando las comidas y eso no es bueno para la salud. En este momento, quizás no sienta nada, pero en unos años tendrá secuelas.
— Gracias por tu preocupación, Giovanna. Pero no tengo hambre. Más tarde en la cena, prometo comer.
— Está bien. Entonces, dejaré que descanse.
Después de que Giovanna salió de la habitación, me acosté sobre la cama y saqué mi celular. Revise si no tenía mensajes nuevos. En cuanto ví un mensaje de mi nana mi corazón saltó de alegría.
Nana
Hola, mi niña. Mañana me van a operar. Ya me hice los exámenes correspondientes y los resultados son positivos. No te preocupes por mí, estoy bien. Cuídate y pórtate bien con tu padre. Te adoro, mi pequeña.
Mi corazón se derritió ante su última frase.
Mia
Yo también te adoro, nana. Rezaré para que todo salga bien en tu operación. Te amo mucho. Y no te preocupes. Sabes que siempre me portó bien.
Mientras esperaba una respuesta de mi Nana, navegue en mis redes sociales, al ver que no había publicado nada desde hace algún tiempo decidí tomarme algunas fotos para postear. Pose de varias maneras, sonriendo, haciendo muecas, quizás porque me sentía feliz de que todo marche bien con mi nana, me sentí un poco atrevida y desabroche un poco el escote de mi blusa e hice algunas poses provocativas, nada de otro mundo.
— No sabía que le podía ver tan atrevida.
Estás fotos no las tomé con la intención de subirlas o algo, solo quería admirar mi belleza. Después de tomar un montón de fotos, elegí la foto que más me gustó, la cual era una de mi sonrisa para nada comprometedora y la subí.
Mientras estaba en eso, mi teléfono vibro en señal de que me había llegado un mensaje. Cómo pensé que era mi nana lo abrí rápidamente. Pero, no era ella, era de un número desconocido.
Desconocido
El tiempo se está acabando, tic Tac, tic Tac. ¿Ya tomaste tu decisión ¿Aceptas convertirte en mi juguete?
No tuve que pensar mucho para saber quién era la persona que me estaba escribiendo. Era Leila.
Quise jugar con ella para ver hasta donde podía llegar con su locura. ¿Acaso pensaba que estaba en algún tipo de drama en dónde todos podías acosar a la chica pobre?
Eso era ridículo.
Nunca me rebajaría a ser la esclava de nadie y menos por una razón tan tonta, por mí, mi susodicho padre podría enterarse que fui la persona que empezó el rumor de el siendo mi sugar daddy, de igual manera sabía que no le importaría en lo más mínimo, después de todo, desde ue me trajo a este lugar ha mostrado el más mínimo interés en mí. Casi ni lo veía. Desde nuestra discusión no hemos cruzado palabras más que cordiales.
Mia
Aún falta para que termine el día. Sin embargo, no tiene caso que preguntes porque ya sabes la respuesta.
Tras escribir aquello me imagine la cara de Leila leyendo mi mensaje, ella estaba más que segura de que aceptaría sus condiciones.
¡Ilusa!
Recogí de nuevo mi celular, decidí enviarle una de las fotos atrevidas que me había tomado a mi Nana.
Mia.
¿No me veo sexy?
Adjunto foto.
Luego le escribí a Leila.
Mia
La respuesta es no, ilusa.
Tras aquello, tiré mi celular en algún lugar mientras me dispuse a buscar a mi gato.
— Serafín, ¿dónde estás?
Pronto mi teléfono vibró de nuevo. Lo recogí con la intención de bloquear a Leila, pense que estaba furiosa por mi mensaje anterior, por lo que ahora estaba enviándome mensajes en venganza. Sin embargo, mientras abría la aplicación de mensajes, no pude evitar palidecer al notar el error que había cometido.
No sabía cómo, pero el mensaje que le había enviado a mi Nana se lo termine enviando a Leila y el mensaje que estaba destinado para Leila se lo envíe a mi Nana.
Dios, ya no quiero ser tu mejor guerrera.
¿Qué es esto señor? ¿Por qué me estás tratando como si yo hubiese sido quien vendió a José?
Desconocido
¿Qué significa esto? ¿Por qué me envías una foto?
Trague saliva mientras pensaba en una excusa para mí error.
Mia
Me creerías si te dijera que te la envié por error.
De aquí en adelante subiré tres capítulos diarios porque estoy añadiendo escenas y nuevas ideas a los que ya tengo escritos, gracias por el amor, no se olviden de dejar su like o comentario, me harían muy feliz ❤️