Cita Con El CEO

Unos días después, ya incorporándose formalmente a la empresa como secretaria del CEO, Soledad regresa de la cocina con una bandeja que contiene dos cafés para Esteban y Braian, pero detiene su andar porque una mujer la espera sentada sobre su escritorio.

—Buenos días, señora. ¿Puedo ayudarla en algo?— cuestiona la rubia con irritación porque una persona totalmente desconocida ha plantado su trasero en la mesa que ella trabaja.

—¿Eres Soledad?— cuestiona la pelinegra en voz baja. La nombrada asiente y la señora se acerca a ella, toma un café y antes de que la secretaria pueda decir algo, se lo tira en la cabeza.

La bebida está recién hecha, por lo que se quema e inevitablemente grita al sentir el ardor sobre su ropa, soltando la bandeja donde todo cae al piso rompiéndose y ensuciando el piso.

—No me quitarás la oportunidad de reconquistar a mi prometido— menciona la atacante, procediendo a darle una cachetada.

El rostro de Soledad se voltea por la fuerza implementada, pero entre lo anterior y esto, no piensa dejarse pasar por encima por más exnovia loca sea. Esta debe ser la mujer que Johanna comentó.

Esteban y Braian salen de su oficina al escuchar tanto alboroto, y lo que antes creyeron que había sido un inocente resbalón de Soledad, resultó mucho peor.

La mano de la rubia se cierra fuertemente en un puño y contraataca a la pelinegra, quien empieza a gritar luego de recibir el golpe y notar la sangre que bota su labio partido.

El CEO toma por la cintura a su secretaria y la aleja un poco de su ex, ya que la rubia planeaba seguir golpeándola. Antes no pudo evitarlo y reconoce que Nora lo merecía,las mejillasbe permitir más agresiones porque terminarán con grandes problemas legales.

—¿Estás bien?— cuestiona con sus manos en las mejillas de ella, una está mucho más colorada y la mira con extrañeza.

—Me defendí— asegura Soledad y él asiente, suponiendo lo obvio. Ella está mojada y partes de su piel enrojecida, no hay que ser un genio para saber qué ha pasado.

—¿Qué has hecho, Nora?— cuestiona aparentemente tranquilo, pero está furioso—¿Por qué la golpeaste?— sus manos están dentro de los bolsillos de su pantalón, todavía sintiendo la calidez de las mejillas de Soledad.

—Por zorra. Se ha metido contigo —dice con los ojos llorosos, aún con dolor por su labio roto. Es modelo, así que, obviamente, eso le costará unos días sin trabajar.

—No te metas con ella, sino tu patética vida se irá al demonio— dice con los ojos fijos en Nora.

Aún con su mismo porte y elegancia, sin dar un paso más, sin señalarla con el dedo, solo con la característica amenaza danzando en las palabras de alguien que está muy seguro, que con un simple chasquido, la mandará al peor de los infiernos.

Los Arango tienen poder y Esteban no titubeará cuando deba utilizarlo en contra de quién moleste en su vida o le quite la paz que tiene. Y eso incluye a Soledad.

—Eres mi prometido— se defiende Nora.

—No. Hace mucho dejamos de ser simplemente novios. Deja de decir estupideces e inventar títulos que nunca te ofrecí. — cuando ella intenta volver a hablar, se voltea ignorándola y le habla a Soledad— Entra a ducharte, conseguiré ropa para ti y llamaré a un médico.

Soledad se sorprende, pero entiende que es algo obligatorio para su bienestar antes de que el líquido, ya no tan caliente; le haga mal y termine enfermándola. Además, todavía quedan muchísimas horas por trabajar.

La rubia camina hacia la puerta de la oficina del CEO, pero antes de entrar, voltea a ver a Nora, quién también la mira con enojo.

—Un día, Esteban no estará para detenerme— le avisa dejando claro que volverán a encontrarse y se cobrará ambos ataques.

Braian sonríe divertido por las amenazas que ha recibido Nora y no es que le desee el mal, sino que tanto Esteban como Soledad, han dejado de lado las formalidades para parecer más cercanos. Aunque, le encantaría quedarse allí y saber qué más podría decirle el CEO, sabe que él será quién comprará la ropa para Soledad, así que se retira.

—Le compraré la ropa a la señora Arango— bromea Braian delante de Esteban y su ex.

El CEO sonríe porque ni siquiera en ocasiones como esa, su amigo deja de tirar palabras con su plan de cupido, pero a Nora no le causa nada de gracia.

—¿Esa es la señora Arango? — señala dentro de la oficina —¡Por favor, tienes mejores gustos!

— Ya no me atraen las mujeres pelinegras, ni con inyecciones para mejorar su belleza— dice sonriendo.

—¿Pero esa sí?— vuelve a señalar, ahora más enojada por la directa acusación.

—Piensa lo que quieras, Nora. Pero no vuelvas a aparecer en mi edificio, sino te demandaré por acoso y agresión. Además, aprovecharé los golpes que Soledad todavía tiene guardados para ti y disfrutaremos juntos, ella y yo, como tu carrera de modelo se va por el caño.

—Yo te sigo amando.— dice llorando.

—No lo haces y jamás lo hiciste. Solo aprovechaste la popularidad de un joven CEO para sacar ventaja en tu carrera. Sin embargo, yo sí te quise, pero ahora no. Sal de aquí.

—¿La eliges a ella?— grita, logrando que Soledad la escucha desde debajo de la ducha. Por suerte, ese piso parece vacío por lo temprano que es, pero no tardarán en llegar todos.

—Por sobre todas las cosas— asegura él, confesando más de lo que quisiera.

Nora se va de allí y Esteban llama a la chica de limpieza para que recoja las tazas rotas. Braian llega veinte minutos más tarde, esos en los que Soledad ya termina de bañarse y se envuelve en una bata, todavía encerrada en el baño, esperándolo la ropa.

Los amigos no dicen nada al verse y es el mismo Braian quien toca la puerta del baño, mirando hacia el CEO para no ver accidentalmente nada. Soledad agradece la compra y sale ya vestida.

—Me disculpo por los cafés, ya los traigo— ninguno de ellos se niega y la dejan retirarse, hasta que Esteban habla.

— ¿Qué pensabas cuándo compraste ese vestido?

— Nada, fue la primera tienda que vi y lo que estaba en un maniquí, lo pedí, lo pagué y lo traje. No hubo doble intensión— miente con la última parte.

Si bien es cierto que fue la primera tienda que encontró a pocos pasos de la empresa; se demoró más de quince minutos mirando las posibles prendas y le pidió ayuda a la dependienta para que Soledad se vea cómoda, sencilla y sexy.

La mañana pasa rápido, al igual que la tarde, pero llega la hora de salida sin más contratiempos y Soledad va en el auto de Esteban hacia el edificio en el que viven juntos. Mientras que Braian se dirige a la casa de Johanna para llevarle flores. Un hombre completamente enamorado, tratando de conquistar a la mujer que lo tiene loco.

Al llegar cada uno a su destino, Soldad baja del ascensor en su piso y Esteban continúa uno más. Ambos entran a ducharse paralelamente en el mismo momento, cenan en soledad y revisan sus redes sociales. Aunque la secretaria intercambia algunos mensajes con Sergio para confirmar la cita que tienen al siguiente día.

Esteban también recibe un mensaje de su amigo, el cual le avisa que se quedará con su ahora novia y le dice que ya sabe quién será su cita. Esa a la que debe asistir porque perdió la apuesta, aunque sus padres quieran a Soledad como nuera.