"He regresado de las profundidades del infierno, un viaje oscuro y tortuoso, para reclamar lo que me pertenece. Soy Lucía Casanova, la única heredera de una dinastía marcada por la traición y el secreto. Mis enemigos pensaron que podían arrebatarme mi legado, pero no conocen la furia que despierta en mí la injusticia. Ahora, con cada paso que doy, el eco de mi venganza resuena más fuerte. ¡El tiempo de la redención ha llegado!"
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Capitulo XXIV No hay vuelta atrás
Punto de vista de Dimitri
Llegamos a la empresa ficticia de mi padre, yo aún estaba renuente a hablar con él, pero por mi Lucia debía hacerlo, al entrar todos los empleados de aquel lugar me recibieron con respeto, era como si estuvieran frente a su jefe, no voy a negar que me sentí poderoso, me sentí importante, pero ese era el mismo sentimiento con el que había estado peleando por años, no podía dejar que esté mundo me deslumbrara. Subimos al último piso donde quedaba la oficina del gran Camilo Ivanov, al llegar pude ver la frialdad que emanaba de cada rincón de la oficina, entonces recordé a Lucia, ella siempre me decía que mi oficina era demasiado fría y que no entendía como yo podía sentirme bien trabajado en un ambiente así, ahora veo de dónde vienen mis gustos.
“Hijo bienvenido”, saludo mi padre sacándome de mis pensamientos.
“Sabes que no es una visita de cortesía, solo vine para saber qué pasa con el caso de Lombardi”, dije sin miramientos.
“Siempre tan directo, está bien será como tú quieras”, dijo mi padre con seriedad.
“Sabes muy bien que no es de mi agrado estar en este lugar, solo vine porque quiero saber lo que sabes sobre los Lombardi, también sabes lo importante que es este caso para mí”.
“Lo sé y por eso te mandé a llamar, ya que tienes que saber que Alfredo Santos ha venido a mí por ayuda, él quiere acabar con los Lombardi y creo que en el proceso también quiere acabar contigo y tu mujer”, las palabras de mi padre no eran sorpresa para mí, sabía lo desquiciado que estaba Alfredo y que sería capaz de lo que fuera con tal de salir libre de todo este proceso.
Sergey estaba con nosotros, él era la mano derecha de mi padre y, por lo tanto, sabía todo de él, mientras discutíamos lo que Alfredo le había dicho a mi padre, Sergey recibió una llamada, él pidió disculpas y se retiró de la oficina, mi padre y yo continuamos hablando de nuestro siguiente paso.
“¿Qué piensas hacer al respecto?”, preguntó mi padre, su mirada era intensa, como si pudiera leer mis pensamientos.
“Debo reunir pruebas que lo vinculen con los Lombardi. No puedo dejar que use su influencia para desestabilizarme o hacer daño a Lucia”, respondí con firmeza. La idea de que Alfredo pudiera amenazar a Lucia me llenaba de una rabia que apenas podía contener.
“Eso es peligroso, Dimitri. Estás jugando con fuego”, advirtió mi padre, cruzando los brazos sobre su pecho. “Alfredo no es alguien a quien subestimar”.
Lo sabía, pero la determinación de proteger a Lucia me empujaba hacia adelante. “No tengo otra opción. Si no actúo ahora, podría perderlo todo”.
Mi padre suspiró, pareciendo sopesar mis palabras. “Entonces, ¿cómo planeas proceder? Necesitas un plan sólido y aliados en quienes confiar”.
“Voy a hablar con algunos contactos en el sector. Tal vez pueda obtener información sobre sus movimientos recientes”, dije mientras empezaba a trazar un mapa mental de lo que debía hacer.
“Buena idea. Pero ten cuidado, Dimitri. No todos son leales y la traición puede venir de los lugares más inesperados”, me advirtió.
De repente, Sergey regresó a la oficina con una expresión grave en su rostro. “Disculpen la interrupción, pero acabo de recibir noticias alarmantes sobre Alfredo”, dijo mientras cerraba la puerta tras de sí.
“¿Qué ha pasado?”, pregunté, sintiendo que el aire se volvía más denso.
“Parece que está planeando una reunión secreta con algunos de nuestros competidores más cercanos. Quiere formar una alianza y usarla como un arma contra los Lombardi y no dudó que contra nosotros también”, respondió Sergey.
“Esto se está complicando más de lo que esperaba”, murmuré, sintiendo que las piezas del rompecabezas empezaban a encajar de manera peligrosa.
“Debemos actuar rápido y en silencio. Si Alfredo logra consolidar esa alianza, nuestras posibilidades disminuyen considerablemente”, dijo mi padre con una seriedad que no dejaba lugar a dudas.
“Así será”, asentí, determinado a proteger lo que era mío y a no dejar que el pasado me arrastrara nuevamente a un juego del que quería escapar.
La conversación tomó un giro inesperado cuando Sergey sugirió: “Podríamos infiltrarnos en esa reunión. Si logramos obtener información desde adentro, podríamos dar un golpe devastador”.
La idea me pareció arriesgada pero también tentadora; era justo el tipo de movimiento audaz que necesitábamos para tomar la delantera en esta batalla. “De acuerdo, hagámoslo”, respondí con resolución.
Mientras discutíamos los detalles, mi mente seguía volviendo a Lucia y cómo todo esto podría afectarla. Sabía que tenía que ser fuerte no solo por mí mismo sino por ella también.
Sergey volvió a recibir otra llamada, está vez su ceño se frunció con incredulidad, pidió disculpas para volver a salir, ya que según él había alguien buscándolo, yo me preparaba para salir de la empresa de mi padre, no quería seguir un segundo más ahí, me despedí y fui directamente a la puerta, pero mi padre me detuvo después de contestar una llamada.
“Dimitri, detente, al parecer hay un problema que te involucra”, dijo Camilo con el ceño fruncido.
“¿De qué estás hablando?, no te entiendo”, respondí preocupado.
“Vamos al cuarto de interrogación”, no estaba entendiendo nada; sin embargo, decidí seguirlo, llegamos a un lugar espantoso, por la apariencia sabía que aquí no pasaba nada bueno, al entrar en una habitación me quedé paralizado al ver que Lucia estaba en ese lugar, ahora menos entendía las cosas, ¿qué estaba haciendo ella ahí?, me pregunte, camine con pasos firmes hasta donde estaba ella, pero su mirada era fría y distante, no estaba viéndome como siempre lo hacía, ahora me estaba viendo como si yo fuera su enemigo.
“¿Qué estás haciendo aquí?”, le pregunté con preocupación.
“Creo que soy yo la que necesita respuestas, porque no estoy entendiendo nada de esto”, dijo con determinación y frialdad.
Sabía que había llegado la hora de enfrentarme a mis más grandes temores, no había vuelta atrás y Lucia se enteraría de mi oscuro pasado.