Zach y Dylan llevan una relación bonita y perfecta. En años de Relación, nunca se les ha visto discutiendo y mucho menos separados.
Pero cuando Zach queda embarazado, muchas cosas comienzan a pasar y cambiar todo.
El amor que se tienen, podrá ser fuerte, tanto que lograrán superar todos los obstáculos que la vida les tiene preparados.
NovelToon tiene autorización de D J Becker para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
23
Jamás. compartí aquella filosofía pese al enorme repertorio de sucesos desafortunados en mí pasado, a decir verdad ha pasado mucho tiempo desde la última vez que experimenté tristeza, desánimo y/o preocupación. Tanto que prácticamente olvidé cómo eran dichas sensaciones, he permanecido tan inmerso en mi propia nebulosa de felicidad que olvidé la crueldad con la que el destino solía tratarme: dándome algo precioso para luego arrebatarmelo. Toda mi vida era fue así: un círculo vicioso en el que recibía y perdía.
— ¿Dy? — Hector frunció el ceño aún más.
— ¿Por qué será que cuando mi felicidad está en su punto álgido, algo malo ocurre para estropearla? — pregunté a la nada sintiendo como mi voz se rompía.
— Tranquilo, todo está bien. Estoy con ustedes. — caminó hasta donde me encontraba, tocó mi hombro a modo de conforte.
Asentí tratando de contener las enormes ganas de llorar.
— Vamos — Hector sonrió amable invitándome a ir nuevamente con él.
— ¿A— a dónde?
— Desde que reaccionó Zach no ha dejado de llamarte, será mejor que subas a verlo y le tranquilices. Está aterrado si te ve tal vez...
— No quiero — atajé de repente. Hector me miró confundido.
— ¿Qué dices?
— No quiero verlo — respondí tajante a la vez que desviaba la mirada.
— Oh vamos Dylan ¿Qué estupideces dices? — bufó con incredulidad.
— Todo esto es su culpa — caminé hacia el centro del consultorio frustrado, con ganas de romper algo, o bien gritar.
— ¿De qué...?
— ¡Le pedí que se cuidara, maldita sea! — jalé mi cabello con fuerza.
— No estás hablando enserio.
— Nada de esto estaría pasando si me hubiera hecho caso — proseguí— Se lo pedí una y mil veces, nunca cedió: Insistió en continuar sus estudios aún cuando estaba descuidando al bebé. ¡Velo ahora! ¡Ha puesto en riesgo a mi hijo!
— Dy, sabes que no es así.
— ¡Claro que lo es! — brame.
— Escucha — suspiró— Zach es un chico, fisiológicamente no tiene la misma capacidad que una mujer. Sí, como dices actuó de forma descuidada pero eso no tiene nada que ver con su padecimiento. Además creí haber dicho que el del problema no era el bebé.
No respondí.
— Vamos — me tomó del brazo, su mirada a forma de concilio— Sé que esto no es fácil pero enfadarse con Zach no ayudará en nada. Por el contrario. En este momento él te necesita, así que como su pareja y padre de ese niño has a un lado las culpas y afronten sea cual sea el resultado de esos exámenes ¿vale?
Asentí con un horrible nudo en la garganta. Tenía miedo, deseaba que todo fuera una horrible pesadilla de la que anhelaba fervientemente despertar. Mi amigo tiró suavemente de mí hasta que consiguió moverme de mi sitio, una vez más como en la vez anterior me condujo por un pasillo ahora más extenso hasta llegar al elevador principal, el cual nos conduce hasta el quinto piso.
No dije nada más durante el trayecto, pero mi mandíbula estaba tensa debido al enojo irracional que tenía en esos momentos. Era una horrible sensación la que surgía en mi estomago conforme nos acercábamos a la habitación dónde se supone, estaba Zach esperándome. Moría por verlo, abrazarlo, besarlo, reconfortarlo. Pero otra parte de mí estaba demasiado resentida con los hechos actuales, que desconocía mi reacción en cuanto le tuviese enfrente.
— Aquí es — me indicó Hector, invitándome a girar la manija de la habitación. Le miré inseguro.
— Yo... — mi voz sonó ronca, débil.
— Dy, bajo ningún motivo se te ocurra mencionar lo que hablamos a Zach — advirtió— Está delicado y cualquier emoción fuerte puede hacerle daño a él y el bebé ¿entendido?
— Entendido. — asentí.
— Os dejaré solos — indicó— Estaré abajo con Kai y... — omitió el nombre de Mark— Iré a deciros que no se preocupen. ¿Te parece?
— OK.
— Piensa lo que hablamos, no seas duro con Zach y lo más importante: No nos adelantemos.
No respondí, en realidad me perdí momentáneamente en mis pensamientos que no me percaté de las últimas palabras de mi amigo al darme la espalada y dejarme solo. Tuve que respirar varias veces para contener mi ansiedad, no sabía si estaba listo para lo que me esperaba detrás de aquella puerta.
Cuando me armé de valor giré la perilla, abriendo la puerta con decisión. Mis ojos de inmediato buscaron a mi pequeño novio, lo encontré. Pero la imagen de Zach postrado en aquella espantosa cama fue demasiado para mí, sentí como el corazón se me partía en mil pedazos al verle en ese estado.
Él al igual que yo odiaba los hospitales, las agujas, todo lo derivado a ello y ahora estaba allí: yaciendo inconsciente sobre una incomoda camilla con apenas una delgada sabana cubriendo su pequeño cuerpo. Cables, muchos cables le rodeaban. Sus bellas facciones estaban crispadas en una clara mueca de incomodidad. Respiraba con cierta dificultad mientras gemía ligeramente, retorciéndose entre las sabanas y la incomoda cama. Sin dudarlo me acerqué, sujeté una de sus manos, mientras con la otra apartaba el cabello que estaba cubriéndole parte de su frente.
Estaba caliente, sudoroso en parte. Parecía dormido, o inconsciente no lo sabía así que permanecí inmóvil por varios segundos, quizá minutos, tratando de aclarar mi mente observando cada gesto o facción de su rostro.
— Zach— le llamé suavemente. Mi pequeño novio se removió torciendo el gesto incómodo. Poco a poco empezaba a reaccionar, mi corazón se aceleró ante la idea. No sabía que decir o cómo actuar en cuanto abriese los ojos. Estaba aterrado, enojado.
Zach gimió con fuerza, arqueándose en reiteradas ocasiones hasta que finalmente despertó. Sus ojos parpadearon varias veces antes de adaptarse a la luz de aquella habitación, enfocando hacia el techo cuando por fin pudo mantenerlos abiertos.
— Zach ¿Me escuchas — reiteré, parecía aturdido, confundido. Su mirada se desvió de un lado a otro, tratando de reconocer el lugar. O bien de asimilar el presente. — ¿estás bien? ¿cómo te sientes? ¿te duele algo?
— ¿W— Dylan? — susurró débil, desorientado— ¿Qué...? ¿D— donde...? — Intentó reincorporarse, pero al hacerlo una mueca de dolor deformó su rostro. Intentó hacerlo de nuevo pero le detuve de inmediato volviendo a recostarle.
— Acuéstate — pedí, mi voz sonando increíblemente fría e indiferente. Me sorprendí.
— Dy... — sollozó— Nuestro bebito — se aferró del cuello de mi camisa— Nuestro bebito, Dy...
— Él bebé está bien — respondí en el mismo tono— Creo que Hector te lo dejó en claro.
— Pero...
— He dicho que está bien — le miré severo— Pese a tu irresponsabilidad nuestro hijo se encuentra perfecto.
— ¿Dy? — me miró dolido.
— ¿Ya estarás contento? — cuestioné. Mi novio pareció entender mis palabras.
— Lo siento — cerró los ojos con fuerza— Lo siento, lo siento, lo siento. Es mi culpa — sollozó con más fuerza— Si yo...
— Exacto — atajé brusco— Es tu culpa, si hubieras atendido mis indicaciones nada de esto habría sucedido.
— Lo siento, lo siento tanto — cerró los ojos dejando escapar gruesas lágrimas.
— No, no llores. Tus lágrimas no sirven de nada en estos momentos. El daño ya te lo has hecho y se lo has hecho a mi hijo.
Intenté parar, frenar todo el veneno que de mi boca salía pero fui incapaz de hacerlo. Una vez que los primeros reproches salieron de mis labios supe que no iba parar hasta desquitar toda esa angustia y miedo que tenía atascados en el pecho.
— ¿Dy? — Zach me miró con el semblante herido, como si no creyera mis palabras.
— Sólo diré una cosa Zach y quiero que la escuches — mi novio empezó a temblar a causa del llanto, aunque intentó calmarse mordiendo su labio inferior fracasó— Si algo malo le pasa al bebé por tu estúpida negligencia nunca, ¿me entiendes? NUNCA voy a perdonártelo.
No esperé respuesta de su parte, a decir verdad ni siquiera deseaba oírla. En su lugar me safé de su agarre y salí tan rápido como pude de aquella horrible habitación que con cada segundo se tornaba más asfixiante. Quería correr, si... tal vez incluso gritar, algo lo que sea. Todo con tal de ahuyentar esa espantosa angustia y pánico.
[Dylan]
La zozobra emerge silenciosa conforme las horas pasan sin rastros positivos de mejora. Hector ha monitoreado prolijamente la tensión arterial de Zach intentando nivelar a parámetros normales sin éxito alguno, ésta continúa por encima de los indicadores promedio para una persona embarazada. Como ginecólogo, Hector está indignado. Según él, nuestra negligencia desencadenó este fatídico suceso, ya que de haber atendido los síntomas en su momento nada de esto habría ocurrido. Y lo admito, asumo el porcentaje de culpa que me corresponde pero infiernos, he perdido noción de las muchas veces que pedí a Zach acudir con un médico. Me ignoró, hizo caso omiso a todo comentario o pedido en relación al tema de su salud y la del bebé.
Muchas gracias autor@, tu historia está genial 🫂