Zulema de la Puente, tiene 25 años, y en poco tiempo ha sufrido una serie de desgracias que cambiaron su mundo, su padre murió, su madre está muy enferma, fue despedida de la compañía en que estaba desarrollando una carrera exitosa y su prometido Javier Belmonte canceló su compromiso.
Ahogada en los problemas, una noche bebió más de la cuenta, y para vengarse de su prometido durmió con su tío, Mathias Belmonte, un frío, pero apuesto hombre de 35 años, dueño de una de las más importantes fortunas del país.
¿Será Mathias un problema más grande para Zulema o será su Salvador?
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15. Compañero de vuelo
Elena Belmonte había viajado por unos temas de negocios de la Compañía Belmonte, está pensando en separarse del conglomerado empresarial de la familia y manejar su propia empresa, sabe perfectamente que con el pensamiento tradicional de su padre, jamás le dará la dirección general de la compañía; el poder de sus acciones le permite, si tuviera el apoyo del presidente del Directorio, pero ella no ha estado en la palestra de opciones, pese a su excelente trabajo en la sección de inversiones; su padre le exige tener un esposo que le brinde el respaldo, una mujer soltera no inspira confianza en los negocios, dice equivocadamente su padre.
Cuando ella iba a regresar en el avión privado familiar, su padre le llamó para que viniera con ella, Gerardo Delgado, un empresario de 40 años, divorciado e hijo de un socio de su padre; el partido que esta vez había escogido para su hija, otras veces a logrado librarse de la imposición de su padre, pero al parecer le ha puesto fecha de caducidad a los "caprichos" de su hija, e intenta formalizar la relación en su cumpleaños número treinta, algo que Elena no va a permitir.
Elena no soporta a Gerardo, quien siempre está hablando de todo lo que ha logrado, y cuando ella hace mención de sus logros, parece ignorarlos o minimizar su esfuerzo. Está cansada de que su padre quiera que entable una relación con él, para incrementar el patrimonio familiar; si al menos mostrara un interés genuino por ella lo intentaría, pero no es así, ella solo es otro "bien" para incrementar su patrimonio.
Cansada de los planes de su padre, tomó su móvil y compró un pasaje de avión comercial; lo hizo en la sección económica, quería pasar desapercibida para que su padre no la ubique y escapó con habilidad de sus guardaespaldas; quería que al menos durante el viaje a casa no tener que soportar a Gerardo.
Solo fue con su cartera, siguió las instrucciones y se topó con la realidad de un viaje económico, cuando notó el estrecho de los asientos, que iban en fila de tres y a ella le tocaba en medio, el check-in no había sido problema antes, cuando iba en clase preferencial, así que por la prontitud de la compra, selecciono el asiento sin prestar mucha atención.
No tendría mucho problema de viajar en el medio, pero al lado del pasadizo había un hombre extraño que la miraba raro y parecía devorarla con los ojos; y no sabía cómo avanzar sin estar demasiado cerca.
- "Disculpe, debe de avanzar necesito tomar asiento", dijo Carlos Molina, cuando se percató que iba en la misma fila que él.
- "Lo siento es que...", manifestó Elena nerviosa mirando su ticket y al sujeto.
- "Vamos no seas grosero, párate un momento para que pase la señorita, le toca ir a la ventana", expresó Carlos mirando al hombre.
Elena sabía que no le tocaba la ventana, pero el joven parado a su costado, tenía una mirada brillante y un aspecto pulcro, realmente hubiese odiado tener que viajar al lado del sujeto que no dejaba de mirarla, con lasciva intención.
El hombre se puso de pie de mala gana, y Elena se apresuró en avanzar sentándose al lado de la ventana; Carlos se sentó a su costado, y luego aquel hombre.
- "Gracias", dijo Elena mirando a Carlos.
- "Cuando guste, señorita", respondió Carlos con una sonrisa brillante.
Para luego acomodarse en el asiento; iba a regresar a su país, después de casi año y medio, extrañaba a su familia, su comida, los paisajes, sus amigos.
A Elena siempre le daba miedo el momento del despegue, se sentía tonta, había volado muchas veces, y faltaba pocos meses para que cumpla treinta años, aún así el vacío en el estómago se sentía aterrador; sin querer apretó fuertemente la mano de Carlos que estaba en el reposabrazos, él no dijo nada, al notar el miedo en el rostro de la hermosa mujer que tenía al lado y que cerraba los ojos.
- "Ya pasó, ya estamos volando", dijo Carlos.
- "Gracias", manifestó Elena.
- "Ya puede soltar mi mano", expresó Carlos con una sonrisa.
Elena se avergonzó y la soltó, viendo que había dejado las marcas de sus uñas, no pudo evitar avergonzarse, pero el joven a su lado solo sonreía, sin darle mucha importancia. Su inesperado compañero de vuelo había resultado muy amable, se notaba apuesto y educado.
felicitaciones a la escritora sos muy buena