Renasci

El viaje hacia el frente de batalla fue largo y lleno de incertidumbre. Las tierras que recorríamos eran vastas y variadas, desde los verdes campos de nuestra patria hasta los oscuros bosques que marcaban la frontera con Eldoria. La tensión en el aire era palpable, y cada uno de nosotros sentía el peso de lo que estaba por venir.

Cabalgábamos en silencio la mayor parte del tiempo, cada uno sumido en sus propios pensamientos. La guerra estaba a solo unos días de distancia, y nos preparábamos mentalmente para lo que nos aguardaba.

Durante una de nuestras paradas para descansar y reponer fuerzas, Kaiden, Alan y yo nos apartamos del grupo para hablar en privado. Nos sentamos bajo un árbol, observando el campamento mientras los demás preparaban la comida.

—¿Cómo te sientes? ¿No estás cansada de cabalgar? —me inquirió Kaiden mientras descansábamos.

—No, de hecho me gusta bastante andar a caballo —le respondí con una sonrisa.

—Bueno, ¿qué les parece este viaje hasta ahora? —interrumpió Alan, era claro que estaba de buen humor a pesar de las circunstancias.

—Es solo el comienzo, Alan. Debemos estar preparados para lo que venga —comentó Kaiden, aunque una sonrisa asomaba en sus labios.

—Es cierto —añadí—, pero también creo que es importante mantener el ánimo alto. Vamos a necesitar toda la energía positiva que podamos reunir.

Alan asintió con entusiasmo.

—¡Exactamente! Y hablando de energía positiva, ¿han conocido a los nuevos compañeros? —señaló Alan, indicando a un grupo de soldados que se encontraban cerca, charlando y riendo.

Kaiden y yo miramos hacia donde Alan apuntaba y vimos a un par de figuras nuevas entre los soldados. Decidimos acercarnos para conocerlos mejor.

—Hola, soy Andaira, y estos son Kaiden y Alan —dije, presentándonos.

Uno de los nuevos compañeros, un joven de cabello oscuro y expresión intensa, se adelantó y nos saludó con una sonrisa. Sin embargo, pude notar un destello de nerviosismo en sus ojos cuando miró a Kaiden.

—Es un placer conocerlos. Soy Lian, y esta es Aria —presentó, señalando a una joven de cabello rubio y ojos brillantes.

—Encantada de conocerlos —expresó Aria, con una sonrisa amigable.

Nos sentamos todos juntos, compartiendo historias y risas mientras disfrutábamos de la comida. A medida que la conversación avanzaba, me di cuenta de lo importantes que eran estos momentos de camaradería y apoyo mutuo.

—Entonces, ¿de dónde vienen? —indagó Kaiden, interesado en conocer más sobre nuestros nuevos compañeros.

—Venimos del sur del reino —respondió Lian—. Somos parte de la milicia local, pero cuando escuchamos sobre la amenaza de Eldoria, supimos que debíamos unirnos a la lucha.

—Admirable —comentó Alan, sonriendo—. Necesitamos a personas valientes como ustedes en esta batalla.

Aria asintió, pero no pude evitar notar que tanto ella como Lian parecían un poco incómodos. Sabía que la presencia de Kaiden, el príncipe, podía ser intimidante para algunos.

—¿Cómo han encontrado el viaje hasta ahora? —pregunté, intentando hacer que se sintieran más cómodos.

—Ha sido... desafiante, pero estamos listos para lo que venga —contestó Aria, con un tono firme.

Lian asintió, aunque su mirada se desvió hacia Kaiden nuevamente. Decidí intentar aliviar la tensión.

—Kaiden es un gran líder y siempre está dispuesto a escuchar y aprender de los demás. No duden en hablar con él si tienen alguna preocupación o idea —mencioné, sonriendo.

Kaiden asintió con una sonrisa.

—Exactamente. Estamos en esto juntos, y cada uno de ustedes es valioso para nuestra causa —declaró, su voz llena de sinceridad.

Poco a poco, la tensión pareció disminuir, y Lian y Aria se relajaron un poco más. La conversación fluyó con más naturalidad, y comencé a sentir una conexión creciente entre todos nosotros.

Mientras hablábamos, observé a Evander y la mujer pelirroja de la que estaba enamorado. Se habían apartado también y parecían enfrascados en una conversación intensa. Me pregunté cuántas historias de amor y valentía se estaban desarrollando en ese momento, mientras nos preparábamos para la batalla.

—¿Han conocido a Evander? —preguntó Alan, siguiendo mi mirada hacia donde Evander y la mujer pelirroja conversaban.

—No todavía —respondió Lian—. ¿Es su hermano, verdad?

—Sí, lo es —contestó Kaiden—. Evander puede parecer reservado, pero tiene un gran corazón. Y es un estratega brillante.

—Parece tener una conexión especial con esa mujer pelirroja —comentó Aria, sonriendo.

Asentí, sonriendo también.

—Sí, se llama Elyra. Es una de nuestras mejores comandantes. Tiene una gran fuerza y determinación —expliqué.

La noche cayó, y acampamos bajo las estrellas, el cielo despejado y brillante como un recordatorio de la esperanza que llevábamos en nuestros corazones. A pesar de los retos que nos esperaban, el estar unidos nos daba la fortaleza necesaria para seguir adelante.

Mientras el fuego del campamento ardía, Kaiden y yo nos acercamos a Evander y Elyra. Los encontramos conversando en voz baja, sus rostros iluminados por la luz del fuego.

—Evander, Elyra, ¿les importa si nos unimos a ustedes? —pregunté.

Evander sonrió y asintió.

—Claro, Andaira, Kaiden. Siéntense —invitó, señalando a un lugar cerca del fuego.

Nos sentamos junto a ellos, y Elyra nos saludó con una sonrisa.

—Es bueno verlos. ¿Cómo están? —inquirió Elyra.

—Estamos bien. ¿Y ustedes? —respondió Kaiden.

—Nos estamos preparando para lo que venga. Sabemos que la batalla será difícil, pero estamos listos —dijo Evander, su mirada seria pero decidida.

—Evander, te he visto muy enfocado últimamente. Me alegra ver que estás tomando un papel activo en todo esto —comentó Kaiden.

Evander asintió.

—Es verdad. Hay alguien que me importa demasiado y quiero asegurarme de que esté a salvo —confesó, mientras daba una mirada suave a Elyra.

Elyra miró a Evander, notó su expresión y en un momento se sonrojó. Al parecer a ella también le interesaba Evander.

—Evander es una de las personas más valientes que conozco. Estoy orgullosa de luchar a su lado —dijo, su voz suave pero firme.

—Tienes razón —le dije, pensando en que todos aquí éramos una parte importante para ganar esta batalla.

El ambiente alrededor del fuego era cálido y reconfortante. Sentí una corriente de esperanza y fortaleza mientras nos preparábamos para lo que estaba por venir.

Finalmente, nos retiramos a nuestras tiendas para descansar. Sabíamos que los próximos días serían cruciales, pero también teníamos la certeza de contar con el apoyo y la camaradería de nuestros compañeros para enfrentar cualquier desafío.