sin darse cuenta, Renata muere en un evento de moda en Paris. al despertarse, se da cuenta que ahora está en el cuerpo de una extra patética que se deja pisotear por la villana. pero no, está vez, Renata protegerá al protagonista de la Miranda, la villana.
NovelToon tiene autorización de Melany. v para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
capitulo 14: Conversación.
La luz de las velas, iluminando los muebles y las decoraciones que adornaban la sala. Dorian estaba sentado en su silla detrás del escritorio, su porte majestuoso contrasta con la atmósfera tensa que se había apoderado en la habitación. Frente a él, el archiduque Edgar, que se encontraba de pie, inquieto con las manos entrelazadas detrás de su espalda, sintiendo la presión de la mirada penetrante de Dorian.
— ¿Y bien?... Explicame lo que vi.
— ¿Que fue exactamente lo que viste?
— ¿Tú que crees?— pregunta de manera irónica.
— yo creo que lo que vistes está un poco distorsionado en su mente, majestad.
— ver a mi hermana dándote un beso en la mejilla y verte todo bobo no creo haberlo distorsionado ni un poco.
— bien. Se que mi vida está en juego si no digo las palabras correctas.
— exacto.
— majestad. Le explicaré todo— dijo Edgar, con un tono de respeto, mientras que controlaba los nervios.
Edgar empezó, sus gestos nerviosos revelando la tensión de tener que compartir esto con el emperador. Donde encontró a Solara en el suelo y la auxilió.
— ¿Y cómo se encontraba ella? — preguntó Dorian, con una mezcla de preocupación y curiosidad en su tono.
— Afortunadamente, solo fue un golpe superficial, en la rodilla y tobillo pero estaba un poco asustada y adolorida. La ayudé a levantarse y le hice curaciones... Yo... Solo quería ayudarla y hacerla sentir mejor. Estaba tan ocupada en sus deberes que se le había hecho tarde al banquete y supongo que corrió tan rápido que se doblo un poco el tobillo y cayó...
Dorian, que había adoptado una postura seria, asintió sutilmente.
— Prosigue.
— Después de un rato de charlar y de que ella se sintiera más cómoda, todo fluyó de manera espontánea. Sin darme cuenta, ella me besó. Fue un gesto simple, pero en ese instante, hubo una conexión que no puedo expresar con palabras... Por eso viste mi rostro de estúpido— dijo Edgar, su voz lleno de un leve tono de emoción.
Dorian observó atentamente, reconociendo la sinceridad en las palabras de Edgar. Luego, tras una pausa meditativa, se hizo a un lado, mostrando una faceta más abierta y comprensiva.
— Comprendo lo que me dices, Edgar. Mi hermana merece ser amada por un hombre de honor, y está en tus manos demostrar que eres uno de esos hombres.
— ¿Eh?... ¡¿En serio que usted-...
— si. Ya quédate tranquilo. No te iba a matar, no por ahora si la cuidas mejor que yo.
La atmósfera se tornó más ligera cuando Edgar sintió que un peso se levantaba de sus hombros. Con la conversación fluyendo en una dirección positiva, el emperador dejó escapar un suspiro de alivio.
— Estoy dispuesto a dar mi bendición para cualquier compromiso que pueda surgir entre ustedes. No dudo de tu carácter, y me alegra saber que mis preocupaciones eran un poco exageradas. Aún así, no creas que no estaré pendiente.
Edgar asiente de manera rápida. Sin embargo, justo cuando la conversación parecía tomar un giro favorable. Era más de la madrugada, y ambos se despiden para descansar.
_________________ al día siguiente.
La luz del sol comenzaba a filtrarse por las cortinas de la habitación de Diana. Los suaves sonidos del despertar de los pájaros se filtraban a través de la ventana, llenando el aire con un fresco aroma de flores. Oh, pero Diana no tenía el jardín cerca, ni mucho menos flores a su alrededor, era su propio aroma.
Diana, aún con sueño, parpadeaba mientras se estiraba en su cama. De repente, un suave toque en la puerta interrumpió su tranquilidad. Con un leve crujido, la puerta se abrió y apareció Beatrice, con su cabello plateado recogido en un moño y una expresión que mezclaba preocupación y ternura.
— Diana, querida — comenzó Beatrice, su voz suave como el murmullo de un arroyo — quiero disculparme por la interrupción de anoche.
Diana, sorprendida por la visita matutina, se sentó en la cama. No sabía cómo responder, un leve rubor cruzó su rostro al recordar lo ocurrido la noche anterior y la presencia de Dorian. Las palabras se le atascaban en la garganta y su mirada se desvió, atrapada entre el desconcierto y la confusión.
Beatrice se acercó un poco más, observando la expresión de su nieta con cautela. La abuela, con su mirada sabia y compasiva, comprendía que aquel revelador momento había sido demasiado intenso para que Diana lo procesara por completo.
— Lo comprendí tarde... — continuó Beatrice, dejando caer su voz con una tonalidad reconfortante. — No debería haber interrumpido algo tan especial. Perdoname.
— está bien abuela. Se que te preocupaste por mí y lo aprecio, así que no hay nada que perdonar...
Beatrice sintió una mezcla de alivio y un poco de vergüenza, su corazón palpitaba mientras conectaba con la bondad en los ojos de su nieta, pero en lugar de intentar hablar, decidió dejar que su mirada dijera lo que su corazón anhelaba expresar.
Beatrice, percibiendo esa conexión silenciosa, sonrió con calidez e hizo un gesto hacia la puerta.
— ¿Qué te parece si vamos a desayunar? He preparado tus favoritos.
La propuesta cortó el aire tenso que había logrado acumularse entre ellas. Diana, sintiendo cómo la calidez de la oferta la envolvía, asintió lentamente.
— te espero abajo, arreglaste con tranquilidad.
Luego de que Diana se había arreglado por completo, se va hacia la cocina, el aroma del pan tostado y las mermeladas recién hechas comenzaba a llenar el aire, arrastrando consigo la sencillez de un nuevo comienzo.
Ella le va a ir bien siendo que manipuló al Duque desde el principio?, y si el ya tenía una mujer que ama? o una prometida y con ella se querían, no está bien que quieran que Miranda sea feliz a costa de un hechizo que uso para Hipnotizar a la víctima.
Si quieren que Miranda se redima es hacer las cosas bien, pagar por las cosas que hizo