Junsu, un sigma que oculta su verdadera naturaleza, con el peso de los prejuicios en su vida, sobreviendo en un mundo que lo rechaza. Junsu se ve envuelto en un falso acuerdo amoroso con Hyunmin, su jefe, un alfa. Lo que comienza como una farsa para salvar las apariencias y un futuro impuesto, pronto se transforma en una conexión genuina que ninguno de los dos esperaba.
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Verdades a medias
La mañana siguiente llegó como un golpe sordo. Mi cuerpo se sentía pesado, como si todo el cansancio del mundo se hubiera asentado sobre mí, y el dolor de cabeza era un eco constante que no me dejaba pensar con claridad. Me quedé acostado en la cama por unos minutos, demasiado consciente de todos los errores de la noche anterior. La mezcla de alcohol, ansiolíticos, y el vacío en mi estómago habían sido una combinación letal, y ahora estaba pagando el precio.
Me obligué a levantarme, tambaleándose un poco mientras intentaba caminar hacia la cocina. Necesitaba agua, cualquier cosa que me ayudara a sentirme un poco más humano, sin embargo, al pasar por la sala, me congelé en seco. Allí, sentado en el sofá, estaba Hyunmin. Bebía tranquilamente una taza de café, como si estuviera en su propia casa, como si nada raro hubiera ocurrido, pero lo que me hizo detenerme no fue él, sino lo que estaba sobre la mesa de centro frente a él.
Mis medicamentos, todos ellos, expuestos.
Mis inhibidores, mis pastillas para el desequilibrio hormonal, los ansiolíticos, antidepresivos, antipsicóticos, estaban todos ahí, como una confesión silenciosa de mi visa que había intentado ocultar con tanto esmero. Sentí que el mundo se me venía abajo, como si el suelo desapareciera bajo mis pies. Mi respiración se aceleró y el nudo en mi estómago se hizo aún más grande. Hyunmin ya lo sabía, sabía más de lo que debía.
Hyunmin levantó la mirada cuando me acerqué, su expresión neutral, impenetrable. No había rastro de emoción en su rostro, y eso lo hacía aún peor.
-¿Eres un omega?- Preguntó con calma, como si estuviera preguntando por el clima.
Mis pensamientos se detuvieron en seco. No sabía qué decir o qué hacer. No era un omega, pero tampoco podía decirle que era un sigma, mi secreto que tanto me había esforzado por ocultar. Mi mente daba vueltas, buscando una respuesta, cualquier cosa que me sacara de este desastre.
-Sí…- Murmuré finalmente, incapaz de sostener su mirada.
Decir que era un omega era la única opción. Sabía qué era una mentira sobre otra, pero no quería enfrentar las consecuencias de revelar mi verdadera naturaleza. Aunque me dolía mentir, sabía que era mil veces mejor que pensara que era un omega antes de descubrir que no era ni siquiera eso.
Hyunmin dejó la taza de café sobre la mesa, aún sin mostrar emoción alguna. Su voz fue firme, sin embargo, su tono era algo distante.
-Eso cambia las cosas.- No era una pregunta, ni un reproche, era simplemente una afirmación, como si estuviera recalculando todo en su mente. -Pero vas a tener que seguir aparentando ser un beta, Junsu. No puede saberse.-
Asentí en silencio, sin atreverme a decir nada más. De repente, fui consciente del ambiente. El aroma de las feromonas de Hyunmin llenaba la sala, o tal vez era mi malestar por la noche anterior, o tal vez ambas. Era algo abrumador, una mezcla intensa y potente, y aunque no podía sentir normalmente las feromonas debido a los inhibidores, hoy las sentía claramente.
No había tomado mis medicamentos todavía. El alcohol de la noche anterior probablemente debilitó el efecto de lo poco que había tomado. Sentí las náuseas crecer rápidamente en mi interior, como si todo se descontrolara a la vez. El aroma de Hyunmin, el peso de la mentira, el cansancio y el remolino de emociones eran demasiado para mí.
-No… no me siento bien…- Murmuré, llevándome una mano a la boca mientras intentaba contener las náuseas.
Antes de que pudiera decir algo más, las náuseas se volvieron insoportables. Corrí al baño, apenas llegando a tiempo antes de inclinarme sobre el inodoro, vomitando lo poco que quedaba en mi estómago. Mis manos temblaban mientras me apoyaba contra la porcelana fría, jadeando entre arcadas.
El sabor amargo del vómito y el temblor en mi cuerpo eran insoportables, pero peor aún era la sensación de haber sido completamente expuesto. Hyunmin sabía demasiado, y ahora tenía que cargar con eso.
Mientras me limpiaba la boca con el dorso de la mano, escuché los pasos de Hyunmin acercándose. La puerta del baño estaba entreabierta, pero él no entró, solo se quedó fuera, en silencio, su sombra proyectándose en el umbral.
-Te daré tiempo para que te recuperes.- Dijo, su voz seria. -Pero esto no puede volver a pasar, Junsu. Cuida mejor de ti mismo.-
Asentí, aunque sabía que no podía verme. Las lágrimas se acumulaban en mis ojos, pero las reprimí, negándome a llorar en ese momento. No quería parecer más débil de lo que ya me sentía.
Hyunmin no dijo nada durante un momento, pero el silencio en el pasillo era más pesado que cualquier palabra que pudiera pronunciar. Sabía que no me había ido tan bien ocultando mis problemas, pero el hecho de que todo hubiera salido a la luz de una forma tan desastrosa me hacía sentir miserable.
Finalmente, lo escuché hablar, su tono firme y lleno de autoridad.
-No deberías haberme ocultado esto, Junsu.- Su voz resonaba con una mezcla de desaprobación y algo más. -No quiero más mentiras. No en esta situación.-
Me temblaban las manos mientras me limpiaba la cara y luego me apresuré a lavarme los dientes, intentando quitar el mal sabor de boca. Aunque me sentía débil, no quería mostrarme más vulnerable de lo que ya estaba. La puerta del baño estaba entreabierta, y podía ver a Hyunmin bebiendo tranquilamente su café desde fuera, como si la situación no lo afectara en lo más mínimo.
Cuando salí, me quedé frente a él por un momento, inseguro de qué decir. Me froté las manos nerviosamente, bajando la mirada, evitando su rostro.
-Lo siento…- Murmuré finalmente, con la voz entrecortada. -Lamento que hayas tenido que quedarte… no debiste haberte molestado.-
Hyunmin me miró, pero su expresión no cambió. No había enojo, ni simpatía, solo esa calma que siempre lo rodeaba, como si nada realmente lo afectara en lo profundo.
-No podía dejar a mi pareja descuidada.- Respondió simplemente. Sus palabras eran claras, pero la frialdad de su tono me recordaba que esto, al final de todo, seguía siendo parte del acuerdo. Me sentí pequeño, como si cada una de mis inseguridades estuviera desnuda frente a él, y odiaba haber creído por un instante qué esto podría ir más allá del acuerdo.
Después de un momento, dio un sorbo a su café antes de volver a hablar.
-Hablaremos de todo esto en otro momento.- Su mirada fue directa, dejando claro que esto no había terminado, pero que por ahora, prefería dejarlo pasar.
Antes de que pudiera responder o decir algo más, Hyunmin, sin esperar una respuesta, se dirigió hacia la puerta. Me quedé allí, sintiendo que una parte de mí había sido arrancada y expuesta de la peor manera posible. Escuché la puerta cerrarse detrás de él, dejándome solo en el silencio de mi pequeño apartamento.
Me quedé un momento allí, mirando hacia la nada, sintiendo el peso de todo lo que había pasado. No solo había fallado en ocultar mi secreto, sino que también me había mostrado vulnerable ante Hyunmin de una manera que nunca hubiera querido.
Sentí la urgencia de volver a la cama, de encerrarme en la oscuridad y no pensar en nada más, pero por alguna razón, las palabras de Hyunmin seguían resonando en mi cabeza, “no quiero más mentiras”, como si hubiera algo más detrás de su fría fachada.
Finalmente, me dejé caer en el sofá, incapaz de hacer otra cosa más que quedarme en silencio, con el corazón latiendo rápido y una sensación de vacío extendiéndose dentro de mí.
Escuché mi teléfono vibrar intensamente desde el sofá. Al principio quise ignorado, pero cuando vi que era Ji Eun, supe que no podía seguir evitándola. Había estado ignorando sus mensajes desde hacía días, desde ese mensaje críptico que le envié sobre estar haciendo una locura. El agotamiento emocional me tenía aislado, pero sabía que tarde o temprano tendría que dar la cara.
Al desbloquear el teléfono, vi varios mensajes suyos. El más reciente “¿Vas a seguir ignorándome?¿Qué fue eso de hacer una locura?¿Estás bien?”. Sentí una punzada de culpa, y finalmente, decidí responderle.
“Lo siento mucho, Ji Eun. He estado… muy ocupado estos días”, envié, sintiendo que esa excusa sonaba débil incluso para mí.
No pasó mucho tiempo antes de que respondiera, y pude sentir su molestia incluso através del texto. “Ocupado… Ya, bueno, si era por todo este revuelo con el chaebol, lo entiendo.”.
Me quedé en blanco por un segundo, y rápidamente le respondí. “¿Revuelo con el chaebol?¿Cómo sabes eso?”.
“¿Cómo no saberlo, Junsu? Hyunmin es famoso en el mundo empresarial. ¡La gente en la oficina no para de hablar de ustedes dos! Literalmente, todos están comentando sobre lo tuyo con él.”.
El aire pareció desaparecer de mis pulmones. No solo la gente de mi oficina estaba al tanto, sino que el rumor ya había salido del edificio, y mi amiga, que ni siquiera trabajaba en el mismo lugar, lo había escuchado. Era más público de lo que me había dado cuenta.
Tomé un respiro antes de escribir “Si… Es verdad. Estamos juntos.”, era más fácil decirlo así, aunque la realidad era mucho más complicada. El hecho de que todo fuera parte de un acuerdo falso entre Hyunmin y yo no podía salir a la luz, no podía decirle eso ni a Ji Eun.
Ella respondió rápidamente, con emoción, “¡No puedo creerlo! Siempre pensé que eras alguien tímido y reservado, pero estar con alguien como Hyunmin… Wow, me sorprendes.”.
Me mordí el labio, sin saber cómo responder. Ciertamente, yo también me sorprendía a mí mismo con todo lo que estaba sucediendo.
“Cuéntame más, ¿cómo es estar con él?¿Es tan serio como parece?”, agregó Ji Eun.
Sentí el nudo en mi estómago volverse más apretado. No podía decirle la verdad, pero tampoco quería mentirle del todo.
“Sí, es serio, pero también es… amable, de alguna manera. Aunque todo ha sido bastante abrumador.”, le escribí, esperando que esa verdad a medias fuera suficiente para ella.
“¡Tienes que contarme más! Cuando tengas tiempo, tenemos que hablar en persona, ¿de acuerdo? No puedo creer que esto te esté pasando, ¿quién lo hubiera dicho, Junsu?”, escribió.
Me despedí brevemente, prometiéndole que le contaría más cuando tuviera la oportunidad, pero mientras miraba el teléfono, bloqueándolo, no pude evitar sentirme abrumado. El peso de las mentiras, de todo lo que estaba ocurriendo con Hyunmin, y ahora con Ji Eun, me hacía sentir como si estuviera atrapado en una red que cada vez se hacía más complicada.
Me dejé caer nuevamente en el sofá, sosteniendo el teléfono con fuerza y preguntándome hasta dónde llegaría todo esto antes de que se desmoronara completamente.