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Hilos Del Destino

Hilos Del Destino

Status: En proceso
Genre:Magia / Superpoder
Popularitas:1.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Víctor Solórzano

Siempre nos hablan del tiempo como algo lineal, primero el pasado, luego el presente y por último el futuro y también nos hablan de que el único tiempo real es el presente, porque el pasado ya pasó y el futuro no está hasta que llega, pero ¿Qué tal si no fuera así? ¿Qué pensarías si te digo que el tiempo, paradójicamente, es y no es línea a la vez? ¿Y que vivimos varios momentos al mismo tiempo y esto no se limita para nada al presente?

Te invito a descubrir poco a poco la complejidad de esta historia y a sumergirte en un océano de emoción a medida que leas su trama.

NovelToon tiene autorización de Víctor Solórzano para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo VI, Eduardo

    Hace varios días que había regresado a Black Dragon junto con Alicia. Ambos

estábamos trabajando otra vez. Yo administrando la base de datos de nómina del

departamento de recursos humanos de la empresa Arte Inc., donde trabajo hace

siete años, desde que me gradué de la universidad como ingeniero en informática.

Y Alicia como agente de ventas telefónicas de servicios de telecomunicaciones

en una empresa llamada Voz LLC.

     Habíamos vuelto a la rutina, que

no dejaba demasiado espacio para el entretenimiento. Una vida tranquila y,

hasta cierto punto, aburrida, pero era la vida que deseaba tener por el mayor

tiempo posible, puesto que el desastre y la guerra se acercaban y con ello toda

esperanza de paz desaparecería.

     Todo el departamento de recursos

humanos quedaba en el piso diez. Un piso relativamente alto y quizá por eso

rara vez veía alguna ave pasar volando junto a la ventana de mi escritorio,

pero aquel día pasó un halcón a toda velocidad. Era la primera vez en todos

esos bucles que pasaba volando un halcón mientras yo trabajaba ahí.

     «Eso probablemente signifique

que otras variaciones importantes también se presentarán.»

     Mis compañeros sostenían charlas

con regularidad en casi todo el tiempo del trabajo, yo en cambio sólo les

hablaba durante la hora de almuerzo y cuando finalmente llegaba el momento de

marcharnos y sólo salía con ellos a divertirnos juntos los días viernes y eso

no ocurría todas las semanas. El horario laboral era de ocho de la mañana hasta

las cinco de la tarde, el almuerzo era de doce a una, de lunes a viernes, y

nuestro departamento solía trabajar horas extra, entre una a tres horas extra

casi todos los días hábiles y a veces eran cuatro horas extra. Pero era un

trabajo con buen salario base, buena paga para las horas extra, y buenos

beneficios adicionales, como el seguro dental. Además, debo decir, es un

trabajo que me gusta y en cierta forma soy adicto a trabajar.

     Las horas pasaron rápidamente,

como hojas llevadas por un fuerte viento y entonces llegó el momento de

almorzar.

     —Bien, señores, hora de comer

—comenté en voz alta para que todos me escucharan —¡Necesitamos recargar

nuestras reservas de energía para soportar el resto de la jornada!

     —¡Hasta que al fin hablas,

Eduardo! —respondió Luis.

     —¡Déjalo Luis, ya hace mucho que

todos sabemos que Eduardo sólo habla en la hora de almuerzo o cuando ya

salimos, ni siquiera comenta algo cuando estamos en horas extra, le gusta estar

concentrando en esa enorme base de datos! —exclamó Henry.

     No es que no considere

importante socializar, pero odiaría cometer un error en el trabajo por andar

entretenido charlando con mis compañeros.

     Ese día almorcé pollo a la

broster, junto con pasta larga y para beber tuve jugo natural de naranja, sin

azúcar, además de una buena dosis de café negro sin azúcar.

     Terminó el almuerzo. Sentí que

esa hora pasó mucho más lento que las anteriores. Probablemente el fluyo del

tiempo en verdad se había ralentizado un poco. Esto no era inusual para mí; en

los diferentes ciclos del bucle había experimentado el como el tiempo, ya por

estas fechas, no se comportaba exactamente como uno esperaba y que no era sólo

una impresión emocional. Incluso el hecho de que en esta parte de la ciudad se

hubiera ralentizado, no implicaba que fuera así en otro lugar cercano, como el

centro comercial Atlantis, que queda a un poco menos de un kilómetro de esta

empresa, literalmente allá puede sea media hora más tarde que aquí, a pesar de

estar dentro del mismo uso horario único de este reino y posteriormente el

tiempo/espacio se contraería igualando ambas horas y no todos serían capaces de

percibirlo realmente, sólo algunas personas podríamos.

     El tiempo volvió a pasar rápido

en cuanto terminó la hora de almuerzo y ese día no tuvimos horas extra.

     —¡Nos vemos, amigos! —dije con

mucha alegría.

     —¿No quieres acompañarnos a

beber un poco de vino o whisky? —preguntó Luis.

     —No, hoy estoy ansioso por estar

en casa, descansar y quisa jugar con mi play cinco.

     —¡De acuerdo, tú te lo pierdes!

     Pero cuando salí del edificio,

me encontré con una sorpresa, un hombre había salido de la ventana del piso

nueve, evidentemente estaba a punto de saltar.

     «Ese es el señor José Castle,

del departamento de publicidad. Esto no debería estar pasando todavía; en todas

las repeticiones anteriores del bucle él se suicida el siete de diciembre y hoy

apenas es seis de septiembre.»

     —¡Voy a saltar! —gritó el señor Castle.

     —¡Pues tirate de una vez!

—gritaron muchas de las demás personas que estaban a mi alrededor, observando

el futuro suicidio, probablemente más de cien de ellas. Estoy seguro que al

menos la mayoría de ellos no estaban conscientes del peso de la acción de

responderle eso a una persona que, evidentemente, estaba dudando sobre

suicidarse o no, seguramente no lo decían en serio, pero entonces llegaron las

consecuencias apenas unos segundos después: el señor José Castle se soltó de la

ventana de donde se estaba agarrando, dio un paso hacia adelante y se dejó

caer, segundos después estaba en el suelo, en una posición anormal producto de

sus huesos rotos y el suelo se tenía de rojo. Me acerqué, pude notar que seguía

con vida.

      —¡Llamen a emergencias, el

señor Castle necesita un médico! —grité. Lo hice a pesar de que, por

experiencia previa en el bucle, sabía muy bien que no había forma de salvarlo,

que cuando mucho sobreviviría hasta el día siguiente, muriendo en el hospital o

clínica a donde lo llevaran.

     El que ese terrible evento se adelantara,

resultó ser un trago sumamente amargo para mí, a pesar de que a estas alturas

debería haberte vuelto insensible ante la tragedia. Se trata de una película

que repito una y otra vez, sólo que yo estoy dentro de la película, viviéndola.

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EIOC 23
Venezolanos, desde el primer capítulo lo supe... /Smile/
bombastickbook
buena historia bro
Anthea
Tu historia parece ser emocionante. ¡Por favor, un nuevo capítulo! 🙏
Victor Solorzano: Subí el nuevo capítulo hace unas horas.
total 1 replies
Vòng một lép nhưng tôm tép có đầy
Me interesó la trama, no puedo esperar a ver qué pasa después.
Victor Solorzano: Hasta ahora he publicado cuatro capítulos.
total 1 replies
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