Matrimonio Por Conveniencia

Emma se paseaba por la habitación, incapaz de contener el torbellino de pensamientos que la consumían. Cada paso resonaba en el silencio de la noche, sus dedos temblorosos al acariciar el anillo que Nicholas le había dado el día de su unión, un símbolo de un contrato, una simple transacción.

Pero ahora… ¿era realmente solo eso?

Las últimas semanas con Nicholas habían sido intensas, mucho más de lo que jamás habría anticipado. Él había pasado de ser un hombre reservado, frío, a alguien que la hacía sentir deseada, casi… querida. Las noches juntos, la manera en que la tocaba, en que susurraba su nombre como si fuera una oración en sus labios. Cada caricia, cada beso, no se sentía como una simple obligación. Había algo más, algo que la estaba empujando a desear más de lo que había firmado en ese contrato.

Se detuvo frente al gran ventanal que daba al jardín, su mirada perdida en la oscuridad. ¿Qué era lo que realmente quería? ¿Podía haber algo más allá del acuerdo que los mantenía unidos?

El sonido suave de unos pasos detrás de ella la sacó de sus pensamientos. Nicholas estaba allí, observándola con esa intensidad en sus ojos que siempre la hacía temblar. No había dicho nada, pero la tensión entre ellos era palpable, como si ambos estuvieran caminando al borde de algo desconocido.

"¿Estás bien?" preguntó él finalmente, su voz baja, rasposa.

Emma lo miró de reojo, sus emociones a flor de piel. "Me pregunto… si esto, lo que tenemos, es solo lo que acordamos."

Nicholas frunció el ceño, acercándose lentamente a ella. "¿Qué quieres decir?"

"Todo esto," dijo, levantando la mano para señalar la habitación, pero refiriéndose a mucho más. "Lo nuestro, Nicholas. ¿Es solo un contrato? ¿O hay algo más?"

Él se detuvo, claramente sorprendido por la pregunta, pero no la evitó. "Tú sabes por qué comenzamos esto," respondió, su voz más suave de lo habitual. "Pero lo que ha pasado entre nosotros… no estaba en los términos."

Emma sintió cómo su corazón aceleraba, el peso de sus palabras cayendo entre ellos. "Entonces, ¿qué somos realmente? ¿Dos personas atadas por un acuerdo, o hay algo más que ni tú ni yo nos atrevemos a admitir?"

Nicholas la observó en silencio, sus ojos recorriéndola como si estuviera decidiendo si abrirse o no. Y por un momento, Emma vio algo en él, una vulnerabilidad oculta bajo las capas de control. Se acercó aún más, hasta que sus cuerpos casi se rozaban, su mano extendiéndose para acariciar el rostro de ella.

"Lo que siento por ti," susurró, sus dedos trazando la línea de su mandíbula, "es algo que no planeé, algo que no puedo definir con las reglas que conocía antes. Pero sé que no quiero perderte, Emma. No solo por el contrato."

Su confesión la dejó sin aliento, su corazón martilleando en su pecho. Emma cerró los ojos un momento, dejando que sus palabras se hundieran. ¿Era esto lo que quería? ¿Podría realmente dejar atrás la idea de un simple acuerdo y permitir que algo más, algo más profundo y real, creciera entre ellos?

Al abrir los ojos, Nicholas estaba allí, más cerca que nunca, su mirada fija en la de ella, como si estuviera esperando su respuesta. Emma sabía que la decisión no solo cambiaría el curso de su relación, sino también de su vida. Y aunque el miedo todavía estaba allí, el deseo de algo más, de algo verdadero, era aún más fuerte.

"No quiero ser solo una parte de tu contrato, Nicholas," murmuró, acercándose aún más, sus labios rozando los de él. "Quiero ser algo más."

Nicholas la envolvió en sus brazos, su respiración acelerada. "Entonces, deja que lo sea, Emma. Lo que estamos construyendo puede ser más, mucho más, si tú también lo quieres."

Y en ese momento, bajo la suave luz de la luna, supieron que estaban a punto de cruzar una línea que no tenía vuelta atrás.

Emma sintió el calor de su cuerpo al acercarse aún más a Nicholas, la fuerza de su abrazo la envolvía como una promesa silenciosa. Sabía que lo que estaba ocurriendo entre ellos iba más allá de lo que habían acordado al principio. Las barreras que ambos habían construido comenzaban a desmoronarse, y aunque parte de ella aún estaba aterrada por lo que eso podría significar, otra parte no podía resistirse a la atracción imparable que la arrastraba hacia él.

"¿Y qué sucede si esto falla?" susurró Emma, su frente apoyada en el pecho de Nicholas, escuchando el ritmo acelerado de su corazón. "Si lo que intentamos no es suficiente para mantenernos juntos."

Nicholas deslizó una mano por su espalda, su toque suave pero firme, como si estuviera asegurándose de que ella sintiera que él estaba allí, dispuesto a luchar por lo que estaban empezando a construir. "Entonces lo intentaremos de nuevo," respondió, su voz ronca pero cargada de determinación. "Una y otra vez, hasta que lo hagamos bien."

Emma levantó la cabeza, encontrando sus ojos. Podía ver la sinceridad en ellos, esa intensidad que siempre la había cautivado, pero que ahora traía consigo algo más: vulnerabilidad, deseo y una promesa no escrita de que, aunque todo comenzara como un contrato, lo que estaban creando era real.

"¿Estás dispuesto a correr ese riesgo?" preguntó, sabiendo que la respuesta podría cambiarlo todo.

"Por ti, sí," dijo sin dudarlo. "Estoy dispuesto a arriesgarlo todo, Emma."

El peso de sus palabras la golpeó con fuerza, pero en lugar de asustarla, la llenó de una inesperada tranquilidad. Nicholas, el hombre que siempre había mantenido todo bajo control, estaba dispuesto a romper sus propias reglas por ella. No había nada más que decir, porque en ese momento, Emma entendió que lo que tenían era mucho más que un contrato.

Con un suspiro entrecortado, levantó la mano para acariciar su mejilla, su piel cálida bajo sus dedos. "Entonces, también estoy dispuesta a arriesgarme contigo," murmuró antes de cerrar el espacio entre ellos, sus labios encontrándose en un beso que sellaba mucho más que una promesa bajo la luna.