NovelToon NovelToon
DESTRUYEME

DESTRUYEME

Status: En proceso
Genre:Posesivo / Dominación / Traiciones y engaños / Amor-odio / BDSM / Enfermizo
Popularitas:3.3k
Nilai: 5
nombre de autor: DayMarJ

Sinopsis de Destrúyeme

Lucas Santori es un hombre marcado por el odio, moldeado por un pasado donde el dolor y la traición fueron sus únicos compañeros. Valeria Montalbán, una mujer igual de rota, encuentra en él un reflejo de su propia oscuridad. Unidos por una atracción enfermiza, su relación se convierte en un campo de batalla entre el amor y el deseo de destrucción. Juntos, navegan por un abismo de crímenes, secretos y obsesiones, donde la línea entre víctima y verdugo se desdibuja. En su mundo, amar significa destruir y ser destruido.

NovelToon tiene autorización de DayMarJ para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPITULO 20

...Valeria...

Llevo días sin verlo. Desde que me arrojó de su vida como si fuera basura, tomé una decisión: pasar la página. No voy a darle el lujo de verme quebrada, ni a él ni a nadie. Si para Santori no soy más que algo desechable, entonces aprenderé a tratarlo con la misma indiferencia.

Si alguna vez hubo un atisbo de debilidad en mí, la ahogué aquella madrugada. Cuando me dejó atrás sin dudarlo, como si no fuera más que un estorbo, algo prescindible. Como si nunca hubiera importado, como si nunca hubiera existido.

Termino de aplicar el maquillaje con precisión y ajusto los últimos pliegues de mi vestido. Es elegante, quizá demasiado para mi gusto. La tela se siente ajena sobre mi piel, como si llevara un disfraz. Me observo en el espejo y por un instante no me reconozco. La mujer que me devuelve la mirada parece pertenecer a otro mundo, uno de lujos y falsas sonrisas. Podría pasar por la hija de algún magnate pretencioso, alguien que nunca ha tenido que luchar por nada. Pero no importa. Esta noche, esa es la imagen que necesito proyectar.

Hoy presentaré mi tesis ante el decano y los directivos. Es un paso crucial, al menos para mí. Dentro de unos meses, todo mi esfuerzo habrá valido la pena. Pero hoy, más que un simple requisito académico, demostraré que no soy una estudiante más. Hoy dejaré mi huella.

Tengo olfato, pasión y un instinto que nadie más posee. Es algo visceral, algo que arde en mis venas y me guía con una certeza que otros solo pueden envidiar. Tomo los documentos y la memoria USB, me encamino al lugar con la frente en alto y el orgullo intacto. Nunca he sido menos que nadie; al contrario, siempre destaco, siempre dejo mi marca. Y hoy no será la excepción.

El auditorio está en completo silencio. El sonido de mis tacones es lo único que resuena mientras camino hasta el atril. No hay murmullos ni distracciones, solo la tensión de quienes han entendido que esto no es solo una exposición.

Me detengo, miro a la audiencia y respiro hondo.

Hago una pausa breve, dejando que mis palabras se asienten. Frente a mí, el decano me observa con interés, las manos cruzadas sobre el regazo. Junto a él, un par de profesores y directivos anotan en sus libretas con gesto impasible, aunque hay algo más en sus miradas: altas expectativas.

Pero hay una presencia que me hace detenerme un segundo más de lo debido.

Zack.

No esperaba verlo aquí, pero tampoco me sorprende. No del todo. Su sola presencia es un ancla, una prueba silenciosa de que no estoy sola en esto. Su mirada, fija en mí, es seria, calculadora, como si comprendiera que lo que estoy a punto de exponer trasciende lo académico. Es más que una simple tesis. Es la verdad que nadie se ha atrevido a ver. Y, en gran parte, se la debo a él.

Respiro hondo y comienzo.

—Sesenta y cuatro meses. Trece víctimas. Un solo asesino.

Hago una pausa breve, dejando que las palabras se asienten en la audiencia. La pantalla detrás de mí muestra la primera imagen: un cadáver masculino, sin el talón, con un número marcado en la piel.

—"El asesino de los talones" o como suelo llamarlo, "el contador". No mata al azar. Sus víctimas no son elegidas por oportunidad, sino por criterio.

Cambio la diapositiva y los rostros de los hombres aparecen en la pantalla. Distintos en edad, complexión y origen, pero con un hilo en común.

—Abusadores. Traficantes. Violadores. Corruptos. Estos hombres son la escoria de la sociedad o solían serlo.

Algunas miradas se tensan. Sé que estas palabras pesan, pero no me detengo.

—Ninguno de estos hombres era inocente. Todos tenían un pasado oscuro, uno que la justicia ignoró o dejó impune. Pero alguien decidió que la justicia debía llegar de otra forma.

Otra imagen. Otro cadáver. Otro número marcado en su piel.

—El asesino no solo se deshace de ellos. Les arrebata el talón y deja un número en su carne.

Muestro una secuencia de imágenes. Desde la víctima número uno hasta la número trece.

—Este patrón no es un simple capricho. Es una firma. Un mensaje. El talón simboliza el poder, la estabilidad, la capacidad de avanzar. Al arrebatárselo, el asesino les quita precisamente eso.

Avanzo un poco en el escenario, sintiendo cada mirada sobre mí.

—Pero lo más inquietante no es su metodología, sino su mentalidad. Este asesino no es un psicópata impulsivo ni un maniaco sin control. No actúa por rabia ni por placer. Actúa por convicción. Se cree juez y verdugo.

Y entonces lo siento.

Una presencia distinta.

Levanto la mirada y lo veo.

Santori.

De pie en la entrada del auditorio, impecable como siempre, con esa arrogancia que parece cosida a su piel. Su expresión es indescifrable, pero sus ojos… sus ojos están clavados en mí. No en la pantalla, no en la presentación. En mí.

Mi estómago se revuelve. No lo esperaba aquí. No después de lo que hizo. No después de cómo me echó de su casa como si fuera nada.

Mis manos se aferran con fuerza a los documentos, tratando de ocultar el temblor que amenaza con delatarme. Una punzada de adrenalina me recorre la espalda, helada y afilada, pero aprieto los dientes.

¿Qué hace aquí? ¿Por qué tiene que aparecer justo ahora?

No es suficiente con lo que ya ha hecho conmigo. No es suficiente con haberme echado de su casa como si fuera basura, con haberme dejado claro que no soy nada para él. ¿Ahora también tiene que estar aquí, invadiendo este espacio, este momento que es solo mío?

Aprieto los puños, sintiendo cómo la rabia y algo más peligroso—algo que me niego a nombrar—se enredan en mi pecho. Quiere seguir arruinándome la vida, seguir interviniendo como si tuviera algún maldito derecho. Como si todavía tuviera poder sobre mí.

Pero no lo tiene. No esta vez.

No voy a permitir que me desmorone. No voy a permitir que vea lo que todavía me provoca.

Levanto la barbilla, respiro hondo y lo ignoro. O al menos lo intento.

—Lo más interesante es que el asesino no deja rastro porque no necesita huir. No actúa como alguien que teme ser atrapado. Actúa como alguien que se siente intocable.

La sala permanece en silencio, cargada de una tensión latente.

Y entonces, la última diapositiva aparece.

Un fragmento de tela.

No es solo una prueba. Es una grieta en su perfección.

—Este fragmento de tela estuvo en el lugar del último asesinato.

Proyecto la imagen en la pantalla y señalo el punto exacto donde lo encontré. A simple vista, parece insignificante, una mancha sin importancia en la escena del crimen. Pero yo lo vi. Fui la única que lo vio.

—No es un elemento evidente —continúo, sintiendo el peso de cada mirada sobre mí—. Estaba en un rincón, casi imperceptible, como si hubiera sido dejado ahí por accidente. Pero nada en una escena de asesinato es accidental.

Zack se inclina hacia adelante en su asiento, su atención clavada en la imagen. Lo conozco lo suficiente para saber que ha llegado a la misma conclusión que yo.

—Cuando amplié la fotografía, noté la textura, el color… No pertenecía a la víctima ni a ningún objeto de la escena. Era algo más. Un pequeño descuido que nadie más notó.

El auditorio se sumerge en un silencio espeso. Algunos intercambian miradas, otros fruncen el ceño, y algunos simplemente contienen la respiración. Nadie esperaba esto.

Pero ahora, todos lo ven.

—El último asesinato fue visceral, más desmedido y cruel que los demás. Es como si, de alguna forma, el asesino hubiera presenciado en carne propia alguna fechoría que ejecutó su víctima.

Las palabras quedan suspendidas en el aire, pesadas, inquietantes. Puedo sentir la tensión en la sala, los murmullos contenidos, las miradas fijas en mí. Entonces, una mano se alza en el público.

Distingo a la dueña de ese gesto antes de que hable. Una de mis compañeras de clase, alguien que nunca ha ocultado su desden hacia mi trabajo. Mantengo la compostura y levanto la mano en un gesto sutil, dándole permiso para intervenir.

—Valeria, ¿no crees que estás dejando volar demasiado tu imaginación? Esto suena más a una novela de crimen que a una investigación seria.

Sé exactamente lo que busca. Quiere ridiculizarme delante de todos, hacerme quedar como una estúpida que ve patrones donde no los hay. Pero no voy a darle ese gusto.

Inhalo profundamente, manteniendo mi expresión impasible. Si cree que puede hacerme dudar, está muy equivocada.

—Si hubieras prestado atención en clase, sabrías que el análisis de patrones y perfiles criminales no es imaginación, sino metodología. Pero no te preocupes, siempre hay tiempo para aprender.

Tuerce el gesto, apretando los dientes con tanta fuerza que casi puedo escuchar cómo rechinan. Es el único indicio de que mi respuesta la ha afectado, de que no esperaba que le devolviera el golpe con tanta facilidad.

—Esto no es ficción, es una verdad incómoda. Hay precisión en cada acto, una lógica implacable detrás de cada muerte. No es un asesino común, no mata por impulso ni deja nada al azar. Cada detalle tiene un significado, cada marca es una firma. Es casi… una obra maestra. Justicia ejecutada con una frialdad quirúrgica, con una visión tan clara que resulta imposible no admirar su audacia.

—Parece que hablas de este asesino con demasiada fascinación y pasión … ¿Seguro que esto es solo una tesis y no una obsesión personal?

Por un breve instante, la pregunta me descoloca. No por lo que insinúa, sino porque, en el fondo, tiene algo de verdad. Me obligo a mantener la expresión impasible, como si sus palabras fueran irrelevantes, pero dentro de mí, una punzada incómoda se clava en mi pecho.

¿Pasión? No. Esto es algo más oscuro, más peligroso. No es solo admiración por la mente retorcida que he desentrañado en esta investigación… es la inquietante sensación de que, en algún punto, su sombra se ha filtrado en la mía.

Fuerzo una sonrisa breve, profesional.

—La pasión es lo que diferencia un buen investigador de uno mediocre. Si estudiar su patrón, entender su mente y analizar su comportamiento con precisión te parece obsesión, quizás deberías reconsiderar tu concepto de lo que significa dedicarse a esto.

Mi tono es neutral, sin fisuras. No puede ver lo que realmente ocurre dentro de mí. No puede notar cómo, en las madrugadas solitarias, me descubro pensando en él más de lo que debería. Como si, de alguna forma, este asesino y yo estuviéramos entrelazados en un juego que aún no comprendo del todo.

—Señorita Robles, permita a su compañera terminar su exposición —la voz firme del decano rompe el murmullo, zanjando cualquier intento de interrupción. Le dedico una mirada fugaz en agradecimiento antes de retomar mi presentación.

Respiro hondo y continúo, sin permitir que nada más me distraiga. Cada palabra que pronuncio reafirma lo que ya sé: esta investigación es mi mejor trabajo. Cuando finalmente termino, el silencio se rompe con un murmullo de aprobación. Algunos asienten, otros intercambian miradas, pero la sensación es clara.

Lo logré.

El orgullo me invade mientras observo a los presentes. No solo han escuchado, han entendido. Y eso, para mí, lo es todo.

Cuando mis ojos vuelven a encontrar a Santori, la ira hierve en mis venas, pero algo más, algo que me niego a nombrar, se agazapa en mi interior. Está ahí, de pie, como si nada de lo que acabo de exponer le importara. Como si el caos que acabo de desatar en esta sala no fuera más que un murmullo irrelevante para él.

No aparta la mirada, y yo tampoco. Me niego a hacerlo. No voy a darle la satisfacción de verme dudar. Estoy herida, sí. Estoy enojada. Pero sobre todo, estoy decidida.

Alzo el mentón con desafío. Que vea que no me intimida. Que vea que no importa lo que haya pasado entre nosotros, yo sigo en control.

O al menos, eso quiero que crea.

Porque la verdad es que su sola presencia me altera más de lo que debería. Y lo odio por eso. Lo odio porque, incluso ahora, con la sangre aún ardiéndome en las mejillas por la pregunta que me hicieron, con la adrenalina palpitando por mi exposición, él sigue teniendo ese efecto en mí.

Y no soporto la idea de que lo sepa.

1
Lisseth 👩🏽
Excelente
Lisseth 👩🏽
Excelente gracias
Mar
quiero maratón maratón maratón maratón maratón maratón maratón maratón de este par de locos yo los amo jajaja /Sob//Sob//Sob//Sob//Sob//Sob//Sob/
Nancy RoMo
me gusta este par de justicieros 😆, con todo y sus retorcidas mentes 🤭
Lisseth 👩🏽
Excelente
Lisseth 👩🏽
Dios que locura de verdad ese par deberían estar en el manicomio jajajaajaja
Lisseth 👩🏽
Excelente
Mar
locos es lo que son jajaja quiero maratón maratón maratón maratón maratón maratón maratón maratón maratón maratón maratón maratón
Lisseth 👩🏽
Excelente gracias 🤩
Lisseth 👩🏽
Ese par son desquiciados tienen una mente muy retorcida que me encanta 🥰 como cada capítulo me gusta 👍 más que los anteriores 😍😍😍
Nancy RoMo
cada capitulo me atrapa mas 🤩, me encantan los personajes 😁
Nancy RoMo
te confias santory, valeria es de cuidado 😅
Lisseth 👩🏽
Excelente
Lisseth 👩🏽
Excelente gracias 🙏
Lisseth 👩🏽
Exacto es tu contador Santori
Lisseth 👩🏽
😳😱😱ósea que vale batea para los dos lados wow 😮 jajaja cuando se entere Lucas de eso 😅😅😅😅😅😅 será un golpe bajo para el oh lo enciende más
Nancy RoMo
ambos se aman a su retorcida manera pero se aman 😅
Lisseth 👩🏽
No pues otra loca para un loco 😜
Lisseth 👩🏽
Excelente gracias 🙏
Lisseth 👩🏽
Valeria será imposible que Lucas te deje ese hombre ya te reclamo como suya ahora arderá Troya y pobre Zack porque lo va a eliminar de la faz de la tierra 🌎
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play