Al morir y regresar, después de saber su destino; decide dejar todo por lo que siempre se esforzó y tratar de sobrevivir, sin importar lo que el resto de la gente a su alrededor, diga.
En su camino encuentra a la persona que la ayudará y será su apoyo en un futuro, al menos eso cree.
Para ello tendrá que casarse con aquel desconocido.
¿Será verdad?
¿Un contrato puede ser cumplido o se tendrá que romper?
¿El amor puede surgir a pesar de no conocerse?
Historia de Johana y Donatello, el principio de su vida...
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Maldición
Las palabras que dijo el primer capitán, dejaron sin habla a Donatello, era inadmisible que él se hubiera enamorado de esa manera tan ridícula, aunque no se explicaba el porqué de su actuar.
—Piénsalo general, usted jamás se había interesado en una mujer y eso que sus padres le han presentado a bastantes, ¿por qué justo ahora, pretende proteger a alguien como la señorita del carruaje?— se veía dudoso.
—Su nombre es Jo— era cierto que su boca era más rápida que su cerebro, pues decía las cosas antes de pensarlas, era la primera vez que pasaba.
—Bien general, pero se equivoca. Su nombre es Johana Chian, ¿por qué le habrá mentido?, me lo pregunto— y su burla aumentó.
Por supuesto, Donatello se molestó aún más, él solo quería ayudar a Johana, porque mentirle. No terminaba de comprender que así como él no confiaba en la chica, por supuesto la chica, tampoco confiaba en él.
Pasaron varias horas más de camino, para llegar por fin a dónde se quedarían esa noche. Para fortuna del general, Johana aún no se despertaba, así que la sacó del carruaje, cargándola estilo princesa y la llevó a una de las habitaciones, claro que dejó sorprendidos a todos sus subordinados, pues jamás había hecho algo así por nadie y mucho menos por una desconocida.
Era una habitación bonita, con una cama acogedora, ventanas que daban a un pequeño jardín con una fuente, una vista hermosa, al menos para una señorita, fue lo que pensó Donatello, por eso la llevó hasta ahí.
—Bueno señorita, descanse. Espero que después podamos hablar tranquilamente—
Estaba tan embelesado por la joven en sus brazos, recostándola sobre la cama, que no se dio cuenta en qué momento se había despertado.
—¡Maldito, maldito!— le daba golpes en su pecho y pataleaba sin descanso.
—¿Pero que carajos te pasa?, solo estaba siendo amable— comprobó que no solo era una cara bonita, también tenía manos y pies pesados, que aunque aún estaban amarrados, no impidieron que estos se movieran.
—Te pedí que lo salvaras, pero lo abandonaste, lo dejaste con ese mal hombre. Debiste dejarme a mi y salvar a Stor, yo no valgo nada, pero ese animal era mi mejor amigo— su llanto se hizo presente nuevamente.
—Mira niña, te lo digo así. Con lágrimas no vas a conseguir nada, además no podía hacer nada en contra del señor de aquel lugar, no importa lo que tú digas, si no hay pruebas, no se puede aplicar la ley, eso te lo enseñan en cualquier clase que recibas—
Estaba frustrado mas que enojado, no podía entender cómo es que aún la tenía frente a él, siendo otra persona, ya la hubiera echado lejos y jamás la volvería a ver.
—Eso lo sé, pero se lo pedí como un favor. Preferiría morir en su lugar, Stor no tiene la culpa de nada— no paraba de llorar.
—Jamás vuelvas a mencionar algo parecido. Tu tienes prohibido morir— se acercó rápidamente a ella y la tomó de su barbilla, se miraban fijamente a los ojos y por raro que parezca, Johana no le tenía miedo.
—Da lo mismo, no eres nadie para darme órdenes. Podría saltar por la ventana o tal vez utilizar otro método, no podrás estar cuidando de mi, día y noche— se burlaba en su cara, eso hizo que dejara de llorar.
—Tienes un punto, pero la diferencia es que yo tengo no solo a uno, sino miles de subordinados que harán lo que se les ordene— sonrió triunfante. —¡Stephan¡—
El joven capitán, entró de inmediato, sin dejar pasar ni un solo segundo de diferencia. —Dígame general—
—Quiero que vigilen día y noche a la señorita aquí presente, tiene prohibido intentar cualquier estupidez, en caso de llegar hacerse daño a si misma, quién esté a su cuidado, sufrirá las consecuencias— esto era más una amenaza para Johana que para cualquiera que la cuidara.
Aprovechó el momento para quitarle la soga de pies y manos, dejándola libre para hacer lo que quisiera, era muestra de la confianza que se tenía a si mismo.
—A la orden general— asintió y salió para traer a quienes se harían cargo, Donatello iba detrás de él, con una sonrisa ganadora.
Johana solo pudo respirar profundamente y comportarse, no quería que alguien saliera lastimado por su culpa.
Pasaron varios minutos para que un joven, entrara a la habitación de Johana sin pedir permiso, asustándola por la sorpresa.
—Tranquila, me enviaron a cuidar de ti, pero mientras lo hago, podríamos divertirnos— su mirada lasciva, lo decía todo.
Johana se arrinconó en una esquina y se sentó en cuclillas, realmente tenía miedo de lo que ese bastardo pudiera hacerle, se acercaba a ella, relamiendo sus labios, como si fuera a degustar algo sabroso. La rapidez con la que se arrojó sobre ella, fue tanta que la chica solo pudo dar un grito de horror, aunque en ningún momento pidió ayuda.
La vida de aquel hombre estaba acabada, ya que los primeros en escuchar el grito, fueron el general y el primer capitán.
—General, contrólate— sostenía de los brazos a Donatello.
—Maldito hijo de puta, ¿qué intentabas hacer?. Malditos, ¿qué tipo de bastardos tengo a mi alrededor como para que quieran abusar de alguien indefenso?— su furia salía por sus ojos.
—¿Está es la gente que manda para vigilarme?, debí haber terminado todo por mi cuenta— estaba temblando por lo sucedido y no exactamente por lo que intentaron hacerle, sino más bien por lo que ella terminó haciéndole al hombre.
Apenas si se podía sostener, traía un abrecartas enterrado en el estómago, la sangre ya comenzaba a salir. —Señor, por favor, ayúdenme— se veía realmente débil.
El general se sintió aliviado por lo que veían sus ojos, creyó por un momento que la chica era inofensiva en su totalidad, pero esa acción le demostraba que no, algo en su interior aumentó la intensidad de aquel sentimiento para con ella.
Se acercó al joven herido y lo tocó del hombro, así podía escuchar sus pensamientos, éstos solo eran cosas que pensaba hacerle a Johana, después de recuperarse, entonces aprovechó la oportunidad.
gracias por escribir