Mário, Mariano y Marisa son tres hermanos que viven en São Paulo. Mário y Mariano son gemelos, lo que hace que uno esté bastante ligado al otro. Mientras uno de ellos tiene su rutina de fiestas y chicas todas las noches, el otro se queda en casa junto con su hermana, que, por la ausencia de los padres que están viajando por trabajo, se ve obligada a cuidar de la casa y de sus dos hermanos.
Los padres de los chicos trabajan con las mayores industrias, productoras de papel higiénico y otras de chocolates y café. En un día común, Mário sale a una de sus fiestas, Mariano se queda en su cuarto acostado en su cama, y en cuanto el hermano regresa con otra de sus chicas, terminan discutiendo. Al día siguiente, los hermanos van a la escuela, y una vez más Mário está con resaca.
En la escuela hay un chico en particular con el que a los dos hermanos les encanta practicar bullying: Erick, un muchacho tierno y dulce, que sufre tanto en su casa como en la escuela. Pero un día su vida cambia de rumbo cuando es invitado a ir a una fiesta.
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Capítulo 18
Erick Narrando
- Vámonos de aquí, amiga - dije jalando a Isa de la mano.
Entré a la casa y me senté en el sofá junto con Isa que estaba callada, pero luego rompe el silencio.
- Amiga, tú sabes que fue robado, entonces digamos que no fue él quien besó a esa fulana - dijo Isa llamando mi atención.
- Ay amiga, lo sé, pero voy a dejar que él me explique con sus palabras, y también nosotros no tenemos nada serio - dije dando una media sonrisa.
Nos quedamos algunos minutos allí sentados, y luego Mário aparece.
- Erick, ¿podemos conversar? - preguntó él llamando mi atención.
- Yo voy a ver si alguien quiere bailar - dijo Isa levantándose y siguiendo hacia la salida.
- Puedes hablar - dije después de que él se sentó a mi lado.
- Yo sé que tú viste, pero yo tengo que decirte, no fui yo, ella me besó - habló él mirándome fijamente.
- En realidad yo no vi, apenas me enteré - dije sonriendo.
- ¿Pero tú me crees?, yo nunca estaría con aquella chica, todo lo que nosotros teníamos murió - dijo él.
- Mario, yo ya sufrí mucho en esta vida, entonces, apenas te pido una cosa, no me hagas pasar por más sufrimientos - hablé con seriedad.
- Nunca, jamás. Yo estoy tan enamorado de ti que no consigo ni siquiera pensar en hacerte sufrir - dijo él bajando la cabeza.
- Está todo bien, como yo te dije aún no tenemos nada serio - dije sonriendo.
- Pero espero que podamos tener - dijo él colocando su mano sobre la mía.
Poco a poco fuimos aproximándonos, y luego ya estábamos en un beso caliente. Por impulso acabé subiendo en su regazo, y el chico no reclamó. Una vez más en aquella noche él me apretó en sus brazos, y luego estaba yo todo flojo.
- Adoro cuando te pones débil - dijo él mordiendo el labio inferior.
Luego un carraspeo es oído, y en el susto acabo saltando del regazo de Mário.
- No creen mejor irse a un cuarto - dijo Alice sonriendo.
- No me mates así del corazón mana - dije con la mano sobre el pecho.
- Está en hora de irnos palito - dijo ella mirándome fijamente.
- ¿Palito? - repitió Mário confuso.
- Eso es más uno de los apodos cariñosos que Alice inventó - hablé girando los ojos - después yo te explico el motivo.
- Ok, ¿duermes conmigo hoy? - preguntó él con cara de perro que se cayó de la mudanza.
- ¿Puedo mana? - pregunté mirando para Alice que estaba callada.
- Puedes, sabes que no necesitas pedir. Yo voy a llamar un Uber - habló ella pegando su celular en el bolsillo del pantalón.
- Deja que yo te llevo - habló Mário levantándose del sofá y sorprendiéndome.
- No es necesario - dijo mi hermana sonriendo.
- Yo insisto - dijo él sonriendo también.
- Es bueno mana, por lo menos él descubre dónde queda el condominio, y también yo necesito pegar algunas piezas de ropas - hablé llamando la atención de los dos.
- ¿Condominio? - preguntó él arqueando la ceja.
- En el camino yo te explico - dije dando una sonrisa flaca.
- Ok, ¿tú sabes dónde queda el garaje? - preguntó él viendo yo afirmar positivamente con la cabeza - entonces lleva a tu hermana y me espera por allá, voy a avisar a Marisa que estoy de salida - habló él sonriendo.
Caminé con Alice para el garaje, y la chica quedó analizando la cantidad de carro que había allí.
- ¿Cuál es el carro de él? - preguntó ella mirándome fijamente.
- Aquel blanco de la punta - hablé apuntando.
- Estás mintiendo que él tiene un Porsche - dijo Alice boquiabierta.
Yo no conocía mucho de carros, entonces no sabía mucho sobre modelos.
- Él es rico - hablé riendo a carcajadas.
- La ventaja de tener mucho dinero es esa - dijo Alice sonriendo.
Después de algunos minutos Mário aparece con la llave del carro en manos.
- ¿Vamos? - preguntó él llamando nuestra atención.
- Vamos - dije sonriendo.
El chico destrabó el carro, Alice entró atrás, y él abrió la puerta del pasajero para que yo pudiera entrar, él dio la vuelta en el carro y luego se sentó, colocando la llave en la ignición luego enseguida.
Salimos del garaje, y en el camino yo fui contando todo lo que aconteció.
- Siento mucho por todo lo que aconteció, quería estar contigo para haberte dado seguridad - dijo él mirando para la carretera.
- No tiene problema, al final tú estás aquí ahora - hablé sonriendo.
Después de algunos minutos llegamos en frente del condominio, Mário estacionó el carro en la entrada, y descendimos.
El chico agarró en mi mano, y acabó asustándome en el comienzo, pero resolví no cuestionar. Pasamos por la recepcionista y entramos en el ascensor, y luego las puertas se abrieron en el vigésimo primero piso.
- No es un condominio muy malo, ¿es caro el alquiler? - preguntó Mário mirando fijamente a Alice que abría la puerta.
- No mucho, con bastante trabajo yo consigo pagar - dijo la chica abriendo la puerta.
- Si quieres yo puedo ayudar - dijo él sonriendo.
- No será necesario, gracias - habló Alice sonriendo.
- Si necesitas de alguna ayuda puedes avisarme - dijo Mário entrando en el apartamento.
- Puedes dejar - habló Alice mirando al chico.
Subí para el cuarto y pegué algunas piezas de ropas para cambiar las que estaba usando. Luego después de colocar todo en una mochila, descendí las escaleras y mi hermana estaba conversando con Mário y sonriendo.
- La conversación está buena - interrumpí los dos.
- Tu hermana es una gracia - dijo Mário sonriendo.
- Va a ser bueno tenerte cerca - dijo Alice sonriendo.
- Ahora vamos, que yo quiero aprovechar el restante de la fiesta - hablé pasando por la puerta.
- Nada de bebidas palito - dijo Alice llamando mi atención.
- Ah Alice, ¿por qué?, el Mário cuida de mí, y también yo no estoy bebiendo mucho - hablé sonriendo.
- Mário queda en tu responsabilidad - dijo ella mirando fijamente al chico que estaba a mi lado.
- Puedes dejar que yo voy a cuidar de él bien direitinho, prometo que no voy a dejarlo embriagarse - habló Mário acariciando mis cabellos.
- Ok, entonces buenas noches chicos. Mañana quiero a ti en casa señorzinho - dijo Alice mirándome fijamente.
- Puedes dejar - hablé acenando con la mano.
- Buenas noches - dijo Mário sonriendo.
Mi hermana cerró la puerta y seguimos de vuelta para el ascensor, apreté el botón del suelo, y luego las puertas se abren.
Entramos en el carro y salimos de aquel local.
- Ahora me explica, ¿por qué tu hermana te llama de palito? - preguntó él mirando la carretera.
- Ella me llamaba de hermanito, pero después de un tiempo pasó a llamarme de palito. Porque según ella son objetos frágiles cuando se aplica fuerza, y también porque yo soy magro - expliqué calmadamente.
- Hasta que hace sentido - dijo él riendo a carcajadas.
- No quiero que tú quedes por ahí llamándome de palito, dejo sólo Alice llamar porque ya acostumbré - hablé mirando a él y sonriendo.
- Todo bien, prometo que voy a encontrar un apodo cariñoso para ti - dijo él dándome un beso en la mejilla cuando paró en un farol.
Todo estaba súper maravilloso, yo finalmente había conseguido la paz que yo tanto deseaba en la vida.
