- ¿Victoria, que piensas hacer?
Una pregunta que le hacen últimamente, y la respuesta no la sabe, ya que tiene un deber como asistente del fiscal y llevar al hombre que ama ante la justicia o decide salvar el amor de su vida y padre de su hermoso hijo.
Su deber será más fuerte que su amor, o dejará todo por amor y se volverá al lado oscuro.
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Capítulo 14
El haber salido de la casa de Antón había sido un error garrafal, lo primero que hizo Victoria fue instalar a su tía y a su hijo, luego salió para la estación en busca de Paxton, en busca de más pruebas que llevarán a la familia Orlov ante la justicia.
Lo que había grabado de la USB sabía que ya no lo podía utilizar, el mismo jurado podría decir que esa información fue alterada o se podría manejar como pruebas inadmisibles, pruebas que no se podrían presentar ante el juez, porque ya estuvieron en manos de varias personas y no se pusieron dentro del arresto principal.
- Hola. - Paxton salto de su asiento. - para ser un detective no estás muy atento a tu alrededor.
- Eres increíble Victoria, llevas meses desaparecida y ahora vuelves como si nada.
- Pedí unas largas vacaciones, sabes lo que me pasó.
Paxton la toma de la mano y la lleva a una pequeña habitación, la escondía, pero ¿por qué lo hacía?.
- Que haces acá.
- Me da gusto verte a ti también, me encuentro bien sabes, no le ha pasado nada extraño.
- No es un juego Victoria, te están buscando porque al parecer te robaste evidencia, que acusaba a la familia Orlov.
- ¿Qué?
- Patrick dijo que sin esa evidencia se había perdido la posibilidad de encerrar a esa mafia.
- Pero de que día tres me hablas.
- De la memoria.
- Memoria, memoria no tengo memoria.
- Deja los malditos juegos de palabras y dime qué es lo que está pasando.
Enojada, por lo que estaba pasando y sabiendo que Patrick era el que tenía esa maldita USB, sin mencionar que el mismo trabaja para ellos.
La habitación comenzó a sentirse pequeña, le faltaba aire, las piernas le temblaban. Ella estaba entrando en un ataque de pánico.
- Cálmate Vic, si sigues así praderas el conocimiento. Por favor Vic, quédate conmigo, respira.
Paxton, no era bueno con las personas, era un poco antipático, las alejaba Victoria era la única mujer y persona que se había quedado cerca de él, la que lo toleraba y él era el que calmaba sus ataques repentinos.
Ambos empezaron a respirar de una manera más controlada y ella ya se encontraba más relajada, ya estaba volviendo a sus cinco sentidos, sentada en el suelo tomo su cabeza y negaba lo que estaba pasando.
- Gracias Paxton.
- De nada, sé que no es el lugar ni el momento, pero necesito saber que es lo que pasa.
- El día de los dos primeros cuerpos, el sospechoso me entrego una USB, la cual revise y había cosas terribles, se la pase a Patrick y él me dijo que dejara el caso, que podría salir herida. Trate de dejarlo, pero encontré información relacionada con mis padres, así que seguí, cuando nos reunimos en el bar del Bronx, me siguieron y casi me atrapan. Días después me reuní con Patrick y él me iba a entregar.
Y ahí estaba ella llorando en brazos de Paxton, algo que no quería hacer, no se quería mostrar vulnerable ante los demás, lo había logrado evitar durante tanto tiempo.
- Tienes pruebas de lo que me estás diciendo.
- No.
- Será un problema comprobar lo que me acabas de decir.
- Necesito tu ayuda.
- Que quieres hacer.
- Todavía no lo sé, pero lo tengo que empezar a hacer de una vez, si queremos llevar a estos hombres a la cárcel y salvar a mas niñas, y jóvenes.
— Cuenta conmigo, pero por ahora ve a casa, nos estaremos comunicando.
Paxton le pasa él teléfono de él, y con mucho cuidado y que nadie se diera cuenta de que ella estaba en la estación la acompaña hasta la salida de la parte de atrás del edificio.
- Gracias, ve con cuidado y toma mi auto.
Ya tenía un aliado, al menos sabía que podía contar con él, pero con lo que no contaba era con que la estaban esperando en el parqueadero. Un hombre alto estaba esperándola.
Ronald estaba en el parqueadero, recargado en su auto un hermoso BMW negro, una belleza, lástima su conductor.
- Pensé que nunca volverías a venir, pero sirvió el esperar.
- Que quieres Ronald.
- Mijaíl quiere verte, hay asuntos que tienen que atender.
- No lo conozco, y no sé dé que quiere hablar conmigo.
- Tú lo sabes muy bien, metiste las narices donde no debías, las cosas no se han olvidado, así que si no vienes por las buenas, o será por las malas, ten en cuenta que en la casa de tu abuela ya hay hombres esperando a ingresar y hacer lo que quiera con las dos personas que se encuentran allí.
No podía entrar en pánico de nuevo, eso sería humillante para ella y más delante del hombre que rompió el compromiso para casarse con su mejor amiga.
- Ok.
Subió al auto de Ronald, cinco años habían pasado, pero él no lo había cambiado, ese era su bebé. Lo cuidaba más que a nadie.
No estaba preocupada, su tía sabía lo que tenía que hacer, solo que ella no sabía si lo había logrado o no. Para ella hubiera sido mejor morir con sus padres y no vivir en la angustia en la que vivía.
Muchos dirían que ella se metió solita en ese problema y si tienen razón, hubiera sido mejor salir corriendo y olvidar la muerte de sus padres, o seguir adelante dejando todo atrás, pero ella no era así, deseaba con todo su corazón ver en la cárcel a los culpables de aquel accidente.
Por eso siguió el camino de sus padres aunque ellos no llegaron muy lejos, ella si lo quería, sabía que siendo asistente, tenía contacto directo con los casos, podría investigar desde ahí.
- Vamos.
Tan perdida en sus pensamientos ni cuenta se había dado que ya habían llegado, a un hermoso hotel, bastante lujoso. Al entrar era igual de lujoso que si fachada.
Algo ostentoso, pero que se puede pedir, a la mafia le gusta gastar dinero como loco. No escatiman en gastos para nada y este era un claro ejemplo de eso.
- ¿Te gusta?.
- El gastar tanto dinero en cosas materiales es porque aquella persona tiene algún complejo.
- No hagas esos comentarios delante de él, puede que no le gusten