Queda huérfana y tiene que cuidar de sus hermanos, así que con sólo 15 años se casa con un hombre ciego y malhumorado.
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Capitulo 8
Una semana después.
Mientras Camila prepara un pastel para sus hermanos, Luis se acerca a ella.
— Hola cuñada. — Saluda el muy amable.
— Hola. — Responde ella.
— ¿Qué estás haciendo? — Pregunta el. — Huele muy bien.
— Es un pastel para mis hermanos.
— ¿Y por qué no le pediste al cheff que lo hiciera?
— Está es una receta que mi padre me enseñó, y no la quiero compartí con el cheff.
— ¿Quieres que te ayude en algo? — El a propósito, pone sus brazos en cada lado de sus hombros.
— No. Gracias. — Ella se mueve para no estar tan cerca de el. continua con su labor, el le presta atención a cada gesto, cada expresión que ella hace. Le nota la falta de interés hacía el.
— Déjame ayudarte. — El se dobla las mangas de la camisa, y se dispone a ayudar. Sin embargo ella lo sigue rechazando.
— Te agradezco la amabilidad, pero esto es algo que debo hacer sola. — Camila prácticamente lo hecha de la cocina. El sin más opción se va. Ella deja el pastel en el refrigerador y sube a su habitación, se quiere dar un baño antes de mostrar el regalo a sus hermanitos.
Cuando regresa abajo ve su pastel tirado en la basura, ella se pone muy triste, y quiere encontrar al culpable. Llama a los empleados y pregunta por qué su pastel está ahí. Ellos responden que fue el señor Bruce quién lo tiró.
Camila está más que enojada, sabe que el lo hizo a propósito, por mucho que intenta contener su rabia no puede, va a buscarlo y le reclama lo que hizo.
— ¿Cómo pudiste tirar mi pastel a la basura?
— Tenía un olor muy desagradable. Tuve que hacerlo.
— ¿Sabes lo mucho que trabajé en el? Me desperté a las tres de la mañana para tenerlo listo a tiempo.
— Si tanto quieres un pastel dile a mi chófer que te lleve a la pastelería.
— Tu no entiendes. Ese pastel era especial.
— Era como cualquier otro. — Le dice el.
— Tu no tienes sentimientos. Eres un...
— ¿Ya me odias? — Pregunta cómo si fuera lo único que esperará. Camila por mucha rabia que siente no lo odia. Sólo está enojada.
— No.
— Es una lastima. Te dije que no iba descansar hasta que lo hicieras.
— No te entiendo. Hace dos días eras cariñoso, y bueno conmigo. ¿Por qué de nuevo te portas hostil?
Bruce no le dice sobre su enfermedad, está descontrola sus emociones, es por eso que a veces la trata bien, y en otras ocasiones se porta tan mal. Ninguna de sus seis esposas supo sobre ella, y Camila no será la excepción.
— ¿Te gustaba que fuera cariñoso? — Pregunta el burlonamente.
— Si. Me gusta cuando te portas así. Me gusta el hombre que eres en esos momentos.
— Ese hombre no existe. Esté es mi verdadero yo.
— No es cierto. Tú eres una buena persona. Mi corazón me lo dice.
— ¿No viste lo que hice? Sólo te engañe durante un tiempo, y tú cómo la niña ingenua que eres me creíste. Ahora sí ya me odias nos podemos divorciar.
— No. Por un pastel no me voy a separar. Seguiré siendo paciente contigo. — Por sus hermanos tiene que serlo. La señora Cecilia ya le advirtió que no la dejará verlos si se separa de su hijo.
— Bien. Ya veremos cuanto más soportas. — Dice con un tono malévolo, y se aleja de ella.
Sube a su habitación y toma unos calmantes. No sé quiere poner mal de nuevo. El la vio en la mañana con su hermano, pensó mal de Camila, y se desquitó con el pastel. Aunque al verla triste se sintió culpable.
El va a la habitación de su madre para hablar con ella.
— Quiero que prepares mi divorcio. — Le pide el a ella.
— ¿Por qué?
— No quiero estar casado eso es todo.
— Si no me dices el motivo verdadero no habrá divorcio.
— La estoy lastimando. Y no quiero seguir así.
— ¿Te preocupas por ella? — Cecilia sonríe.
— No. Claro qué no. Me preocupo por mi. Por mi salud mental debo estar lejos de ella.
— Has estado bien estos meses. No has tenido episodios.
— Si los he tenido.
— ¿Y por qué no los he notado?
— Por qué me desquitó con Camila. ¿Entiendes por qué debo separarme? En cualquier momento puedo perderme la razón, y quién sabe que haré. No quiero seguir casado.
— Hijo, ella no te hará perder la cabeza. Te aseguro que todo irá bien.
— No mamá. No me asegures nada. Quiero separarme. Mañana si es posible. Dale dinero y que se vaya de la casa. No la quiero volver a ver.
Cecilia permanece sin decir una palabra. El se va a su habitación, en el pasillo ve a Camila con sus hermanos.
— Lo siento.
— No te preocupes. Sabemos que estás ocupada.
— Les prometo que mañana haré el pastel que tanto les gusta.
— Gracias. — Dicen ellos y la abrazan. Bruce pasa por su lado sin decirle nada. Se mete a su habitación y unos minutos después entra Camila. Ella no le reclama nada. Se acuesta en el otro lado de la cama y se envuelve.
Camila está triste por no darle un regalo a sus hermanos, ella no se atreve a pedirle dinero a su suegra, así que toma una decisión importante. Va trabajar.
Al día siguiente, después de la escuela ella va a una cafetería cercana, ahí ve que están solicitando personal, entra y habla con el gerente, esté, al verla con el uniforme sabe que es menor de edad. Pero aún así la contrata. Camila empieza a trabajar de medio tiempo. Su suegra no tarda en enterarse y le reclama.
— ¿Cómo puede una Spencer estar trabajando de mesera?
— ¿Qué tiene de malo?
— ¿Sabes el escándalo que vas a provocar si la prensa se entera?
— ¿Por qué lo sabrían? Yo no tengo una vida pública.
— No vas a trabajar. Aquí lo tienes todo.
— ¿Y por cuánto tiempo será así?
— ¿Qué?
— Su hijo sólo está buscando la forma de librarse de mi. El me echará a la calle en cualquier momento. ¿Qué se supone que haré si no tengo dinero?
— Yo te daré dinero. Okay. Ahora ve y renuncia.
— No. Usted no puede controlar mi vida. Voy a trabajar, y no estoy pidiendo permiso.
— ¿Te atreves a responderme? Tú...
— Yo soy su nuera. No su empleada. Y si mal no recuerdo, cuando acepté casarme, no dije que dejaría mi vida de lado. Con permiso.