MonteSereno es un pequeño pueblo rodeado de montañas, tradiciones y secretos. Mariá creció bajo la mirada severa de un padre que, además de alcalde, es el símbolo máximo de la moral y de la fe local. En casa, la obediencia es la regla. Pero Mariá siempre vio el mundo con ojos diferentes — una sensibilidad que desafía todo lo que le enseñaron como “correcto”.
La llegada de los hermanos Kael y Dylan sacude las estructuras del pueblo… y las de ella. Kael, apasionado por los autos y el trabajo manual, inaugura un taller que rápidamente se convierte en la comidilla entre los habitantes. Dylan, en cambio, con su aire de CEO y su control férreo, dirige los negocios de la familia con frialdad y encanto. Nadie imagina el secreto que ambos cargan: un linaje ancestral de hombres lobo que viven silenciosamente entre los humanos.
Pero cuando los dos lobos eligen a Mariá como compañera, ella se ve dividida entre la intensidad de Kael y el magnetismo de Dylan. Mariá se encuentra entre dos mundos — y entre dos amores que pueden salvarla… o destruirla para siempre.
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Capítulo 12
Kael
Mientras estoy con mi hermano en el taller, camino de un lado a otro nervioso. Me paso la mano por el cabello y lo miro preguntándole:
—¿Y ahora Dylan? ¿Qué vamos a hacer? ¿Será que ella está bien?
Él me analiza atento, mientras desvía su mirada hacia Léo que está concentrado ajustando la calibración del coche de nuestro primer cliente, como lo instruí.
Él me mira nuevamente, y suspira profundo al responderme:
—¿Ahora me preguntas no es cierto? Yo te avisé Kael. ¿De verdad creíste que nuestra forma de establecer la conexión con ella, fue la más adecuada? Era obvio que ella iba a tener un ataque de pánico, genio.
En un acto repentino de puro desesperación amenazo con salir al mismo tiempo, en que digo:
—¿Quieres saber? Yo iré allá. No puedo quedarme aquí carcomiéndome sin saber lo que de hecho está sucediendo con ella. Aún siento su consciencia ausente.
No obstante, mi hermano sujeta mi brazo y mirándome seriamente dice en un tono más bajo y áspero:
—No seas imprudente Kael. Por lo que me contaste de tu enfrentamiento con el alcalde, ahora más que nunca él querrá derribarnos. Necesitamos actuar con cautela hermano.
Entonces no aguanto y respondo a Dylan en el mismo tono, y toco su pecho fuertemente con las puntas de mis dedos diciendo:
—Allá vas tú de nuevo con esa tu prudencia Dylan. ¿Y a dónde nos ha llevado eso? Aún estamos aquí discutiendo sobre qué hacer, mientras ella está allá... quién sabe si enfrentando qué. No voy a contenerme por mucho tiempo ¿me estás oyendo?
Mi hermano masajea las sienes como de costumbre y dice en un tono aún más bajo lanzando miradas atentas alrededor para ver si nadie nos oye.
—Sabes que no es tan simple como parece Kael. Sin hablar de que Mariá aún es muy joven también. Y ni siquiera sabemos si ella de hecho irá a aceptarnos como sus compañeros.
Yo doy una sonrisa incrédula y replico:
—Solo estás bromeando ¿no es cierto? No sé si te acuerdas querido hermano, pero nosotros la marcamos ayer por la noche. Ahora no hay vuelta atrás. Ella es nuestra.
Mi hermano suelta un suspiro frustrado al responder:
—Sabes que odio cuando te pones en plan de lobo mandón ¿no es cierto? No debemos verla como nuestra propiedad Kael, por más que sea de nuestra naturaleza, sabes que eso está mal. Si ella quiere y nos acepta a los dos ahí sí. Pero jamás vamos a forzar hermano. Esa es la regla.
Soltando una respiración profunda agrego:
—Me importa muy poco esa mierda de imposiciones Dylan...
En eso Léo grita interrumpiéndonos:
—¡Señor Kael! ¡Terminé!
Aún con los ojos fijos en mi hermano respondo:
—Ya voy Léo.
Antes de salir, lanzo una última mirada a mi hermano diciendo bajo:
—Sabes que desistir no está en mis planes ¿no es cierto?
Y así, le doy la espalda con la certeza de que necesitamos resolver esa situación turbulenta de una vez por todas, antes de que las cosas se salgan más de nuestro control.
Pero por mí estoy sediento de que se salgan.
