Más Allá De Lo Inevitable

Varios papeles estaban siendo movidos de un lado a otro con cierta prisa por Richard, quien mostraba en su rostro una expresión de leve inquietud.

—¿Tanto echas de menos a Oliver?, preguntó Victoria con tono burlón, arqueando una ceja.

Richard sonrió tímidamente, reconociendo que en cierto modo podría ser cierto, pero negó con la cabeza antes de responder. —No es eso esta vez. Lo que me inquieta es que el líder del gremio y Ethan hayan aceptado la derrota tan rápido. Es muy raro, considerando lo orgullosos que son, dijo Richard, mientras continuaba revisando los papeles con manos temblorosas.

—Quizás tenga que ver con la carta que les entregó Ginna. El palacio real puede intimidar incluso a los más valientes, comentó Victoría, acomodándose en una silla al lado de Richard, con gesto pensativo.

Richard asintió, pero su expresión seguía reflejando preocupación. —Puede ser, pero desde ayer no dejo de sentir que algo no encaja en todo esto.

—¿Pasa algo?, preguntó suavemente una voz desde el marco de la puerta.

Richard y Victoria giraron la cabeza hacia el origen de la voz, encontrando a Luna, que los miraba con curiosidad y cierta preocupación reflejada en sus ojos.

—Richard le dedicó una sonrisa cálida y tranquilizadora, acercándose a ella para explicarle—. Sé que Oliver te dejó bajo nuestro cuidado, pero necesitamos salir por un momento. Prometemos volver antes de mañana. ¿Te parece bien?

Luna asintió, confiando en las palabras de Richard, y antes de retirarse del cuarto, aceptó el pequeño dulce que él le ofreció como muestra de su aprecio.

—Por cierto, ¿Que buscas en los papeles?, pregunto Victoria observado el desorden del cuarto.

—No te preocupes, no es nada importante, deberíamos investigar un poco más de cerca, En las instrucciones de la misión no decía que no se especificaba que no podían ir terceros a observar, así que podemos ir a checar.

Si todo está normal, podemos volver; pero si llega a ocurrir algo extraño, debemos estar allí para ayudar a Oliver. —avísale a Evelyn para que venga con nosotros.

Victoria asintió, saliendo rápidamente a buscar a Evelyn.

Todos se organizaron rápido, Victoria ajustó su arco y se aseguró de llevar un cristal mágico en caso de quedarse sin maná. Evelyn, por otro lado, se puso su armadura con un aire de confianza robusta, cargando su enorme hacha sobre la espalda.

Richard también se preparó, empuñando su espada con firmeza y una decisión clara en sus ojos. Sabía que el camino hacia donde se encontraban Oliver, Ginna y los demás aventureros duraría 12 horas, así que no podrían perder ni un minuto si querían ser de ayuda. Oliver y su equipo ya llevaban casi 3 días en la misión, lo que intensificaba la urgencia de su partida. Sin más demora, salieron apresurados.

De vuelta en la pelea, la escena era caótica. Los chicos intentaban esquivar desesperadamente los ataques del golem, que balanceaba su hacha con furia devastadora.

Ginna y Lyam, con rostros tensos y concentrados, asumieron el rol de estrategas, mientras Henry y Oliver se centraban en la defensa, resistiendo los embates como un muro inquebrantable.

Ginna miraba con deteniendo tratando de detectar una abertura en el enemigo que pudiera ofrecerles alguna ventaja; sin embargo, el golem parecía impenetrable por el momento, sus ataques incesantes no daban lugar a respiro.

—¿Cómo puede verse tan pesado y moverse tan rápido a la vez?, exclamó Oliver, jadeante y cubierto de sudor, mientras repelía algunos ataques con dificultad.

Mientras tanto, Richard, Evelyn y Victoria se desplazaban a toda velocidad en un carruaje alquilado, sus mentes llenas de preocupación y el deseo urgente de llegar a tiempo para verificar que todo esté bien.