Matrimonio asegurado. COM es una aplicación para todas esas personas que necesitan un matrimonió bajo contrato.
Anelis es una chica humilde que trabaja en una cafetería y se encuentra en una encrucijada cuando su madre sufre un accidente y debe depender de cuidados intensivos, quedando postrada prácticamente en una cama. Anelis recurre a esta aplicación como última medida para poder ayudar a su madre.
Adonis es un empresario muy conocido por su comunidad, pero su amigo y socio le juega una broma casándolo con una desconocida por medio de una app.
La escusa era el donativo mensual que realizaba para caridad que termino ayudando a una chica con sus problemas económicos.
el trato es simple, matrimonio por dinero, pero será capaz Adonis de fingir un matrimonio feliz cuando descubra que su esposa no es un espantapájaros, como el la llama en la intimidad de su mente o querrá que sea un matrimonio verdadero comenzando con un beso casto.
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capitulo 9
Ya pasando el medio día salimos del consultorio de la doctora Robinson. Me dirijo a la habitación de mi madre, pero me detiene un fuerte agarre.
—Anelis, espera —pide mi querido esposo, retrocedo y enfrento su figura.
—¿Sí?
—Tengo que correr a la oficina, ¿Que harás saliendo de la clínica? —pregunta.
—Pues no lo sé, aun —murmuro.
—Me gustaría que te acerques a mi oficina, debemos tratar tu traslado —murmura algo pensativo—. Aunque deberíamos de ver una casa para vivir, no creo que mi apartamento sea apropiado para nosotros.
—Te ofrecería un lugar en mi casa, pero no creo que sea de tu agrado —su cara se contrae cómicamente y retengo una carcajada. Estoy segura de que piensa que donde vivo es un cuchitril, como mínimo.
—Prefiero que no, pero de todos modos nos mudaremos a mi departamento mientras vemos la opción de comprar una casa —lo miro sorprendida.
—¿No crees que es mucho? —pregunto.
—Si vamos a fingir ser una familia feliz, debemos vivir en una casa, no un apartamento de soltero —enfatiza.
—Bien, ahora dame la dirección de tu oficina así me llego en metro —murmuro buscando en mi bolsa un papel y lápiz.
—No, tienes a mis hombres que te llevaran —demanda.
—¿Los gorilas de esta mañana? —pregunto, casi me muero de un susto cuando salí esta mañana de casa.
—Si, serán tus guardaespaldas —murmura desviando la mirada.
—Sabes que no los necesito —interfiero, me intimidan semejantes hombres y más si llevan armas.
—No está a discusión —murmura volviendo su mira plomo a la mía.
Tengo que hacerme a la idea de que es prohibido. ¿Pero porque siempre lo prohibido es tan tentador?
—Bien —suelto un bufido de aceptación—. Ahora iré con mi madre.
Vuelvo a voltear para seguir mi camino, pero nuevamente me detiene. Esta vez no solo toma mi nano, sino que me atrae a su fuerte pecho y cuando me tiene acorralada entre su fortaleza, rápidamente toma mi cara y besa mis labios dejándome despojada de cualquier tipo de pensamiento.
—Nunca olvides despedirte, esposa —murmura cuando se separa de mí.
¿Dónde estoy?
Así de desorientada me dejo, mientras veo como sale de la clínica silbando bajito como si fuera un mafioso que acaba de robar un objeto preciado.
Despejo mi mente nublada y sigo mi camino hasta la habitación de mi madre, ingreso inmediatamente sintiendo que el calor se intensifica en mis mejillas.
¿Enserio me acaba de besar frente a todo el mundo?
Dios.
Tomo una bocanada de aire para refrescarme y levanto la mirada hacia donde se encuentra mi madre cómodamente instalada.
La diferencia de habitación es abismal. Se nota que se trata de una habitación privada. Hay una cama para acompañante además de una pequeña sala que no solo cuenta con un sofá ultra cómodo, sino que también tiene una heladera con diferentes aperitivos. Una pequeña mesa muy acogedora y cuando me dirijo al baño ahogo una exclamación, es inmenso, se puede decir que es del tamaño de mi casa.
Diablos ¿Tan mal vivo?
Le restó importancia y me dirijo hacia mi madre que espera paciente que termine de inspeccionar la habitación.
—¿Te gusta tu nueva habitación? —pregunto tomando su mano y dejando un beso entre sus dedos.
Ella me responde con una sonrisa. Me acomodo en una silla a su lado y procedo a contarle todo lo que hablamos con la doctora.
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